Emilio Simón, jefe de sondeo de las primeras perforaciones petroleras realizadas en Comodoro Rivadavia a lo largo de 1907, fue despedido en el mes de julio, pocos meses antes del histórico “descubrimiento” del petróleo, ocurrido sobre finales de ese año. Un siglo más tarde, los argumentos empresarios y gubernamentales resultan muy similares. Desde hace un siglo se exige mayor productividad. Como en un trágico espiral, la historia vuelve a trasladar el ajuste a los trabajadores.
Emilio Simón fue cesanteado en julio de 1907 por Humberto Beghín, con el aval del ingeniero Julio Krause – Jefe de la Sección Hidrología y Perforaciones– luego de negarse a implementar el nuevo organigrama que imponía un doble turno y aumentaba el ritmo de trabajo de los obreros, que tenían jornadas laborales de entre 12 y 15 horas diarias.
Así quedó retratado en la historia por el propio Beghín en sus memorias, publicadas en el cincuentenario del descubrimiento del petróleo por el diario El Rivadavia.
Los argumentos resultan conocidos: “En vistas de esta manifiesta rebeldía en que se perjudicaban los intereses de la Nación en un complot bien comprobado, decidí suspender los trabajos. A este efecto solicité la ayuda de la fuerza pública para garantizar esa medida”. Cualquier similitud con episodios actuales no es del todo una casualidad.
Fuchs se arrepiente
Junto a Simón también había sido despedido el otro jefe de sondeo, José Fuchs, a quien también se acusó de formar parte del complot. Sin embargo, Fuchs fue mantenido en su puesto luego de disculparse a través de un escrito en el que se comprometió diciendo: “Señor Beghín. No decir nada al ingeniero Krause, yo hacer lo que Ud. decir”.
Simón no aceptó escribir una retractación de tamaña subordinación, y como consecuencia dejó de formar parte del equipo perforador. Quien siguió el mismo camino fue el inspector de equipos Destloff, a quien se podría catalogar del segundo despedido en el mundo petrolero argentino.
“Restablecí un horario para trabajar a dos turnos, el que fue arrojado al hogar de la caldera por el jefe de sondeo, Emilio Simón”, cuenta Beghín en sus memorias escritas en 1920, luego de haber sido el auxiliar de perforación enviado a Comodoro Rivadavia por la Dirección de Minas del Ministerio de Agricultura.
Beghín acusaba a Simón, Fuchs y Destloff de “trabajar de mala fe”. La primera cuadrilla de perforadores que ellos lideraban se había negado a seguir trabajando en el duro invierno de 1907, ya que reclamaban mejores condiciones para desempeñar sus funciones.
La primera huelga
Ellos fueron los protagonistas centrales de la primera huelga petrolera, mientras se perforaba a destajo para que el oro negro brotara por primera vez en la Patagonia. El objetivo de la medida era evitar la sobreexplotación de sus equipos de operarios.
¿Estos tres alemanes eran vagos, desleales, traidores a la Patria? Todo indica que solo se trataba de obreros que sabían muy bien lo que hacían, poseían enorme experiencia y conocían sus derechos, los que estaban exigiendo para continuar con el rudo trabajo en condiciones nada favorables. Quizás allí estaba el complot que imaginaba Beghín.
Aunque transcurrió más de un siglo tras aquellos acontecimientos que marcaron el inicio de la historia del movimiento obrero petrolero – incluyendo el mencionado despido por oponerse a una mayor jornada laboral – el pasado vuelve a repetirse reconvertido en el presente.
El ajuste de hoy
El ajuste que pretende hoy el empresariado petrolero tiene grandes puntos de contacto con aquella historia de los tres alemanes que pelearon por sus condiciones laborales. Hoy, con la impronta de la gestión nacional macrista se intenta aumentar los ritmos de producción para incrementar la rentabilidad en tiempos de crisis, lo que hace imprescindible el ajuste y la flexibilización laboral.
La historia es cíclica, y el presente tiene puntos de contacto con aquellos inicios del siglo pasado.
Hoy los despidos se anuncian por varios miles, pero en el fondo los objetivos son los mismos que en aquel 1907, aunque brutalmente capitalistas.
Se puede intuir que se busca domesticar al obrero petrolero, como de alguna manera le pasó al propio Fuchs, quien la noche anterior al descubrimiento del petróleo hasta se quedó trabajando en el Pozo número 2 con su esposa.
Esa tan profunda y contundente frase escrita en 1907, “Yo hacer lo que Ud. decir”, se transforma en sinfonía pura para los oídos de los CEOs que comandan las operadoras petroleras y ahora también el Gobierno nacional.
La historia la escriben los que ganan. Más allá de las imprecisiones y escasez de datos exactos, Simón y Destloff han sido arrancados de la historia del descubrimiento del petróleo, mientras que Fuchs ha pasado a engrosar las innumerables páginas oficiales de la epopeya petrolera argentina.
Una nueva oleada de despidos y flexibilización se avizora en el horizonte cercano. Todavía queda mucho por recorrer en el desarrollo de esta crisis petrolera, que se impone como una de las más complejas de las últimas décadas.
Por Marcelo Garcia