Río de Janeiro vive jornadas de profunda conmoción
Decenas de familiares y vecinos salieron a las calles para reclamar justicia por las víctimas de la reciente masacre ocurrida en medio de un operativo policial vinculado a la guerra contra el Comando Vermelho. El hecho ha generado una ola de indignación y críticas hacia el gobierno local por el accionar de las fuerzas de seguridad.
Dolor y reclamo en las calles cariocas
La movilización se realizó en las mismas calles donde, días atrás, fueron hallados los cuerpos de las víctimas. Con carteles, velas y cánticos, los familiares exigieron que se investigue a fondo lo sucedido y que se identifique a los responsables de lo que consideran una acción desmedida de la policía.
Según informó C5N, las autoridades contabilizaron decenas de fallecidos durante el enfrentamiento con miembros del Comando Vermelho, una de las principales organizaciones criminales de Brasil. La magnitud de la tragedia y las imágenes difundidas en redes sociales han desatado cuestionamientos sobre el uso excesivo de la fuerza.
Críticas al gobernador Claudio Castro
El gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, de perfil cercano al bolsonarismo, quedó en el centro de las críticas por el operativo que terminó en tragedia. Diversas organizaciones de derechos humanos señalaron que la política de “mano dura” contra el narcotráfico solo agrava la violencia en las favelas y deja un saldo de víctimas civiles.
Los manifestantes exigieron la renuncia de funcionarios responsables y pidieron una intervención judicial independiente que garantice justicia para las familias afectadas.
Justicia y memoria para las víctimas
El reclamo no se limita a castigar a los culpables. Los familiares buscan también mantener viva la memoria de quienes perdieron la vida y visibilizar la situación de violencia que atraviesan las comunidades más vulnerables de Río de Janeiro.
Entre aplausos, lágrimas y consignas, la marcha cerró con un pedido unánime: “Queremos verdad, justicia y respeto por nuestros muertos”.
La masacre en Río de Janeiro vuelve a poner en debate el accionar policial y la necesidad de políticas de seguridad que no vulneren los derechos humanos. La sociedad brasileña exige respuestas urgentes para evitar que tragedias como esta se repitan.




