La reciente decisión judicial que otorgó la libertad a una mujer imputada por un intento de homicidio en Comodoro Rivadavia encendió una polémica que va más allá de un caso puntual.
El argumento del cupo carcelario femenino, utilizado por la defensa, destapó una problemática estructural que enfrenta la provincia: la falta de condiciones adecuadas para la detención de mujeres y su impacto en derechos fundamentales y reinserción social. Según datos de la Defensoría General, este es un problema de dignidad, no solo de números.
El cupo carcelario: ¿argumento legal o síntoma de una crisis?
El secretario penal de la Defensoría General, Javier Francisco, explicó el caso que generó controversia. «La defensa utilizó el cupo como argumento para pedir una medida menos gravosa», reconoció, aclarando que si bien no fue el único factor en la audiencia, sí formó parte del planteo para lograr una medida sustitutiva a la prisión preventiva.
Los números oficiales revelan una situación particular. Según un relevamiento al 1º de diciembre, en Chubut hay 819 personas detenidas, con un cupo total para 738 plazas, lo que significa un exceso de 81 personas. Dentro de esa población, solo 19 son mujeres, representando apenas el 2.3% de la población penitenciaria provincial. De ellas, 15 están en el pabellón femenino del Instituto Penitenciario Provincial (ubicado entre Trelew y Puerto Madryn) y otras 4 en lugares no específicos, como el destacamento de Rada Tilly, que se encuentra «claramente al límite de sus posibilidades», según Francisco.
Más allá de una cama: el drama de las distancias y los vínculos
El problema central, según la perspectiva de la Defensa Pública, no se limita a contar camas. Cuando una mujer es imputada en ciudades como Comodoro Rivadavia o Esquel, puede ser trasladada más de 400 kilómetros para cumplir prisión preventiva en el único pabellón femenino habilitado. «La pena debe caer sobre la persona responsable, no sobre su familia», reflexionó Francisco, poniendo el foco en que muchas de estas mujeres son madres. «Mantener un vínculo a 400 kilómetros de distancia es muy difícil. ¿Qué reinserción garantizamos a tanta distancia?».
Esta mirada integral sobre el cupo es la que la Defensoría intenta instalar. Para ellos, el debate no debe girar solo en torno a la capacidad física del pabellón, sino a las condiciones de alojamiento, espacios comunes, sanitarias, el tratamiento penitenciario y un enfoque de género que garantice una detención digna y orientada a la futura reinserción.
Respuesta oficial y herramientas disponibles
Frente a esta postura, el ministro de Seguridad, Héctor Iturrioz, sostuvo públicamente que el pabellón femenino tiene capacidad para 20 personas y que solo hay 12 alojadas. Francisco optó por no polemizar, pero insistió con los datos y la necesidad de una visión más amplia. Aclaró, además, que el porcentaje de mujeres privadas de libertad se mantiene históricamente entre el 2% y el 3%, descartando un aumento puntual de delitos cometidos por ellas.
Como alternativa a la prisión preventiva, existen dispositivos como las tobilleras electrónicas para arrestos domiciliarios. No obstante, Francisco señaló que su utilización es limitada, depende del criterio jurisdiccional y de la disponibilidad fluctuante en la provincia, requiriendo siempre una autorización judicial y un análisis caso por caso.
La polémica por el cupo carcelario femenino en Chubut dejó en evidencia una tensión profunda entre la necesidad de aplicar la ley, la crisis del sistema penitenciario y la protección de derechos humanos básicos. El desafío que queda planteado es cómo construir una política penal que, sin descuidar la seguridad, contemple la realidad específica de una minoría dentro del sistema y no castigue doblemente, con el desarraigo, a quienes deben reintegrarse a la sociedad. Información extraída del medio Jornada.




