El beneficio mayor se concentró en grandes exportadoras mientras los productores asumen los costos.
Durante el período en que se aplicó la medida de retenciones cero sobre la soja, las grandes empresas exportadoras acapararon la mayor parte de las operaciones y los beneficios. Mientras tanto, los productores rurales, quienes asumen riesgos financieros y de mercado, quedaron en el eslabón más débil de la cadena.
Ventas externas y concentración de beneficios
Según datos oficiales del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, las exportaciones declaradas alcanzaron 19,6 millones de toneladas por más de USD 7.012,6 millones, de los cuales 71 % del volumen y 80 % del valor tuvo origen en el complejo soja. Las empresas más beneficiadas en esta “ventana sin retenciones” fueron multinacionales como Dreyfus, Cargill, Bunge, Aceitera General Deheza, Cofco, Molinos y Viterra.
El beneficio se cedió bajo condiciones estrictas: para acceder a la suspensión de retenciones, los exportadores debían liquidar el 90 % del valor de la venta al exterior dentro de los tres días posteriores a la declaración jurada. Eso favoreció a quienes cuentan con mayores recursos financieros, mientras que los productores menores quedaron excluidos del tramo ventajoso, según El Litoral.
Ajustes en el mercado físico y de futuros
El mercado respondió con récords operativos: entre lunes y jueves se manejaron 5,6 millones de toneladas en el mercado físico, entre fijaciones y ventas nuevas. El miércoles se registró un récord diario con más de 2 millones de toneladas operadas, de las cuales el 76 % correspondió a soja. En la Bolsa de Comercio de Rosario, las operaciones de futuros (contrato A3) también marcaron máximos, con saltos de USD 304 a USD 360 por tonelada en noviembre de 2025.
Para la campaña futura, el contrato de mayo de 2026 subió de un promedio de USD 297/t antes de la medida a USD 323/t tras conocerse el decreto, alcanzando luego precios de USD 332 y USD 308,5.
Caída de precios y presión financiera
No todo fue hacia arriba: la abundante oferta y la presión del mercado hicieron descender los precios. El valor FOB para poroto de soja pasa de más de USD 420/t a USD 402/t, una caída del 4 %. Simultáneamente, el aceite ajustó desde USD 1.110/t a USD 1.037/t, y la harina tocó mínimos que no se veían desde 2010.
Los costos financieros contrastaron con esos números: para adelantar la liquidación de esos USD 7.000 millones, el Estado afrontó tasas del 26 % en dólares a 30 días, lo que anualizado representa una exorbitante tasa cercana al 700 % en dólares, como denunció el senador Martín Lousteau.
Una política con impacto asimétrico
La medida de retenciones cero buscó aliviar la presión fiscal y estimular las exportaciones. Sin embargo, sus beneficios se concentraron en pocas empresas exportadoras con poder financiero, mientras los productores más expuestos quedaron relegados. Además, la jugada financiera costosa para adelantar liquidez dejó una carga importante para el Estado.
Este episodio muestra que al diseñar políticas agrícolas excepcionales, el desafío no es solo estimular volumen, sino distribuir de modo equitativo los beneficios y sopesar el costo financiero.




