Francisco Oneto, actual abogado del presidente Javier Milei, vuelve a estar en el centro de la polémica por su rol en un juicio por violación grupal ocurrido en Chubut.
Denuncias judiciales lo vinculan con prácticas de hostigamiento y violencia institucional hacia víctimas y testigos, en un caso que aún espera resolución en la Corte Suprema provincial.
El polémico abogado del presidente y su historial judicial
Francisco Oneto, figura clave del entorno presidencial, fue defensor en la causa conocida como la “violación grupal de Playa Unión”, ocurrida en 2012. En ese proceso, los acusados fueron finalmente absueltos, mientras la querella denunció violencia institucional y hostigamiento durante el juicio.
En el ámbito político, Oneto se consolidó como el hombre de confianza de Javier Milei, especialmente después de la salida de Diego Spagnuolo de la Agencia Nacional de Discapacidad. Su perfil se caracteriza por un estilo de defensa agresivo y una retórica abiertamente misógina, según testimonios recogidos por el medio Perfil.
Además, ha representado a figuras controvertidas como Fred Machado, empresario acusado de lavar dinero del narcotráfico; Leonardo Cositorto, líder de Generación Zoe; y Máximo Thomsen, uno de los rugbiers condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa.
El caso de la “Manada de Chubut”: absoluciones y denuncias de impunidad
El 22 de septiembre de 2012, durante una fiesta en Playa Unión, una joven de 16 años fue víctima de una violación grupal. Los acusados fueron Luciano Mallemaci, Marcelo Quintana y Leandro Villar, quienes recién llegaron a juicio siete años después del hecho.
En 2022, el tribunal conformado por Ana Karina Breckle, Marcela Pérez y María Laura Martini dictó la absolución de los acusados, argumentando que la víctima no estaba “suficientemente alcoholizada” para no consentir. Sin embargo, los testimonios la describían en estado de vulnerabilidad extrema, lo que generó indignación social.
La abogada querellante Verónica Heredia, reconocida por su labor en el caso Santiago Maldonado, denunció:
“Fue un proceso atravesado por violencia institucional. La víctima ya había sufrido una violación y luego se encontró con un tribunal que permitió el hostigamiento de la defensa”.
Heredia aseguró que Oneto y su socio, Roberto Rallin, ejercieron violencia verbal durante el juicio:
“Oneto hostigaba a testigos y víctimas, las agredía y buscaba quebrarlas emocionalmente. Todo bajo un pacto de silencio de varones”.
Influencia política y estrategias de presión judicial
El fallo fue apelado y sigue pendiente de resolución en la Corte Suprema de Chubut. No obstante, la abogada Heredia advirtió sobre la influencia de Oneto en el poder judicial:
“Hace dos años que la Corte no se pronuncia. Lo mismo ocurre con el caso Machado y su extradición. Es preocupante cómo este abogado logra frenar expedientes tan sensibles”.
Durante el juicio, Oneto habría intentado cerrar el acceso de la prensa, sancionar a la querella por hablar con los medios y mantener la causa bajo secreto. Esta metodología —según la denunciante— se repite en los distintos casos que ha asumido, combinando recursos judiciales con estrategias mediáticas para favorecer a sus defendidos.
De los tribunales a la política: el ascenso de Oneto
En 2023, Francisco Oneto fue candidato a vicegobernador bonaerense por La Libertad Avanza, acompañando a Carolina Píparo. Esa candidatura lo consolidó como una figura central del dispositivo libertario y lo llevó a ocupar un rol protagónico dentro del actual Gobierno.
Desde entonces, se convirtió en el apoderado judicial del presidente, representándolo en casos de calumnias y causas mediáticas, incluso en controversias relacionadas con criptomonedas.
Sin embargo, su exposición pública también se caracteriza por declaraciones misóginas y homofóbicas. En varias oportunidades, Oneto sostuvo que “los homosexuales deben ser curados” y que “la mujer debe quedarse en la casa”. Más recientemente, reivindicó el “Proceso”, aludiendo de forma peligrosa a la última dictadura militar argentina.
Poder, violencia e impunidad
El recorrido de Oneto expone una red donde confluyen vínculos políticos, mediáticos y judiciales, con una constante: la defensa de acusados por delitos graves y la descalificación de las víctimas.
Como resumió Heredia:
“La violencia institucional se sumó a la violencia sexual. La defensa pudo desplegar impunidad a costa de la víctima. Eso es lo que hoy vemos en escala nacional: un poder que se blinda a sí mismo”.