Donald Trump durante conferencia en el Air Force One sobre posibles acciones en Venezuela.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, negó que por el momento esté considerando ataques terrestres en Venezuela. Sin embargo, advirtió que esta posibilidad no está completamente descartada a largo plazo, mientras aumenta la presencia militar estadounidense en la región.
Presencia militar en el Caribe y vigilancia
En los últimos meses, Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en el Caribe, enviando aviones de combate, buques de guerra y miles de soldados. Próximamente, se espera la llegada del grupo de ataque del portaaviones Gerald Ford, lo que aumentará significativamente la capacidad operativa de Washington en la región.
Según reportó Trump, la acumulación de fuerzas responde principalmente al control de operaciones vinculadas al tráfico de drogas, aunque algunos analistas observan que podría sentar las bases para acciones futuras de mayor envergadura.
Declaraciones de Trump sobre posibles ataques
Durante una conferencia de prensa a bordo del Air Force One, periodistas le preguntaron sobre los informes que indicaban la posibilidad de ataques dentro de Venezuela. El mandatario respondió de manera directa:
“No”, descartando operaciones terrestres por ahora.
No obstante, la respuesta generó cierta ambigüedad, ya que no queda claro si Trump excluye totalmente la opción o si se trata de una decisión pospuesta.
Operaciones recientes contra el narcotráfico
En semanas recientes, Estados Unidos ha realizado ataques contra al menos 14 barcos presuntamente vinculados al tráfico de drogas, que resultaron en la muerte de 61 personas. Trump advirtió que, en el futuro, “la tierra va a ser la siguiente”, refiriéndose a posibles operaciones terrestres en Venezuela, aunque sin precisar un calendario concreto.
Funcionarios cercanos al presidente sugieren que cualquier acción terrestre podría materializarse pronto, dependiendo del desarrollo de la situación en la región y de la evaluación de riesgos políticos y militares. Fuente: El Economista




