La reciente incautación de un buque petrolero frente a las costas de Venezuela volvió a tensar la relación entre Washington y el gobierno de Nicolás Maduro
Funcionarios estadounidenses aseguraron que la operación apuntó directamente a desarticular actividades ilícitas vinculadas al tráfico de drogas. La información fue difundida según Radio3.
Un operativo pensado para castigar al régimen venezolano
Durante una audiencia en el Congreso, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, afirmó que la captura del buque formó parte de una estrategia directa del presidente Donald Trump para “golpear a un régimen que está inundando sistemáticamente” el país con sustancias letales.
Según Noem, desde el regreso de Trump al poder, los guardacostas interceptaron en alta mar cantidades de cocaína capaces de generar “177 millones de dosis letales”. Para el gobierno republicano, este tipo de acciones se enmarca en una política de mano dura destinada a frenar lo que consideran una amenaza creciente para la salud pública estadounidense.
Un barco con antecedentes y vínculos internacionales
El petrolero había sido sancionado por el Departamento del Tesoro en 2022 debido a presuntos lazos con el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán y con el movimiento libanés Hezbolá. Esa conexión —que combina intereses energéticos, militares y financieros— motivó la intervención coordinada del Departamento de Justicia, el FBI y el Pentágono.
Trump anunció públicamente la incautación, destacando que la embarcación se encontraba operando en aguas cercanas a Venezuela. De acuerdo con lo informado por Radio3, la acción representa un nuevo capítulo en la presión internacional contra el gobierno de Maduro.
Qué pasará ahora con el buque y el petróleo incautado
Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, confirmó que el barco será trasladado hacia un puerto estadounidense, donde se avanzará con el decomiso de su carga petrolera. “Hay un proceso legal que será llevado adelante”, afirmó, sin ofrecer detalles sobre los plazos.
La decisión abre un nuevo frente de conflicto diplomático, ya que el petróleo es uno de los activos más sensibles para la economía venezolana. Mientras tanto, el gobierno de Maduro no realizó declaraciones públicas sobre la incautación ni sobre la acusación de vínculos con organizaciones internacionales sancionadas.
Un conflicto que promete escalar
La operación suma tensión a una relación bilateral ya frágil y vuelve a colocar a Venezuela en el centro de la agenda de seguridad estadounidense. Para Washington, la presión continuará; para Caracas, la narrativa se perfila como una nueva disputa por soberanía y control de recursos.




