El bloque de Unión por la Patria en el Senado muestra grietas internas significativas, con enfrentamientos entre sectores kirchneristas y gobernadores por dos temas clave: la interpelación a Karina Milei y la regulación de las apuestas online.
El primer conflicto estalló durante el plenario de comisiones que debía tratar los pedidos de interpelación a Karina Milei. La notoria ausencia de senadores alineados con Cristina Kirchner generó malestar entre legisladores de provincias, quienes interpretaron las faltas como una señal de acuerdos encubiertos con el Gobierno. «Una sola K. Qué casualidad», comentó un legislador crítico, reflejando el clima de sospecha que recorre los despachos del Congreso. El presidente del bloque, José Mayans, atribuyó las ausencias a superposición de horarios, pero los sectores disidentes no aceptaron esta explicación.
La Batalla por la Ley de Ludopatía que Enfrenta a Gobernadores
Un nuevo y significativo frente de disputa interna emergió alrededor del proyecto de ley para combatir la ludopatía infantil, una iniciativa que, si bien ha recibido el firme respaldo de la Iglesia Católica, se topó de inmediato con una resistencia igualmente firme por parte de varios gobernadores. La raíz de esta oposición reside en la amenaza que perciben sobre los cuantiosos ingresos que las aplicaciones de apuestas online aportan a las arcas de sus provincias.
La postura de la senadora Lucía Corpacci, quien impulsaba con celeridad la sanción del proyecto, no pasó desapercibida. Varios de sus colegas en la Cámara alta interpretaron esta presión como una maniobra orquestada por Máximo Kirchner.
Esta percepción desencadenó una reacción inmediata: una rebelión abierta dentro del bloque, que encontró su liderazgo en un exgobernador. Ante la magnitud del descontento y la falta de consenso, la conducción kirchnerista no tuvo más opción que retroceder en su postura. El desenlace de este forcejeo fue la aceptación de modificar el texto original, lo que implica su regreso a la Cámara de Diputados para una nueva revisión, una jugada que, en los hechos, le otorga al oficialismo un año adicional de gracia en el tortuoso proceso legislativo.
Aunque no se habla abiertamente de fractura, estas tensiones revelan las dificultades del principal bloque opositor para mantener la unidad en un año electoral, donde cada movimiento es analizado minuciosamente y los intereses provinciales chocan con las directivas del kirchnerismo duro. Información extraída del medio La Nación.