Agresiones que terminan en lesiones graves, usurpación de viviendas, incumplimiento de las normas electorales. La transgresión como regla en la peligrosa mente de alguien que, cegado en su búsqueda del poder, cree que los límites no son para él. El preocupante silencio del ChuSoTo, que no se hace cargo de ninguno de sus actos.
En los últimos días se conocieron una serie de episodios preocupantes que tienen como hilo conductor la autoría de Mario Das Neves y sus secuaces del ChuSoTo. Hechos que, si los tomamos de manera aislada, resultan de por sí censurables, pero que al analizarlos en su conjunto resultan mucho más alarmantes porque muestran a alguien totalmente desbordado por el delirio de creerse por encima de toda ley.
El primero de estos hechos es la brutal agresión ocurrida en Comodoro Rivadavia, donde militantes del Frente para la Victoria que pegaban afiches fueron abordados por una patota claramente identificada con Mario Das Neves y Jorge Taboada. De este ataque, donde hubo armas de fuego, palos y golpes de puño, resultó gravemente herido el joven Nicolás Maldonado, quien tuvo que ser operado de urgencia tras una fractura en la mandíbula que puso en peligro su vida.
El segundo -oportunamente denunciado a través de esta agencia de noticias- es la usurpación de una casa en el barrio “290 Viviendas” de Trelew, donde funciona un local partidario del ChuSoTo. En este caso, los partidarios de Mario Das Neves ocuparon ilegalmente la unidad habitacional asignada a un policía, poniendo en riesgo la seguridad de todos los vecinos, riéndose en la cara de quienes se esfuerzan por llegar al techo propio y dándole la espalda a una fuerza de seguridad llena de héroes que día tras día se juegan todo en su lucha contra el delito.
El tercero (al menos que recordamos, pero que seguramente no es el último) es la flagrante violación a las normas electorales en las listas del ChuSoTo de varias localidades. El partido de Das Neves no cumple con el cupo femenino en sus boletas municipales de 28 de Julio, Camarones, El Hoyo, Gobernador Costa y Puerto Pirámides. Un error de principiante, que ningún apoderado que conozca las normas puede dejar pasar. Ni siquiera los inefables Diego Martínez Zapata, Adrián López y Roddy Ingram, especialistas en viajar a Buenos Aires para sacarse fotos en plan turístico e intentar –con poco éxito- hacerle creer a la gente que firman alianzas en una servilleta.
Nadie del ChuSoTo salió a hacerse cargo de estos tres episodios, salvo por alguna tibia expresión muy de compromiso. Respecto a la agresión a Maldonado, varios dijeron que era “repudiable”, como si los autores fuesen extraterrestres ajenos a su propio armado; acerca del incumplimiento de la normativa electoral, Roddy Ingram afirmó que el ChuSoTo “no anda mirando lo que pasa en otros partidos” como para no darse por aludido; y no hubo ni una sola palabra desde Trelew por la usurpación de una vivienda para poner en funcionamiento un local partidario.
El silencio de Mario Das Neves respecto a los episodios que tienen por protagonista a su ChuSoTo solamente revela que no le importan estas cosas. Porque para él, las leyes no se aplican. Porque, como dijera el monarca absoluto Luis XIV “el Estado soy yo”. O, como afirmara su heredero Luis XV, “después de mí, el diluvio”.
Este delirio de sentirse por encima de las leyes se corresponde con lo que los psicólogos llaman “la tríada oscura”, una personalidad que combina el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía. Todos atributos que podrían encontrarse en Das Neves, que al armar un partido exclusivamente en torno a sí mismo revela una fuerte dosis de narcisismo; que mostró su maquiavelismo al intentar todo tipo de acuerdos y vueltas en el aire, primero con Duhalde, luego con Massa, y más tarde con Randazzo; y que deja de manifiesto su psicopatía precisamente al no hacerse cargo de sus actos.
Con ese cóctel explosivo dentro de una mente peligrosa, cegado por su ambición de llegar otra vez a Fontana 50 quién sabe para qué, Das Neves se mueve creyéndose totalmente impune. Como se creía cuando era gobernador y, así, firmaba contratos que hoy lo tienen bajo la lupa del FBI. En definitiva, para él, el fin justifica los medios. Aunque en el camino haya que dejar (literalmente) heridos graves, policías sin casa y leyes sin cumplir.