Los antiestéticos michelines dificultan la circulación y pueden poner en peligro el corazón.
Si sudas la gota gorda y haces ejercicio en el gimnasio para decir adiós a las lorzas, te encantará saber que no solo vas camino de lucir una figura más esbelta: eliminarlas también suma años de vida. Para empezar, por cada diez centímetros de cintura que reduzcas disminuirá en un 29 % el peligro de que tu corazón falle, según se podía leer a principios de 2016 en la revista Circulation. Esto se debe a que esos antiestéticos flotadores de grasa empeoran la función de nuestros vasos sanguíneos y dificultan la expansión de las arterias.
Por otra parte, no debes obviar que, según una investigación del Hospital General de Massachusetts, estas redondeces favorecen el deterioro óseo y la osteoporosis, tanto en mujeres como en hombres. Ni que trabajos recientes ligan la grasa abdominal al desarrollo de asma o depresión y a un riesgo 3,6 veces mayor de sufrir pérdida de memoria y demencia al envejecer.
Incluso si la báscula indica que el peso está dentro de lo que se considera normal, lucir michelines aumenta la tasa de mortalidad por cualquier causa, según demuestran estudios del Imperial College de Londres y de la Clínica Mayo, en Estados Unidos. Al fin y al cabo, no solo importa cuánto tejido adiposo almacenas, sino, sobre todo, dónde se ubican los indeseables depósitos. De ahí que los expertos recomienden que, además de pesarnos, echemos mano de la cinta métrica para determinar si llevamos a cuestas más grasa insana de la cuenta. Un dato: una cintura de más de cien centímetros en mujeres o de 120 cm en hombres duplica las probabilidades de fallecer prematuramente frente a tallas de 65 cm y 80 cm, respectivamente.