La inflación, la devaluación y las exorbitantes tasas de interés, sumadas a la apertura indiscriminada de las importaciones, provocan un efecto devastador no solo en las pequeñas y medianas empresas sino también en las grandes corporaciones. Pérdidas millonarias, retiros voluntarios y despidos.
La situación laboral en las grandes empresas cruje con el modelo económico de Cambiemos. En los últimos meses salieron a la luz problemas en un sinfín de firmas de gran porte y marcas muy conocidas para el público. Coca-Cola, Peugeot, Honda, Molinos Cañuelas, Fate, lácteos Verónica, La Suipachense, Carrefour, Zanella, Garbarino, Villa del Sur, Editorial Atlántida, Metalpar y la ex Nidera son algunos de los casos. Además, se conocieron grandes pérdidas operativas de Arcor, Molinos Río de la Plata y Mastellone. Hay procedimientos preventivos de crisis, retiros voluntarios y despidos, achicamiento de horas de trabajo, quiebras y cierres.
El círculo (en) rojo
La multinacional Arcor, controlada por la familia Pagani, informó a la Bolsa que en 2018 anotó una pérdida operativa por 1010 millones de pesos a causa del impacto de la devaluación y de la caída del consumo interno, aunque gracias a la compensación con otras fuentes de ingresos no detalladas pudo distribuir dividendos. Molinos Río de la Plata, de la familia Pérez Companc, anotó pérdidas por 1702 millones de pesos contra un rojo de 754 millones en 2017. “El 55 por ciento de las categorías perdieron frecuencia y seis de cada diez perdieron compradores. Esto se relaciona con una fuerte contracción de las primeras marcas y el crecimiento de aquellas de bajo precio”, detalló Molinos.
“Se sufren efectos distorsivos y erosivos combinados por inflación, devaluación y exorbitantes tasas de interés (…) con una desmedida presión impositiva. (Además) hay asimetría en las reglas de comercio exterior, por un permanente crecimiento de la presión importadora proveniente de países con menores costos impositivos, salariales, previsionales y financieros. Las importaciones se realizan en la Argentina en un marco de simplificación de la gestión importadora de bienes finales, generando una competencia difícilmente soportable ante la ausencia de medidas gubernamentales que permitan compensar esa asimetría. En cambio, nuestras exportaciones encuentran reales dificultades administrativas y de homologación técnica para ingresar a destinos relevantes”, criticó la firma de neumáticos Fate, propiedad de Javier Madanes Quintanilla, uno de los empresarios más poderosos del país. Fate presentó ese escrito para justificar su pedido de procedimiento preventivo de crisis (PPC).
La Serenísima, principal empresa láctea, de la familia Mastellone, planteó en su último balance que “la fuerte devaluación del peso sumado al ajuste de las tarifas de los servicios públicos han impactado en los índices de inflación de Argentina y también han tenido consecuencias negativas sobre el ritmo de actividad económica del país”. La compañía anotó una pérdida de casi 2 mil millones de pesos el año pasado. En 2017, la empresa había perdido 844 millones de pesos.
Multinacionales
“Coca-Cola Femsa Argentina atraviesa una etapa compleja debido a la desaceleración del consumo, lo que la ha colocado en la necesidad de readecuar su estructura de trabajo”, comunicó Coca-Cola semanas atrás, con la intención de lograr un PPC. La última información contable muestra que las ventas medidas en unidades de Femsa Argentina, principal distribuidora de Coca-Cola, bajaron un 14,9 por ciento el año pasado. Por la caída del volumen y la devaluación, los ingresos generados por la filial argentina registraron una caída del 34 por ciento interanual medida en pesos mexicanos, que traccionó a la baja a toda la región.
La situación de Coca-Cola es homologable para buena parte de las multinacionales que operan en el país, perjudicadas por la caída de los ingresos medidos en moneda dura. Otra empresa global que acusó problemas es Cofco, de capitales chinos, que acordó cerrar ex planta de Nidera en Valentín Alsina y relocalizar a los trabajadores en otros establecimientos. En tanto, casi todas las automotrices están con freno de mano (ver aparte).
En su último balance, Carrefour informó a sus inversores globales que en 2018 se desprendió de 1000 empleados en Argentina a través de los retiros voluntarios, el mayor programa de achicamiento en el mundo junto al de Bélgica y seguido del implementado en Francia. La empresa advierte además que no espera para 2019 una desaceleración inflacionaria. En el sector metalúrgico, Metalpar –de capitales chilenos y brasileños– es la productora de carrocerías de colectivos más grande del país y anunció que despedirá a 600 empleados por el cierre de su planta de Loma Hermosa.
Por Javier Lewkowicz, Página/12