Por Luis Dupuy
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Se espera que este jueves tomen Estado Parlamentario en la Legislatura del Chubut proyectos relacionados con el I.P.V., Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano.
Desde hace meses algunos Diputados profundizan sus conocimientos sobre la institución y las preocupaciones aumentan en la medida que reciben informaciones y hasta denuncias que relatan experiencias negativas. Otra sorpresa fue recibir del IPV un listado con nada más que 8.606 nombres de beneficiarios de casas nuevas adjudicadas durante los últimos doce años.
Hace unos días una Diputada recorría en Comodoro Rivadavia un asentamiento ilegal, después de haber hecho lo mismo en Puerto Madryn, Trelew y otras poblaciones de nuestra provincia, con tristeza dijo, parafraseando al Papa Francisco: “los pobres no pueden esperar”.
Su Santidad en diciembre de 2013 había expresado: «en estos días de Navidad invito a todos, personas, entidades sociales y autoridades, a hacer todo lo posible para que cada familia pueda tener una casa».
En Chubut, los inscriptos en el registro permanente del IPV son alrededor de 35 mil vecinos. Como se sabe los datos que proporciona hoy por hoy el organismo no son para nada confiables, y como se difundió días pasados se encontró en un Informe de Auditorias FO.NA.VI y Programas Federales Ejercicio 2014, que fuera elevado a conocimiento de la ex Presidente Cristina Fernández, que en Chubut el número de inscriptos alcanzaba a solo 1.656 anotados. Algo totalmente insólito.
La Ley XXV N° 5 de creación del I.P.V. dice en su artículo 4° ”Será función específica del Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano: a) Planificar y realizar la construcción de viviendas, tanto urbanas como rurales, para su venta o arrendamiento especialmente a familias de limitados recursos económicos”.
En los últimos años, lo de “especialmente a familias de limitados recursos económicos”, dejó de ser especial en nuestra provincia. Los pobres de Chubut, los que diría el Papa Francisco: “no pueden esperar”, lamentablemente siguen esperando y no tienen una vivienda digna, y sí frío, mucho frío, sin gas natural, sin agua corriente, sin luz, y muchos, los que tienen un poco de suerte, cuentan con un trabajo, casi siempre, precarizado.