Armar el arbolito en 2025: cuánto vale uno nacional y cuánto uno importado.
La llegada del 8 de diciembre vuelve a activar una tradición familiar en todo el país: abrir la caja del arbolito y prepararlo para recibir la Navidad. Pero este 2025, además de emoción y ritual, aparece una pregunta inevitable: ¿cuánto cuesta armar un árbol nacional y cuánto conviene comprar uno importado de plataformas como Shein o Temu?
Según informó TN (www.tn.com.ar), la diferencia de precios volvió a ampliarse en un año marcado por presupuestos ajustados y un mercado local que reclama controles.
Los precios del arbolito 2025: nacional vs importado
Un relevamiento en comercios de Buenos Aires revela que armar un arbolito completo con productos locales supera los $77.000, mientras que la alternativa importada cuesta alrededor de US$32, equivalentes a $47.360 al dólar oficial del 4 de diciembre.
La brecha supera los $30.000, un diferencial que muchos hogares no pasaron por alto.
En comercios de CABA, un pino nacional de 1,20 metros ronda los $35.000. A eso se suman:
- $7.500 por un set de doce bolas,
- $10.000 por una estrella metálica,
- $25.000 por luces LED de mayor durabilidad.
Ese combo totaliza $77.500, un precio que varía según calidad, barrio y momento de compra.
En contraste, TN relevó que el combo importado más económico —en productos equivalentes— se consigue por:
- Arbolito: US$9
- Bolas: US$5
- Estrella: US$6
- Luces LED: US$12
El total de US$32 representa $47.360, más de un 60% menos que su versión nacional.
Qué dicen los consumidores y cómo impactan los precios
“Este año no sabía si armar el árbol o dejar el del año pasado, que está medio pelado”, cuenta Laura, vecina de Caballito. “En Once, un árbol decente con luces y bolas se me iba casi a $60.000. Después vi uno en Internet por la mitad… y no hubo mucho que pensar”.
Ignacio, docente y padre de tres hijos, coincide: “Me gusta comprar nacional, pero cuando ves la diferencia, entendés por qué mucha gente cambia”.
Sin embargo, reconoce un temor creciente: la seguridad de las luces importadas sin certificación, uno de los puntos más sensibles del debate.
La industria local pide controles y advierte por competencia desigual
La Cámara Argentina del Juguete (CAIJ) expuso un panorama complejo. Hace dos décadas, Argentina llegó a exportar árboles navideños. Hoy compite con una avalancha de importados que muchas veces no cuentan con trazabilidad ni certificación, especialmente en productos eléctricos.
En supermercados, los pinos van desde $29.997 hasta casi $400.000, según calidad y tamaño. En negocios barriales se consiguen opciones desde $10.000 hasta modelos superiores a $150.000.
Las decoraciones acompañan esa diversidad: guirnaldas desde $3.000 y pesebres que superan los $20.000.
La CAIJ insiste en que la falta de controles está llevando a la industria local a un nivel crítico de capacidad ociosa y pide reglas de competencia claras para equilibrar el mercado.
Una tradición que viajó siglos antes de llegar a la Argentina
El árbol de Navidad tiene un origen anterior al cristianismo: los pueblos germánicos decoraban árboles verdes en invierno como símbolo de resistencia y esperanza.
En el siglo XVI, la costumbre se popularizó en Alemania, donde se añadieron frutas, velas y figuras talladas.
De allí viajó a Inglaterra, Estados Unidos y finalmente a América Latina.
En la Argentina, la tradición explotó en los años 60, impulsada por industrias locales que producían pinos artificiales, luces y adornos para campañas navideñas que marcaron época.
Hoy, cada familia tiene su estética: árboles minimalistas beige, combinaciones escandinavas, explosiones rojas y doradas o propuestas temáticas para los más chicos.
El ritual de cada diciembre, entre precios y emociones
“Yo quiero que mis hijos tengan ese recuerdo de armar el árbol juntos”, cuenta Cecilia, madre de dos nenas. “Pero también miro la billetera. Este año tuve que elegir qué renovar y qué no”.
Entre compradores que comparan precios desde el celular, fabricantes que piden controles y comerciantes que buscan sostener ventas, el 8 de diciembre vuelve a unir ramas, luces y rituales.
Y como cada año, cuando el arbolito finalmente se enciende, comienza el verano más emotivo de la cultura argentina.




