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Devaluación

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Argentina sufre un fuerte proceso inflacionario que ya alcanza al 124,4% en los últimos 12 meses, y este aumento se disparó en agosto, luego de que el gobierno nacional decidiera devaluar el peso al día siguiente de la realización de las elecciones primarias.

La medida monetaria en Argentina provocó un salto de la inflación a casi el doble, al pasar de 6,3% en julio al 12,4% en agosto, lo que convirtió a que este registro en el más alto de los últimos 32 años. Sin embargo, los alimentos fueron los que más aumentos tuvieron tanto en el último mes, un 15,6%, como en lo que va del año, 90,2%, diez puntos porcentuales por encima del índice general de precios que publican las estadísticas oficiales.

Los aumentos en Argentina de las carnes y derivados y las verduras, tubérculos y legumbres son los que explican, en gran medida, el incremento del último mes. La carne picada común sufrió la mayor alza: un 39,4%, seguido por otros cortes carnívoros: la paleta subió un 34,1% y el cuadril un 33,3%. La nalga, usada para preparar las típicas milanesas, tuvo un incremento del 32,8% y el asado, otro clásico argentino, un 32,4%.

En el ranking de los alimentos que más aumentaron le sigue el tomate: un 31,8% en el último mes, y las papas con un 28,3%. El pollo subió un 20,6%, las galletitas dulces sin relleno un 18,7%, los huevos de gallina un 18%, el filete de merluza fresco un 16,3% y el kilo de arroz blanco simple un 14,2%. Todo esto en solo 30 días.

El Índice de Precios al Consumidor, que mensualmente publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), establece que los alimentos y las bebidas no alcohólicas subieron en los últimos 12 meses un 133,5% y solo un rubro lo supera: los restaurantes y hoteles, que en términos anuales saltaron el 142,2%.

Aunque la devaluación del peso aceleró vertiginosamente los precios de los alimentos en agosto, en lo que va de 2023 el rubro de “alimentos y bebidas no alcohólicas” estuvo por encima del índice general en casi todos los meses.

Así, la mayor diferencia fue en agosto y febrero con 3,2 puntos porcentuales por encima y luego en julio, con 2,7 puntos porcentuales. Solo en mayo y junio los alimentos aumentaron por debajo.

Se trata, salvo el cuadril, de artículos que integran la canasta básica alimentaria (CBA), que se usa como referencia para establecer la línea de indigencia, comúnmente conocida como pobreza extrema. Por eso, el alza de precios de los productos que la componen impacta directamente en la economía de las familias de menores recursos, que cada vez destinan mayor proporción de sus ingresos a la compra de comida.

Este índice oficial, establece que en agosto la CBA tuvo un alza del 17%, respecto a julio. Pero la variación acumulada en lo que va del año es del 94,4 % y la de los últimos 12 meses es del 146,4 %.

Sin embargo, estos números no se explican solamente por la última depreciación del peso. En julio, previo a la devaluación, esta canasta ya había subido 7,1% respecto a junio y acumulaba un 66,2% anual y un 125,7% interanual.

Se espera que en los próximos días se conozca el dato oficial de inflación de marzo, el cual se estima que rondará el 7%.

En este contexto, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) lleva adelante una política de microdevaluaciones diarias que ha sido superada por la inercia inflacionaria.

En enero y febrero, el BCRA devaluó el peso un 5,5% mensual, mientras que la inflación registrada fue del 6% en el primer mes y del 6,6% en el segundo.

En marzo, la devaluación se aceleró hasta el 6%, pero aún así no alcanzó el nivel de indexación de precios que se estima en un rango entre el 6,7% y el 7%.

Ante este escenario, los analistas financieros se preguntan cómo seguirá graduando el BCRA el tipo de cambio oficial para el resto del año.

Actualmente, el dólar mayorista oficial se cotiza en torno a los $211,70 y se espera que, a partir de abril, la tendencia inflacionaria se mantenga en torno al 6% hasta fin de año, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado publicado por el BCRA.

Sin embargo, algunos economistas como Pedro Gaite de la Universidad de Buenos Aires (UBA) no esperan grandes cambios en la política cambiaria respecto a lo que viene ocurriendo. Gaite explica que el tipo de cambio nominal ha estado corriendo a un ritmo similar al de la inflación para evitar una apreciación del tipo de cambio oficial y que abandonar esta política podría generar problemas en la economía, sobre todo en el actual contexto de falta de dólares , situación que se agrava por la sequía.

En este sentido, resulta fundamental para que el BCRA logre un equilibrio entre la necesidad de depreciar el peso para mantenerlo competitivo y evitar la apreciación del tipo de cambio, y el riesgo de generar inestabilidad en el mercado cambiario. Los analistas esperan que el BCRA mantenga su política actual de microdevaluaciones diarias y que haga los ajustes necesarios para garantizar la estabilidad financiera en el país.

La inercia inflacionaria ha retrasado la política de microdevaluaciones diarias del BCRA y se espera que el dato oficial de inflación de marzo se sitúe en torno al 7%.
Ante este escenario, el BCRA deberá equilibrar la necesidad de depreciar el peso y mantener la competitividad con el riesgo de generar inestabilidad en el mercado cambiario.

Los analistas financieros se mantienen expectantes ante la forma en que el BCRA graduará el tipo de cambio oficial en lo que resta del año.

Fuente: ambito.com

El dólar blue se disparó con fuerza y superó el techo de los $300 (a $302), hasta tocar su mayor valor desde la corrida de julio producto de la crisis política ante cambios en el Ministerio de Economía.

El Banco Central continúa con el drenaje de divisas: se desprendió de US$ 48 millones y en lo que va de noviembre acumula ventas por US$ 911 millones. Esto provocó que las reservas perforaran el piso de los US$ 38.000 millones: están en US$ 37.867 millones.

Las reservas cayeron US$ 806 millones en lo que va de noviembre, y el panorama es desalentador para las próximas semanas.

En medio de una fuerte caída de reservas y de un convencimiento en el mercado de que la divisa norteamericana está muy atrasada, las presiones por devaluar se hacen cada vez más fuertes.

Con la fuerte suba de los tipos de cambio financieros, el dólar paralelo anota su mayor ascenso diario en un mes: escala $8 y alcanza los $302, su máximo nivel desde el 27 de julio pasado, cuando cerró a $314. La brecha cambiaria con el tipo de cambio oficial mayorista llega al 86,2%.

La semana pasada el blue acumuló un avance de $4, la mitad a la variación que registra este martes. El dólar informal avanzó $94 en lo que va de 2022, después de cerrar el 2021 en los $208.

El año pasado, el dólar blue registró un alza de 25,3% ($42), la mitad respecto de la inflación del período (50,9%). En 2020 había mostrado un brusco salto de 111%.

«La autoridad monetaria debió intervenir nuevamente en el sector donde operan bancos y empresas con ventas que asistieron a las órdenes de compra sin cobertura y fueron acotando la evolución de los valores del dólar. En noviembre la autoridad monetaria lleva once ruedas consecutivas con pérdidas de reservas y de a poco se encamina a terminar el mes superando la mayor pérdida registrada en julio de este año» dijo Gustavo Quintana, operador de PR Corredores de Cambio. El dólar sin los impuestos ganó 56 centavos a $169,18, según el promedio que surge de los bancos del sistema financiero local. El billete en el Banco Nación avanzó a $168,50.

La divisa asciende 21 pesos, a un nuevo máximo nominal. En julio trepa 100 pesos o 42%.

El dólar libre es pactado a las 13 horas a $338 para la venta, con un alza de 21 pesos. La divisa anota una suba de 10 pesos o 42% en lo que va de julio.

El dólar mayorista gana 22 centavos, a 129,60 pesos. La brecha cambiaria entre ambas cotizaciones alcanza el 160,8%, por encima del máximo anterior de 149,6% del 23 de octubre de 2020.

También suben con fuerza las paridades bursátiles, es decir el “contado con liquidación”, a $336, y el dólar MEP, a $328, que se obtienen de la negociación de bonos ya acciones que se cotizan en simultáneo en pesos y en dólares.

“Los inversores aún no confían en las medidas anunciadas días atrás por la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, las cuales no logran tranquilizar a los mercados”, comentaron los analistas de Research for Traders.

El Gobierno anticipó que trabaja en tomar medidas para implementar un tipo de cambio diferenciado para turistas, con el objetivo que los dólares ingresen al mercado formal.

Por otro lado, también se estudia prohibir los viajes de funcionarios al exterior dando una señal clara de austeridad. Pero el mercado estará atento a que el Gobierno la ponga en práctica.

“Cuando se habla de desdoblamiento cambiario, hoy se refieren a un dólar ‘oficial’ para los turistas. El normal funcionamiento de la economía de un país demanda dólares. En Argentina, entran dólares por el sector exportador, pero se van para pagar la energía. Lo que vemos es que la brecha cambiaria está muy alta -la diferencia entre el dólar oficial y el dólar libre-: ronda el 140%, y presiona las expectativas de devaluación”, indicó Paula Gándara, CIO de Adcap Asset Management.

“La noticia fuerte y de todos los días sigue siendo el dólar que no parece tener freno. Ante una incierta hoja de ruta económica, la mayor reacción por desprenderse de la moneda local y buscar cobertura sigue convulsionando al tipo de cambio que no encuentra techo, o específicamente depreciando al peso contra la divisa estadounidense”, expresó Javier Rava, director de Rava Bursátil.

El ministro de Turismo, Matías Lammens, declaró que el Gobierno trabaja en alternativas para que los turistas ingresen los dólares al mercado formal, sin dar más detalles. “Argentina necesita de los dólares que traen los turistas. Hoy, por la brecha cambiaria, muchos de esos dólares no ingresan al Banco Central”, señaló.

En lo que va de julio, la autoridad monetaria mantiene un saldo neto negativo por su intervención en el mercado de cambios del orden de los 931 millones de dólares. En lo que va de 2022, acumuló compras netas en la plaza mayorista por unos USD 911 millones, un monto que representa el 12,2% del saldo neto a favor obtenido en el mismo lapso del año pasado, que acumulaba unos USD 7.457 millones al 20 de julio de 2021.

Las reservas internacionales brutas cayeron USD 127 millones y finalizaron en 39.736 millones de dólares.

Un dato relevante para el stock de reservas fue el regreso del déficit comercial después de 15 meses. Según el INDEC, la balanza comercial registró en junio un rojo de -USD 115 millones. En total el intercambio comercial alcanzó los USD 16.979 millones, compuesto por un 49,7% correspondiente a las exportaciones y 50,3% por las importaciones. Esta pérdida del superávit se debió a un incremento de las importaciones de +44,6% interanual, que alcanzaron un récord histórico para un solo mes de USD 8.547 millones, mientras que las exportaciones se incrementaron +20,3% interanual, a 8.432 millones de dólares.

El dólar blue volvió a superar un récord y se acomodó arriba de los 300$, dejando en evidencia la velocidad en la que el peso argentino se devalúa día a día. La brecha cambiaria, actualmente, es superior al 130% y genera preocupación.

En ese sentido, los salarios y jubilaciones argentinos, medidos al tipo de cambio paralelo, quedaron ubicados entre los más inferiores de la región, acorde a una medición de ingresos medios, salario mínimo, piso de jubilaciones y las remuneraciones de empleados como docentes, médicos y policías en la Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Perú y Ecuador que realizó Infobae por la economista Natalia Motyl.

La evaluación dejó como resultado el impacto que tiene la dispersión de cotizaciones del tipo de cambio en el ranking salarial regional. La Argentina, en ese sentido, aparece en el último lugar (con USD 151) de la lista de seis países considerados al tomar en cuenta el salario mínimo y el salario promedio con el dólar paralelo a $300. Si se calculara con el precio de la divisa oficial mayorista administrada por el Banco Central, sería de USD 335.

En lo que va del séptimo mes del año, el dólar libre subió a 63 pesos o un 26,5%. El contexto de presiones cambiarias le hace realmente difícil al BCRA poder acumular reservas. La autoridad monetaria vendió otros USD 120 millones en la rueda oficial.

En el mes, el Banco Central mantiene un saldo neto negativo por su intervención en el mercado de cambios del orden de los 891 millones de dólares. Y en 2022, acumuló compras netas en la plaza mayorista por unos USD 951 millones, una cantidad que representa el 12,8% del saldo neto a favor obtenido en el mismo lapso del año pasado, que acumulaba unos USD 7.430 millones al 19 de julio de 2021.

Las reservas internacionales brutas cayeron el lunes USD 130 millones y finalizaron en 40.013 millones de dólares.

Razones de la caída

Para Natalia Motyl, “la Argentina es uno de los países de la región latinoamericana con uno de los niveles de pass through (traslado a precios de la devaluación) más altos. Por lo tanto, cualquier suba del tipo de cambio se ve inmediatamente reflejado en un aumento de precios. Además, como la brecha entre el dólar oficial y el blue es altísimo, superando el 130%, los precios de la economía comienzan a responder al dólar blue y no al oficial, por eso vemos que toman como referencia el tipo de cambio paralelo”.

“Por otro lado, en una Argentina en el que el nivel de vida de un trabajador privado se ha erosionado en 40% en los últimos 10 años, el 50% de un salario promedio se va a satisfacer las necesidades más básicas y los rubros que más incremento de precios tuvieron en los últimos meses fueron alimentos, bebidas e indumentaria. Esto se da porque toda suba del tipo de cambio impacta más sobre bienes transables que sobre bienes no transables. Que estos últimos tienen menor margen de ajuste”, dijo a Infobae.

“Por otra parte, entramos en un periodo en el que la suba de tasas de los principales bancos del mundo, está impactando negativamente sobre el valor de las monedas locales. La Argentina no quiere subir las tasas de interés entonces es como una política monetaria expansiva que termina erosionando, aún más, el valor de la moneda local”, concluyó.

En tanto, el ex secretario de Finanzas y director de la consultora Quantum Daniel Marx mencionó que “el vínculo que hay entre devaluación y poder de compra pasa por el Índice de inflación. Ciertamente lo que vemos acá es que esta devaluación del dólar contado con liquidación o la suba del costo de los futuros en el mercado del Rofex tiene algún traslado en la tasa de inflación y esto sí afecta a los salarios y su poder de compra”.

Sebastián Menescaldi, director de EcoGo, en tanto, consideró que “el problema no es solo el salario en dólares sino más bien qué está ocurriendo con el precio de los bienes en dólares. Contra el dólar financiero, la reciente suba se comió toda la mejora del poder adquisitivo del salario que tuviste en el año y te lleva a niveles de capacidad de compra similares a los de fines de 2020″.

Para Damián Di Pace (Focus Market), “la pérdida de poder de compra se ve de forma acelerada porque la variación de precios, con restricciones a importaciones, más la renuncia de Martín Guzmán más las expectativas que no se revierten y la emisión monetaria para salvar a los bonos en pesos. Si vemos en términos vinculados al tipo de cambio, los salarios están en un nivel casi un 30% por debajo del 2019 cuando se generó la segunda devaluación de Mauricio Macri”, dijo.

“Además la Argentina tiene una inflación en dólares. Los autos aumentaron casi 90% en dólares en 2022 en comparación con 2019 y la indumentaria aumentó 60 por ciento. Eso sucede porque tenemos un tipo de cambio retrasado frente a una inflación elevada. Y las restricciones de importaciones hacen que algunos insumos clave para la producción se pongan a un tipo de cambio más cerca del paralelo que del oficial”, mencionó.

Un auto de los más económicos se podía adquirir por alrededor de 45 mil pesos. Ahora no alcanza ni para reemplazar los cuatro neumáticos, ni para dos pares de zapatillas. Lo que se pagaba por un celular hace una década es igual a un kilo de yerba por estos días.

Los altos niveles de inflación que la Argentina arrastra durante los últimos años permiten comparaciones insólitas: por el precio que tenían los autos 0 kilómetro en 2011 en pesos hoy apenas se puede comprar dos pares de zapatillas de alta gama.

Aunque la comparación sea solo solo sobre los valores nominales de los productos, es un ejemplo de la depreciación del peso en tan solo una década.

En 2011, con $46.000 se podía acceder a un auto Chevrolet modelo Celta 0 Km, uno de los más baratos en esa época. Es el mismo valor que hoy tienen, por ejemplo, dos pares de zapatillas Nike (modelo Court Air Zoom), que cuestan $22.999 cada uno.

¿Otras comparaciones? En las publicidades de hace diez años se puede ver que un auto Volkswagen Gol Trend (4 puertas) 0 Km costaba $62.940. Hoy, esa suma permite adquirir un un paquete con vuelo y alojamiento en hotel 2 estrellas por 7 días en San Martín de los Andes.

El precio de un Televisor Smart TV Led 52″ de hace diez años equivale a una cartera de cuero. O el precio de una heladera con freezer a una remera de algodón. Un teléfono celular estándar se comercializaban en 2011 al mismo precio que hoy cuesta un kilo de yerba. Y un lavarropas a dos kilos de bife de chorizo.

“En el terreno de los precios de los autos es particularmente llamativo el salto que se verifica durante la última década, y pone sobre la mesa la magnitud del desequilibrio macro. Un auto de los más económicos se podía adquirir por alrededor de $45.000 durante el último tramo de 2011. Hoy en la Argentina se necesita cerca de $1,8 millones para comprar un vehículo de similar segmento y características. Para graficar, por la misma plata que diez años atrás se podía comprar un auto económico, hoy se pueden comprar y con lo justo tan solo tres cubiertas”, destacó el economista Pablo Besmedrisnik, director de la consultora Invenómica.

“Una inflación como la que experimenta la Argentina, junto con otros tópicos como el control de precios, restricciones extremas al movimiento de fondos con el exterior, tipos de cambio abruptamente desdoblados e incluso el debate alrededor del FMI, pertenecen al pasado lejano para la amplísima mayoría de los países del mundo. Mientras que son conceptos que se refugian en museos o libros de historia económica en el concierto de las naciones, son notas de tapa en las páginas web de la Argentina de 2021″, se lamentó el economista.

Durante el último cuarto del siglo XX, salvo durante la convertibilidad, la Argentina era uno de los 45 países que tenía una inflación superior al 20% anual. En los últimos diez años tan solo cinco economías en el mundo tienen tasas de inflación superiores al 20%, entre ellas la Argentina. “Países como Chile, Brasil, Uruguay y México sufrían el problema inflacionario, pero lo afrontaron con decisión política y lo solucionaron. La situación cambió con fuerza para casi todos”, agregó Besmedrisnik.

Entre septiembre de 2021 y el mismo mes de 2011 la base monetaria argentina se multiplicó por casi 15 veces. En el mismo lapso, la población creció un 11%. Por lo tanto, la base monetaria per capita se multiplicó por 13. En 2011 por cada argentino en promedio había $4.600 entre billetes, monedas y reservas de los bancos en el Banco Central. Hoy ese número es de $64.200, según datos analizados por Invenómica.

Fuente: El Comodorense

Los ahorristas en Argentina están más preocupados por la inflación desenfrenada que por una devaluación de la moneda que consuma sus pesos ganados con tanto esfuerzo.

Los ahorristas en Argentina están más preocupados por la inflación desenfrenada que por una devaluación de la moneda que consuma sus pesos ganados con tanto esfuerzo.

Los residentes han acumulado activos vinculados a la inflación en las últimas semanas ante expectativas de que los precios al consumidor aumenten 40% este año. Al mismo tiempo, han estado vendiendo bonos vinculados al dólar, lo que demuestra que hay menos preocupación por una rápida caída del peso dado que el Gobierno espera que la moneda se debilite alrededor de 25% este año.

Los argentinos se están sumando a sus contrapartes en otras economías emergentes a medida que las preocupaciones por la inflación se apoderan del mundo en medio de expectativas de un mayor gasto en estímulos en Estados Unidos. Los inversores brasileños han estado acumulando bonos vinculados a la inflación en los últimos meses a medida que aumentan las expectativas de inflación, mientras que en Sudáfrica, el desempeño de los valores ligados a la inflación superan con creces a la deuda nominal. La Secretaría de Hacienda de México y el colombiano Banco Davivienda SA también han vendido bonos vinculados a la inflación este mes en medio de una fuerte demanda.

“El inversor busca cobertura en los bonos atados a inflación porque ve que la expansión monetaria a nivel global va a generar un proceso de inflación en los países y que, específicamente para los emergentes, el contexto de dólar débil va a encarecer los commodities, lo cual se trasladará a los precios internos y agravará la inflación”, dijo Mariano Calviello, Head Portfolio Manager de Fondos Fima de Banco Galicia.

Las preocupaciones por la inflación aumentaron en Argentina después de que los precios al consumidor subieran 4% en diciembre respecto de noviembre, el ritmo mensual más rápido en más de un año. La inflación superó 36% en 2020 y se espera que cierre 2021 en torno a 40%, según estimaciones de Banco Galicia, el banco más grande del país.

Esto ha contribuido a que los depósitos bancarios vinculados a la inflación crezcan 36% desde el comienzo del año, a 60.500 millones de pesos (US$676 millones), según los últimos datos del banco central. Las entradas netas a fondos que invierten en activos vinculados a la inflación crecieron 51% desde principios de año hasta el 19 de febrero, según datos de la consultora bonaerense 1816 Economía & Estrategia.

“En Argentina, estos bonos siguen siendo una buena alternativa de protección en un contexto en el que las expectativas de inflación no están ancladas”, dijo Jorge Viñas, gerente de cartera de AdCap Asset Management en Buenos Aires.

Durante el mismo período, los inversores retiraron alrededor de 3.600 millones de pesos de fondos de bonos vinculados al dólar, que pagan en pesos al tipo de cambio del día. Si bien el Gobierno continuará su política de permitir que el peso se devalúe lentamente, esto podría ocurrir a un ritmo más lento que la aceleración de los precios al consumidor. El ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo a principios de este mes que su objetivo era permitir que el tipo de cambio oficial caiga a alrededor de 102,4 por dólar para fin de año.

El interés en los activos vinculados a la inflación es una señal de que el mercado cree que Argentina necesitará imprimir menos pesos en los próximos meses, después de obtener derechos especiales de giro, o DEG, del Fondo Monetario Internacional para realizar un próximo pago de deuda de US$300 millones, y aprobar un impuesto único a los ciudadanos más ricos para ayudar a financiar el gasto producto de la pandemia del año pasado.

“Los bonos CER podrían seguir demandados con la expectativa de atraso del tipo de cambio real de corto plazo y una inercia inflacionaria que seguirá jugando en febrero y marzo”, dijo Federico Furiase, economista de la consultora bonaerense EcoGO.

Fuente: Perfil

Los ahorristas en Argentina están más preocupados por la inflación desenfrenada que por una devaluación de la moneda que consuma sus pesos ganados con tanto esfuerzo.

Los residentes han acumulado activos vinculados a la inflación en las últimas semanas ante expectativas de que los precios al consumidor aumenten 40% este año. Al mismo tiempo, han estado vendiendo bonos vinculados al dólar, lo que demuestra que hay menos preocupación por una rápida caída del peso dado que el Gobierno espera que la moneda se debilite alrededor de 25% este año.

Los argentinos se están sumando a sus contrapartes en otras economías emergentes a medida que las preocupaciones por la inflación se apoderan del mundo en medio de expectativas de un mayor gasto en estímulos en Estados Unidos. Los inversores brasileños han estado acumulando bonos vinculados a la inflación en los últimos meses a medida que aumentan las expectativas de inflación, mientras que en Sudáfrica, el desempeño de los valores ligados a la inflación superan con creces a la deuda nominal. La Secretaría de Hacienda de México y el colombiano Banco Davivienda SA también han vendido bonos vinculados a la inflación este mes en medio de una fuerte demanda.

Despegue

“El inversor busca cobertura en los bonos atados a inflación porque ve que la expansión monetaria a nivel global va a generar un proceso de inflación en los países y que, específicamente para los emergentes, el contexto de dólar débil va a encarecer los commodities, lo cual se trasladará a los precios internos y agravará la inflación”, dijo Mariano Calviello, Head Portfolio Manager de Fondos Fima de Banco Galicia.

Las preocupaciones por la inflación aumentaron en Argentina después de que los precios al consumidor subieran 4% en diciembre respecto de noviembre, el ritmo mensual más rápido en más de un año. La inflación superó 36% en 2020 y se espera que cierre 2021 en torno a 40%, según estimaciones de Banco Galicia, el banco más grande del país.

Se espera una recuperación económica del 5% para este año

Esto ha contribuido a que los depósitos bancarios vinculados a la inflación crezcan 36% desde el comienzo del año, a 60.500 millones de pesos (US$676 millones), según los últimos datos del banco central. Las entradas netas a fondos que invierten en activos vinculados a la inflación crecieron 51% desde principios de año hasta el 19 de febrero, según datos de la consultora bonaerense 1816 Economía & Estrategia.

“En Argentina, estos bonos siguen siendo una buena alternativa de protección en un contexto en el que las expectativas de inflación no están ancladas”, dijo Jorge Viñas, gerente de cartera de AdCap Asset Management en Buenos Aires.

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Durante el mismo período, los inversores retiraron alrededor de 3.600 millones de pesos de fondos de bonos vinculados al dólar, que pagan en pesos al tipo de cambio del día. Si bien el Gobierno continuará su política de permitir que el peso se devalúe lentamente, esto podría ocurrir a un ritmo más lento que la aceleración de los precios al consumidor. El ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo a principios de este mes que su objetivo era permitir que el tipo de cambio oficial caiga a alrededor de 102,4 por dólar para fin de año.

El interés en los activos vinculados a la inflación es una señal de que el mercado cree que Argentina necesitará imprimir menos pesos en los próximos meses, después de obtener derechos especiales de giro, o DEG, del Fondo Monetario Internacional para realizar un próximo pago de deuda de US$300 millones, y aprobar un impuesto único a los ciudadanos más ricos para ayudar a financiar el gasto producto de la pandemia del año pasado.

“Los bonos CER podrían seguir demandados con la expectativa de atraso del tipo de cambio real de corto plazo y una inercia inflacionaria que seguirá jugando en febrero y marzo”, dijo Federico Furiase, economista de la consultora bonaerense EcoGO.

Este lunes el dólar blue arrancó en $ 151, el mismo nivel al que había cerrado el viernes pasado. Así mantiene su tendencia estable luego de que la semana pasada se moviera en un rango que iba de $ 153 a $ 151.

El informal sigue siendo el único de los dólares disponibles para el público que cotiza a la baja. En el año cedió 15 pesos. En cambio los dólares financieros vuelven a aumentar: el dólar MEP sube a $ 150,31 y el contado con liqui da un salto de 4% en el día, que lo lleva a $ 154.

Del lado del tipo de cambio oficial, el Banco Central mantuvo la tendencia de la semana pasada y desacelera el ritmo de la devaluación. Es habitual que cada lunes le aplique una corrección cercana a 25 centavos al tipo de cambio mayorista. Pera esta vez la suba fue de solo 17 centavos y se vende a $ 88, mientras el dólar ahorro llega a $ 154,5.

El operador Gustavo Quintana consigna que «la corrección del primer día de esta semana se aleja de las mayores subas de todos los lunes y es la más baja desde el 26 de octubre pasado».

«La semana pasada el BCRA convalidó una suba del 0,81% para el dólar oficial, apenas por debajo del cierre de la semana anterior (0,88%). Se trata de una depreciación a razón de 0,16% por día, desacelerando contra las dos semanas anteriores», detalla la consultora LCG.

¿Por qué frena el Central el ritmo de suba del dólar? La semana pasada la autoridad monetaria compró US$ 143 millones. Y lo hizo pese a que en el mercado se especulaba con que a esta altura del mes ya se iba a sentir el efecto de la «trampa de febrero».

Esta «trampa» hace alusión a que en el segundo mes del año se suele cortar la estacionalidad de alta demanda de pesos que marca el ritmo del mercado desde mediados de diciembre hasta finales de enero. En ese período los particulares y las empresas prefieren tener pesos para afrontar gastos de fin de año y vacaciones, por lo que cede la presión sobre el dólar.

A esto se suma que habitualmente a esta altura del año afloja la liquidación de divisas por parte del agro porque termina de venderse el trigo y se abre un compás de espera hasta que en marzo y abril comience a comercializarse la soja. Con menos oferta de divisas por parte del campo hay menos dólares para abastecer al mercado y eso suele complicar la estrategia del Central.

Pero al menos hasta ahora este febrero muestra una dinámica diferente. Desde Portfolio Personal apuntan que «el Banco Central que logró cerrar con un saldo neto positivo en las cinco primeras ruedas de febrero. La mayor oferta de divisas por liquidación de granos, junto con una demanda regulada, permitió que el BCRA mantenga el ritmo de compra de divisas en el mercado de cambios».

Según detallaron en los primeros 5 días hábiles del mes ingresaron US$ 572 millones por liquidación de granos, cuando en enero habían entrado US$ 430 millones. De este modo, la entidad presidida por Miguel Pesce acumuló US$ 143 millones de divisas -a un ritmo promedio diario de US$ 29 millones- y compensó de esta manera parte de los US$ 272 millones que llegó a vender en las últimas dos semanas de enero.

Detrás de esta baja del ritmo de depreciación esta la intención de no sumarle más presión a los precios. Este jueves se conocerá el dato de la inflación de enero, que rondará el 4%. Con tarifas pisadas y acuerdos de precios, los alimentos siguen aumentando por encima del índice. En ese marco, el presidente Alberto Fernández eligió redoblar la presión sobre el campo y amenazó con subir las retenciones si los precios no se frenan.

«Con una inflación headline de enero que andará en torno al 3,6%-3,9%, el gabinete económico insiste en culpar a la mejora en los términos de intercambio y sugiere que está en agenda subir las retenciones para ‘desacoplar’ los precios domésticos de los internacionales…y al mismo tiempo recaudar», señala LCG.

«Una mejora de los términos de intercambio en un contexto de control de importaciones debería apreciar la moneda doméstica, el tipo de cambio funciona en ese caso como estabilizador automático. El BCRA parece tener otro diagnóstico y el tipo de cambio se mueve en línea con la inflación del mes anterior», indica la consultora.

El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró este domingo que «una devaluación sólo generaría un aumento de los precios» y que la brecha con los dólares paralelos «no tiene que ver con la economía real» ya que el tipo de cambio «es competitivo» y los niveles de inflación son muy inferiores a los del año pasado.

En esa línea, destacó que la Argentina tiene un superávit comercial en torno a unos US$ 12.000 millones, que se reestructuró la deuda externa con el sector privado y que el Gobierno está trabajando para impulsar una recuperación de la economía con paquetes de asistencia a la inversión y la producción.

«Hay sectores que plantearon abiertamente que la devaluación seria la solución. No lo vemos de esa manera ¿Qué solucionaría una devaluación? En un escenario como el actual, donde el tipo de cambio es ciertamente competitivo, sólo generaría un aumento en los precios internos, como en 2018 y 2019», aseguró el ministro en una entrevista con Futurock.

Según Kulfas, los precios de los alimentos tienen actualmente una inflación de «la mitad del año pasado» y que si bien han habido aumentos estacionales y en productos frescos, la inestabilidad de mercados de cambio paralelos no afecta a la economía real.

«No se ve una vinculación entre lo que ocurre en el dólar paralelo y lo que pasa en la góndola», afirmó el ministro, ya que «el ritmo de los precios internos tienen que ver con el tipo de cambio oficial.

Al respecto, llamó a no repetir «errores históricos» de creer que el precio de los productos está atado al dólar paralelo.

«En 2015, (Mauricio) Macri dijo que se iba a eliminar el cepo y que iba a haber una devaluación pero que eso no iba a afectar en los precios porque estaban atados al dólar blue ¿Qué pasó? Hubo una devaluación del 40% y una inflación del 40%», recordó el ministro.

Restablecer la confianza

En ese sentido, dijo que el Gobierno trabaja para resolver «el tema central» que «tiene que ver con restablecer confianza, reducir la brecha cambiaria y mejorar la oferta de dólares».

«Lo que estamos buscando es ir reestableciendo la actividad económica. En el caso del sector industrial, las empresas que están siendo asistidas por el programa ATP son menos del 20% de las que eran en abril», aseguró Kulfas.

Por otra parte, respecto de las negociaciones con con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un nuevo programa y el debate en torno a la continuidad de los paquetes de asistencia por la pandemia, dijo que seguirán «en la medida que sean necesarios».

«Es un tema que encabeza el ministro (de Economía, Martín) Guzmán, que plantea un programa propio que apunte a restablecer el equilibrio fiscal pero en un sendero de crecimiento, no con ajuste», añadió el titular de la cartera de Desarrollo Productivo.

Por último, dijo que se está trabajando en la implementación de 40 medidas para la pospandemia que incluyen programas de obra pública y de apoyo a la exportación, a la inversión y a sectores productivos.

«Argentina tiene que superar no solo la crisis de coronavirus y cómo volver a crecer sino pensar para los 10 o 15 años una estrategia de desarrollo», cerró el ministro.