Alrededor de 900 perros y sus cachorros deambulan por la zona de exclusión de Chernobil luego del gran desastre nuclear.
Estos animales, con altas tasas de radiación, hasta 20 veces más de lo normal, se encuentran a la deriva porque no está permitido rescatarlos y llevarlos a casa. Son los descendientes de las mascotas que debieron abandonar hace 31 años los más de 50.000 habitantes de Pripiat.
Mientras que nadie ha vivido dentro de la zona de exclusión de 30 kilómetros durante 31 años, unas 3.500 personas se desplazan diariamente a trabajar en la planta nuclear. Algunos de estos trabajadores alimentan a los perros y a menudo les permiten entrar a la planta durante el frío invierno de Ucrania, según apunta la ONG estadounidense Clean Futures Fund (CFF).
Algunas organizaciones internacionales les dan atención esporádica y aplican drásticas medidas de control para evitar que se sigan reproduciendo.
Campañas de erradicación
Clean Future Fund, un grupo de veterinarios que está trabajando con funcionarios ucranianos, asegura que con estos perros abandonados “existe el riesgo de que puedan atrapar y propagar la rabia u otras enfermedades de los lobos y otros animales que viven en la zona”.
Para enfrentar este problema, los están vacunando y castrando en una campaña que se repite cada año. Luego los etiquetan con un collar distintivo y los sueltan para después analizar los posibles efectos que han sufrido durante estos años.