La Casa Rosada no consiguió el apoyo necesario para instalar una central nuclear en Río Negro y tampoco prosperó la estrategia para quitar del camino a la ley provincial que prohíbe este tipo de emprendimientos.
Como plan b, proponen llevarla a cabo cerca de Atucha I y II.
Los habitantes de Río Negro pueden respirar más tranquilos.
Luego de que no lograra reunir el apoyo necesario, el Gobierno Nacional ha decidió desestimar a la provincia para la construcción de una nueva central nuclear.
A partir de un fuerte lobby liderado por el diputado Sergio Wisky y el intendente de Sierra Grande, Nelson Iribarren, la estrategia era prometer nuevos puestos de trabajo en la provincia y así acumular el mayor consenso político y social posible, para encarar el proyecto.
Sin embargo, los resultados no fueron los esperados ya que muchos de los ciudadanos rionegrinos se mostraron en contra.
Tampoco la reunión que en Villa La Angostura llevaron adelante el presidente Mauricio Macri con el gobernador Alberto Weretilneck, quien en principio se había mostrado a favor de la central nuclear en Río Negro, pudo destrabar la situación.
“Se esperaba mayor compromiso. No observamos apoyo claro del gobierno provincial para empujarlo. El gobernador opina con muy poca convicción”, admitió un funcionario nacional, de acuerdo al diario Río Negro.
Desde el entorno del presidente reconocen que uno de los aspectos más complicados era la eliminación de la ley Nº 5227, promulgada en setiembre pasado.
Además, afirman que “la principal oposición (el Frente para la Victoria) está en contra y la construcción del proyecto demanda de nueve años, por lo que trasciende a más de dos gestiones y requiere consensos entre los actuales y los futuros gobernantes”.
Los riesgos ambientales que representa la actividad atómica –incluso en ausencia de accidentes, que suelen ser fatales– y la desconfianza que genera a nivel social, produjo que los grandes exponentes internacionales como son Suecia, Alemania, Bélgica, Italia o Japón decidieran paralizar la construcción de nuevos reactores, cerrar platas y realizar un éxodo hacia fuentes renovables.
Tal como afirma el Movimiento Antinuclear Rionegrino (MAR), “una sola planta genera desechos radiactivos que pueden tardar cientos de miles de años en disminuir su peligrosidad”.
Los ambientalista también destacan que el uranio, el mineral utilizado para desarrollar esta industria, “se extrae de la naturaleza, cuenta con bajas proporciones y no se regenera, por lo que representa otro riesgo.
En la mayoría de los países esto va en declive y se encaminan hacia energías limpias, renovables y sustentables”.
Como alternativa, desde el Gobierno afirman que por el momento no volverán a impulsar el proyecto en la Patagonia y aseguran que ya planean el desarrollo de la central –que es financiada por capitales chinos– en la localidad de Lima, donde se encuentran las dos centrales de Atucha.
“Hoy no está en la agenda.
Al presidente le gustaba la idea para desarrollar una zona que está económicamente en retirada.
Hubiese sido un importante punto de partida pero la mirada ya está puesta en Buenos Aires, para construirla cerca de Atucha I y II”, fue la explicación.