Las fuerzas rusas aseguran haber repelido una oleada masiva de drones ucranianos, uno de los ataques más grandes desde que comenzó la invasión. El Ministerio de Defensa de Rusia reportó la intercepción de casi 300 drones, un hecho que causó caos aéreo y afectó infraestructura clave en varias regiones.
Según un comunicado oficial difundido este jueves, las defensas antiaéreas rusas interceptaron y destruyeron 287 drones ucranianos de ala fija durante la noche del miércoles. Esta cifra, reportada inicialmente por la agencia Deutsche Welle, representa el segundo ataque de mayor magnitud desde marzo, cuando Ucrania lanzó 337 artefactos en una sola noche. El ataque se dirige a menudo a la retaguardia rusa, buscando dañar el sistema energético y las capacidades de procesamiento de petróleo, una fuente vital de financiamiento para la guerra.
Un ataque coordinado que afectó múltiples regiones rusas
El operativo ucraniano alcanzó una extensa geografía. La región de Briansk, fronteriza con Ucrania, fue la más golpeada, con 118 drones derribados. Sin embargo, el impacto se sintió profundamente en el corazón logístico y simbólico de Rusia. En la región de Moscú, la defensa neutralizó 40 drones, un ataque que obligó a interrumpir las operaciones en cuatro aeropuertos de la capital y a desviar cerca de 140 vuelos. El alcalde Serguei Sobianin detalló que 32 de estos artefactos se dirigían específicamente a la ciudad.
Además, el ataque se extendió a zonas de importancia estratégica industrial. En la región de Tula, reconocida por sus fábricas de armamento, derribaron 27 drones. De manera significativa, en la ciudad de Veliki Nóvgorod, los drones habrían alcanzado la fábrica de fertilizantes minerales Akron, según informaron canales de Telegram especializados. Otras regiones como Kaluga, Yaroslavl, Lípetsk y Smolensk también registraron interceptaciones.
Consecuencias logísticas y la estrategia detrás del ataque
La magnitud del ataque tuvo repercusiones inmediatas en la circulación aérea civil. La agencia aeronáutica civil rusa, Rosaviatsia, reportó interrupciones en aeropuertos de al menos ocho ciudades, incluyendo Ivánovo, Tambov, Grozni y Majachkalá. Estos hechos subrayan cómo la táctica de los drones de largo alcance busca no solo dañar objetivos militares o económicos, sino también crear disrupción y tensión en la vida diaria y la logística dentro de Rusia.
Esta ofensiva forma parte de una campaña sostenida por parte de Ucrania. El objetivo declarado es dañar la infraestructura energética rusa y, en particular, sus capacidades de refinación de petróleo. Esta estrategia busca lograr un doble propósito: por un lado, perjudicar la logística del Ejército ruso, y por otro, privar al Kremlin de los ingresos que financian su esfuerzo bélico. Los ataques con drones se han convertido así en un elemento central de la guerra, permitiendo a Ucrania proyectar fuerza profundamente dentro del territorio controlado por su adversario.




