Incidentes recientes en partidos de divisiones inferiores encendieron la alarma sobre la falta de control y el mal ejemplo que reciben los más chicos.
Uno de los hechos más graves ocurrió en la cancha de Caleta Córdova, durante un partido entre el “Puerto” y Ferro en la 7.ª División. Allí, un enfrentamiento entre mayores terminó en corridas, insultos y golpes de puño en el sector conocido como el “corralito”, que conecta los vestuarios con el campo de juego.
El episodio, registrado en video y difundido en redes sociales, mostró la vulnerabilidad del sistema de seguridad en partidos de inferiores, donde no había presencia policial y los árbitros quedaron como única autoridad sin posibilidad de intervenir.
Según informó Adnsur, esta situación expone la precariedad organizativa en encuentros deportivos con menores de edad, dejando en evidencia la ausencia de protocolos claros para prevenir la violencia.
Padres contra el árbitro: un mal ejemplo
Otro incidente ocurrió en la cancha de Petroquímica durante un partido de la categoría Prenovena entre Ferro y Roca. Allí, varios padres comenzaron a insultar al árbitro desde las tribunas, frente a sus propios hijos, quienes fueron testigos directos de la agresión verbal.
Este tipo de conductas no solo alteran el normal desarrollo de los encuentros, sino que también transmiten a los niños un mensaje equivocado sobre el respeto, la tolerancia y la forma de resolver conflictos en el deporte y en la vida cotidiana.
Una problemática social más profunda
Ambos episodios no son hechos aislados, sino la expresión de una problemática social que atraviesa a Comodoro Rivadavia y que se refleja en la cancha como en otros ámbitos: intolerancia, falta de respeto por la autoridad y ausencia de límites.
La violencia en el fútbol infantil y juvenil exige respuestas urgentes tanto de los clubes como de las autoridades, para garantizar la seguridad de los menores y recuperar el espíritu deportivo que debería primar en estas competencias.
Un llamado a la reflexión
Los últimos incidentes muestran la necesidad de un debate profundo sobre el rol de los adultos en el acompañamiento de los chicos. El fútbol formativo no solo enseña técnica y táctica, también debe ser un espacio de valores, respeto y aprendizaje colectivo.