En el Jardín 421, ubicado sobre la calle Francisco Tejo, a diferencia de lo que sucedió en otros establecimientos la matrícula no se incrementó y ayer por la mañana solo habían asistido 89 chicos de los 180: apenas nueve más que el lunes.
La maestra Alejandra Soto, la auxiliar administrativa Claudia Álvarez, acompañadas por Lidia -personal operativo- y Stella -tareas pasivas- admitieron que el regreso a clases no fue igual que en otros establecimientos, principalmente porque el jardín está próximo a la zona más afectada y en el epicentro de donde se realizan los trabajos para el traslado del barro con paso de máquinas y camiones durante todo el día.
Por supuesta, tampoco volver a las aulas fue normal para los chicos, ya que los más pequeños sintieron el impacto del temporal. «Algunos nenes estaban con miedo, pero poco a poco han podido hablar. Perdieron sus cosas personales, sus recuerdos, sus juguetes, sus mochilas, su guardapolvo. Pero seguimos trabajando y vamos a continuar trabajando porque la escuela es un espacio de contención», señaló Alejandra.
Stella contó que cada chico cuenta su historia, lo que perdieron, inclusive sus animales. También que absorben todo lo que pasa en la ciudad, como por ejemplo el embotellamiento de vehículos. Para ejemplificarlo, contó que hace unos días hicieron un juego y los nenes simularon los constantes bocinazos que por estos días escuchan en las calles.
Otros, en cambio, creen que estuvieron de vacaciones, sin saber que la suspensión de clases fue producto del temporal que aún dejó a cientos de nenes autoevacuados junto a sus familias.
Por todo esto desde el jardín, al igual que en otras escuelas, apuestan a la contención, explicó Alejandra. «Toda la semana estuvimos haciendo actividades de contención, de estar con ellos, preguntarles qué han pasado, qué han vivido, para que puedan contar sus experiencias. También recuperar el juego y algunas cosas que habíamos estado trabajando».
«Acá tenemos chicos de Fracción 14, 15, Los Bretes, Cordón Forestal, y tratamos de contactarlos para saber cómo están. Con algunos podemos hablar, con otros no. Por ejemplo, vino una mamá que perdió todo, hasta el celular, y se tuvo que autoevacuar», agregó Claudia, lamentando que en ese tipo de situaciones los nenes pierden hasta sus cosas más preciadas, ya que «la mamá saca a los nenes, no saca sus cosas personales, y ellos dejan su mochila, su guardapolvo, sus juguetes».
El Patagónico