Cuando un “hecho aislado” como fue catalogado desde el Ministerio de Salud de la provincia de Chubut al hantavirus, se registró en Epuyén hace menos de un mes atrás, las alertas sanitarias estaban dormidas. Cuando los casos se multiplicaron, seguían dormidas y cuando el brote se había llevado cinco personas de esta vida y más de 16 infectados, era tarde.
La explicación es simple, las autoridades siempre creyeron y repitieron la cartilla del buen funcionario: alertar y dar los tips para que la gente “evite contacto con los roedores, se lave las manos, no transite por zona de pastizales, cuide a los niños y los aleje de basurales, pozos y zonas de riesgo donde ratas y otras alimañas puedan habitar, etc etc”; digamos, alertas “de manual”; nadie tuvo la visión de ver un poco más allá de lo que rezan los libros. Pero al Ministro de Salud de Chubut, Ardían Pizzi, se le quemaron esos libros, cuando se enteró (muy a destiempo) que el Hantavirus se propaga por contagio de persona a persona. ¿Esto es algo nuevo en la infectología?, no. El problema fue la ignorancia de los funcionarios que no lo sabían y no las ratas.
A partir de allí (del despertar de la ignorancia), el Ministro de Salud y prácticamente todo el gobierno provincial comenzaron a desplegar una serie de medidas sanitarias que si bien son moderables de los efectos del virus, van a destiempo, siempre atrás de las consecuencias y no pueden ni pudieron articular la prevención o lo que es peor, les hizo perder un tiempo de oro, circunscripto a las primeras 24 horas después de detectado al menos el segundo caso, para tomar la decisión de declarar a Epuyén zona de riesgo y proceder a poner a toda la población en cuarentena. Si, así como vemos en las películas y que son nada más y nada menos que protocolos internacionales de acción preventiva en caso de infectocontagiosas que como éste virus implican la muerte de las personas.
Epuyen siguió convirtiéndose en un centro de producción y distribución del virus letal y la gente entraba y salía del pueblo de unas 5 mil personas, sin problemas, distribuyendo la enfermedad en los pueblos vecinos, la provincia y el país, más aún en épocas donde el turismo mueve la economía regional en la cordillera. Así el virus apareció en Esquel, de donde luego se multiplicó a valla a saber qué lugar de Chubut y del país. Todo por ignorancia e inacción, cuando no subestimación del brote y la reacción tardía del gobierno que ahora no sabe cómo explicar que llegó tarde y esto que podría transformarse de una epidemia (enfermedad que ataca en un lugar y a un determinado grupo de personas) en una pandemia (la epidemia extendida a la provincia o el país, e inclusive a países de la región), es culpa de su propia ignorancia y desinformación.
El ministro Pizzi, acorralado por la realidad calificó al brote de hantavirus como “un evento único y extraordinario, con un comportamiento atípico de esta enfermedad, porque es endémica en la provincia y estamos acostumbrados hace más de 20 años. Pero cobró características particulares, y esto nos lleva momento a momento a ir analizando lo que va pasando, y tomando definiciones”, tal fueron sus palabras ante la prensa.
Traduciendo el mensaje del funcionario responsable del área de salud de Chubut y a riesgo de ser su exégeta, pero solo para poner en claro lo que no dijo y ocultan sus jabonosas palabras, quiso decir: “no teníamos idea que esta enfermedad que ahora por nuestra culpa se ha hecho endémica en la provincia, se propagaba de persona a persona, porque “estábamos acostumbrados” desde hace más de 20 años que como nos habían enseñado en la escuela primaria, solo la propagaba la ratita. Con lo cual, si nos cuidamos del contacto con los roedores, tenemos el problema resuelto. Pero ahora, que nos agarró desprevenidos y en la total ignorancia, no sabemos qué hacer e improvisamos paso a paso y vemos lo que podemos instrumentar sobre la marcha”.
En cualquier lugar del mundo, si se trata de un país serio, este funcionario y todo su equipo sería relevado de su cargos, echados por haber generado una emergencia que puede traer gravísimas consecuencias al país y hasta con un juicio por mala praxis. Un ministro sensible y con conocimiento en esta tarea, tendría que haber profundizado la investigación ni bien apareció el primer caso. Sabiendo que la propagación es interpersonal, el gobierno de Chubut debiera haber desplegado, con la colaboración del gobierno nacional, una zona de exclusión alrededor de Epuyén con el despliegue de fuerzas de Gendarmería y policía evitando que la gente entre y salga del lugar. Proveer a todas las necesidades logísticas (alimento, agua, etc) de la población por el tiempo que durara el aislamiento y disponer de equipos de detección y cura, tratando a las 5 mil personas que viven allí. Nada de esto se hizo.
Epuyen siguió su vida como si no pasara nada mientras por el denominado “efecto dominó” uno contagia a otro. Los que entran sanos son contagiados (aún hoy) por los portadores sanos, que transmiten el virus y los visitantes salían (y salen) de Epuyen llevando la enfermedad que muchos días después se manifiesta, cuando es muy tarde para remediarlo.
Concluyendo: el mal manejo de las tareas de prevención y emergencia ante la enfermedad en Epuyén, es responsabilidad directa el Ministerio de Salud de Chubut por haber actuado mal y del Gobernador Arcioni por mantener a todo el equipo de salud, en sus cargos. (Agencia OPI Chubut).
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