En el libro “En defensa del modelo”, que repasa su experiencia en los gobiernos kirchneristas, el ex secretario de Comercio defiende la bizarra misión a Angola y revela detalles sobre el día de la muerte de Néstor Kirchner y sus relaciones con Diego Maradona y el Papa Francisco
Más conocido en el último tiempo por un dudoso emprendimiento comercial con el actual recluso y ex jefe del Ejército César Milani (la cadena de pancherias Tío Tola) y sus agresivas apariciones televisivas (especialmente, pero no únicamente, en el programa de Mauro Viale), Guillermo Moreno fue durante doce años uno de los más poderosos funcionarios del gobierno kirchnerista, midiéndose a los gritos y ocasionalmente armado con los principales empresarios del país.
El ex secretario de Comercio Interior revive esa época en su flamante libro de memorias En defensa del modelo que publicará este mes la editorial Sudamericana y del que Infobae publica algunos de los más jugosos pasajes en exclusiva. A continuación, algunas de las revelaciones más sorprendentes del libro.
1. Moreno le dijo a Néstor Kirchner el día que lo conoció que el Frente para la Victoria ganaría las elecciones del 2003
Moreno cuenta cómo comenzó su relación con Néstor Kirchner -un encuentro en la Casa de la Provincia de Santa Cruz con el entonces gobernador y candidato presidencial para discutir sobre el plan económico que presentaría – y que inmediatamente se dio cuenta que el santacruceño llegaría lejos.
«Para obedecer la consigna de quien nos había convocado de evitar el ítem de la economía, permanecí callado mientras Kirchner insistía en lo pernicioso del déficit fiscal. Hasta que no pude más y tomé la palabra para señalar (…) que las malas interpretaciones de los problemas económicos hacían colapsar a los gobiernos y que la prueba contundente la teníamos en el reciente gobierno de la Alianza. En ese momento vaticiné, por primera vez, que el Frente para la Victoria iba a ganar las elecciones y dije que un diagnóstico equivocado podía causar un nuevo fracaso: no era lo mismo pensar que el problema provenía del desequilibrio fiscal que de la falta de dólares por la baja competitividad sistemática».
Néstor Kichner junto a Guillermo Moreno
2. Moreno le regaló a Hugo Chávez la colección completa de libros de Evita
Visitando Venezuela como secretario de Comunicaciones del gobierno de Néstor Kichner, Moreno conoció al entonces presidente Hugo Chávez durante las reuniones por la creación del Enarsa. Y el regalo que le obsequió al líder bolivariano estaba vinculado con una mujer que ambos admiraban.
«Cuando llegué a Caracas, el presidente Chávez me invitó a una cena privada en el quincho edificado en la terraza del Palacio de Miraflores. Estábamos los dos solos disfrutando de una noche caribeña con una temperatura perfecta, ni frío ni calor, y me pareció el momento propicio para entregarle el presente que le había llevado desde Buenos Aires: la colección completa de los libros de Eva Perón, que mi esposa Marta había comprado para él. Él se levantó entonces de la mesa con uno de los libros en las manos, salió del quincho, buscó en el cielo la estrella más brillante, se hizo la señal de la cruz y dijo: Santa Eva, cuida al pueblo venezolano, pero sobre todo cuida al pueblo argentino. Emocionado, volvió al quincho: Ahora sí, vamos a cenar».
3. El motivo de su famosa pelea con Lousteau: contenedores de carne
En pleno conflicto con el campo por la resistida resolución 125, la discusión por el aumento a las retenciones dentro del Gabinete se hizo visible en un acto oficial en el que Moreno y el entonces ministro de Economía Martín Lousteau se pelearon ante la mirada atónita de funcionarios y fotógrafos. En su versión de los hechos, Moreno niega sin embargo que haberse pasado el dedo por el cuello simbolizaba el gesto de degollar a Lousteau, y que simplemente trazaba una «línea divisoria».
El 1 de abril, temprano por la mañana, recibí un llamado de la señora presidenta, en el que me comunicaba que en ese momento en el puerto de Buenos Aires se embarcaban contenedores con carne bovina. «Señora, desconozco la situación», le respondí. El contrasentido era grave: si no había carne para nuestro pueblo, producto del lock-out patronal, ¿cómo era posible que se fletara carne al exterior? Cristina me instruyó que revirtiera la acción. La respuesta de la directora general de Aduanas —»Ya lo soluciono»— me tranquilizó. En la Secretaría nos organizamos para ir al acto.
Como estaba planificado, subimos todos al palco, a la espera el discurso presidencial. Tal cual salimos en las fotos, mientras aguardábamos la llegada de Cristina, Lousteau se encontraba a dos ministros por medio (Juan Carlos Tomada y Jorge Taiana). Más que informarme, me gritaba que él había permitido el envío de carne para destrabar el conflicto con los frigoríficos exportadores. Hubo todo tipo de gestos. En las fotos se advierte que le contesto con el mismo tono que, dada la lógica del mercado, eso no garantizaba el abastecimiento interno y que la vocación del gobierno era proveer primero lo local y luego lo internacional. Me responde que lo había desautorizado. Mis gestos transmiten mi respuesta: que un conflicto por la comida implicaba una gravedad extrema y que no había posibilidad de estar en ambos bandos al mismo tiempo. No sé si el ministro era consciente del lenguaje de sus gestos, pero doy fe por los míos: sencillo, la mano sobre mi cuello fue la última frase de la discusión («De qué lado estás»). El desabastecimiento de alimentos había trazado una línea divisoria. Había que optar de qué lado de la raya se estaba.
4. Moreno se entera de la muerte de Néstor Kirchner desnudo y recién salido de la ducha
Moreno minimiza la mala salud en la que se encontraba Néstor Kirchner en el 2010 -año de su muerte- y responsabiliza a los medios de «agravar» su condición. Sin embargo, reconoce que luego el cuerpo comenzaría a pasarle factura «por tanta presión y trabajo», y comparte detalles sobre el día del fallecimiento del ex presidente.
«Ese miércoles me levanté más tarde, desayuné y, a las ocho y media, mientras estaba en la ducha, escuché que sonaba lo que familiarmente denominábamos «el teléfono del esclavo», el que solo tenían mis secretarias, la presidenta y algún cuadro importante del gobierno. Ni mi familia lo tenía, ya que con ellas me manejaba con el Nextel de siempre. La tercera vez que sonó el teléfono salí corriendo de la ducha. Era el compañero dirigente Roberto Porcaro: «Loco, se nos murió Kirchner», me dijo con tono angustiado. Me senté como pude así como estaba, desnudo, chorreando agua en la silla de pana del living con el celular en la mano, completamente consternado. Luego tomé conciencia de que había caminado casi diecinueve metros, mojado, desde el baño hasta el living. Reaccioné cuando vi el rostro de mi mujer y la escuché preguntarme sorprendida: «¿Qué pasó?». No sé si llegue a recuperarme. Mecánicamente tomé el teléfono, llamé al ministro De Vido y él me confirmó la noticia con tristeza. Después me dio una instrucción que lo destaca como cuadro político: «Hay que seguir con todo y lo vamos a hacer por él».
La misión comercial a Angola, un punto alto de la carrera de Moreno según sus palabras
5. Pese a las críticas, Moreno considera que la misión comercial a Angola fue un éxito
Promocionada en su momento como la punta de lanza para conquistar África, la gira comercial que encabezó la entonces presidente Cristina Kirchner junto a una numerosa delegación de empresarios y funcionarios es considerada como uno de los episodios más bizarros del kirchnerismo, gracias al fracaso total de la misión (las ventas a ese país cayeron, la conquista del mercado africano nunca sucedió, y hasta el cotillón anti-Clarín que llevó Moreno le provocó dolores de cabeza judiciales). Sin embargo, el ex secretario de Comercio hace un balance completamente positivo de la experiencia.
«El embajador de Angola en la Argentina, Herminio Escorcio —antiguo jefe de protocolo del líder revolucionario António Agostinho Neto—, sugirió generar una misión comercial de nuestros empresarios a su país. Analizamos los vínculos comerciales ya existentes, sus riquezas naturales y su condición geopolítica y llegamos a la conclusión de que cumplía nuestras expectativas: compartíamos el eje sur-sur del océano Atlántico, era un destino no tradicional y a la vez beneficioso, y si bien su economía crecía a buen ritmo los efectos de la guerra civil aún estaban presentes en la enorme cantidad de minas antipersonales enterradas en los campos, cosa que durante años había impedido el desarrollo agricologanadero. Dado que la propuesta que me había hecho el embajador Escorcio concordaba con la política que nosotros habíamos iniciado, la primera misión que emprendimos fue hacia la República de Angola. (…) Nuestra economía necesitaba salir en busca de nuevos mercados. Pero ¿qué se pretendía? ¿Que las pymes le vendieran a Alemania? Tanto el clima que se consiguió en la delegación como los negocios que se iniciaron demostraron el éxito de esta primera iniciativa; no solo por los contactos que se generaron entre los empresarios argentinos y angoleños, sino también por las múltiples relaciones que se originaron en el seno de la delegación argentina».
6. Cuando conoció a Diego Maradona, Moreno supo que serían amigos «para toda la vida»
Antes de transmitir programas de radio en conjunto y amenazar con fundar el «peronismo maradoniano», Moreno era solo otro fanático más de Maradona que soñaba con conocer al Diez, hasta que un encuentro en Dubai los unió.
«Había terminado la ronda de negocios y la presidenta Cristina reclamaba mi presencia en Abu Dabi. Ya durante mi viaje de regreso a Dubái, a veces pensaba en las pocas posibilidades de que Diego hubiese aceptado nuestra invitación y otras en que tal vez sí había aceptado y yo no llegaría a tiempo para verlo. De todo aquel pesimismo, lo que más me contentaba era creer que él pudiera estar en el hotel acompañando a nuestra comisión… Cuando vi a Diego vi al diez, a la mano de Dios, vi los goles de los mundiales que había seguido por televisión en el living de mi casa. Ahí estaba, frente a mí, en el jardín del hotel, rodeado de las personas de la delegación y esperándome para comer. Desde ese momento nos hicimos amigos para toda la vida, ya que él, con la humildad que solo los grandes poseen, no tuvo inconveniente en esperar una hora y media que yo volviese de Abu Dabi».
7. El papa Francisco le pidió que sonrieran para su foto de despedida de Roma
La primera audiencia privada entre Francisco y el presidente Mauricio Macri será recordada por los gestos adustos del Pontífice ante las cámaras, pero el último encuentro entre Francisco y Moreno en el Vaticano, quien abandonaba su cargo de agregado económico de la embajada argentina en Roma, parece haberse realizado en un ambiente más amistoso.
«El 5 de diciembre acudimos con mi esposa a la residencia de Santa Marta. Francisco nos recibió junto a su secretario privado, Fabián Pedaquio. La sala era de dimensiones reducidas; una mesa para apoyar algo pequeño y un juego de cuatro sillones. La sobriedad acompañó la armonía en la que se desarrolló la reunión. No era la primera entrevista que teníamos con Su Santidad. Sin embargo, ver a mi obispo de Buenos Aires convertido en Papa en Roma me provocó un sentimiento ambiguo, entre esa paz que él irradia y el orgullo que aguijonea, acompañado por la tristeza de tener que despedirnos. Pensé que tal vez fuera la última vez que nos veríamos. No hay despedidas felices. (…) Volví la mirada hacia el Santo Padre y le pregunté si podíamos sacarnos una foto y hacerla circular. Él accedió amablemente. Su secretario privado nos indicó de qué modo acomodarnos. Tras el primer intento el Papa Francisco comentó: «No, Moreno. Si la va a subir a las redes, al menos tenemos que sonreír». Y efectivamente eso hicimos. Volvimos a posar, esta vez sonrientes y mirando a la cámara».