Luego de un 2024 marcado por un desplome en el consumo, la carne vacuna empieza a recuperar terreno en la mesa de los argentinos. Según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), el consumo per cápita creció 5,2% interanual en junio y se ubicó en 50,1 kilos anuales, considerando el promedio móvil de los últimos doce meses.
Consumo de carne vacuna en Argentina. El repunte se explica por una mayor producción y una caída en las exportaciones, especialmente hacia China. En el primer semestre del año, la industria produjo 1,518 millones de toneladas res con hueso, un 1,8% más que en el mismo período del año anterior. Al mismo tiempo, las ventas externas retrocedieron 21,1% por la baja demanda del gigante asiático. Según informa: #la17
Con menos carne viajando al exterior y más circulando en el mercado interno, el consumo aparente subió un 11,8% respecto al primer semestre de 2024. Si bien los niveles siguen lejos de los históricos, se acercan a los de 2021, cuando se consumían 49,3 kilos anuales por habitante.
El año pasado fue uno de los peores registros en más de un siglo. Con un promedio de apenas 47,7 kilos por persona, 2024 marcó la segunda cifra más baja desde 1914. Solo en 1920 se había consumido menos carne vacuna en la Argentina.
El encarecimiento de los cortes clásicos hizo que muchos consumidores se volcaran al pollo y al cerdo, opciones mucho más accesibles. Según datos del INDEC, el kilo de asado en junio costaba $10.973, el de nalga $14.323 y el de cuadril $13.742. Mientras tanto, el pollo entero se vendía a $3.709, es decir, menos de un tercio.
Este cambio de hábitos no pasó desapercibido. La Organización Mundial de la Salud y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos señalaron que Argentina se convirtió en el segundo país con mayor consumo de proteína animal, detrás de EE.UU., pero con un giro histórico: por primera vez se vendió más pollo que carne vacuna.
En el plano internacional, el retroceso en las exportaciones argentinas se da en un contexto agitado, con aranceles impuestos por Estados Unidos a productos brasileños. Donald Trump impulsa un gravamen del 76,4% a la carne de Brasil, lo que podría alterar el flujo comercial global.
Argentina observa de cerca este conflicto porque podría derivar en beneficios concretos. Si Brasil queda parcialmente excluido del mercado estadounidense, se abrirían oportunidades para otros países exportadores, incluida la Argentina.
Actualmente se negocia un acuerdo bilateral con Estados Unidos que incluye una ampliación de la cuota de 20.000 toneladas con arancel cero, y también la posibilidad de eliminar impuestos a cerca del 80% de las exportaciones. “De concretarse estos avances, podrían producirse importantes redireccionamientos en los flujos comerciales, en los que Argentina se vería claramente beneficiada”, analizó la Bolsa de Comercio de Rosario.