Ya hay en el mercado 11.200 productos disponibles, y los restaurantes ampliaron sus menús. Sin embargo, la cobertura de obras sociales no alcanza a compensar los altos precios.
Todos identificamos el logo “sin TACC”. Lo encontramos en cada vez más alimentos, en tiendas especiales, y en los menús de los restaurantes. Pero a pesar del “boom” comercial y gastronómico,ser celíaco sigue siendo un golpe al bolsillo.
Es el panorama que varios referentes plantean en el Día Internacional del Celíaco, que se celebra el 5 de mayo. Aunque en nuestro país no hay estadísticas oficiales, en base a estudios de prevalencia se estima que 1 de cada 100 adultos tienen celiaquía. Muchos de ellos no lo saben, porque a veces la enfermedad no presenta síntomas y pasa desapercibida.
Estas personas sufren la intolerancia permanente al gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, la cebada y el centeno (de ahí la sigla TACC). Hasta el momento no existe terapia farmacológica. El único tratamiento efectivo es hacer -de por vida- una dieta estricta libre de esas proteínas.
La oferta crece año tras año. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) tiene un listado de todos los alimentos libres de gluten nacionales e importados registrados en el país. En 2009 figuraban 1.420 productos y actualmente son 11.200. Es decir, en 10 años aumentaron casi un 700%.
La Agencia Gubernamental de Control participa en el monitoreo de estos alimentos y los analiza en su laboratorio. Durante 2018 tomaron 90 muestras y en ninguno de los productos se detectó mayor cantidad de gluten que el permitido por el Código Alimentario Argentino. “Es de vital importancia que los alimentos que declaran ser libres de gluten efectivamente lo sean”, dijeron a Clarín fuentes de la agencia. Si eso no sucede, el consumidor puede denunciarlo a la línea 147.
“En Argentina se ha trabajado mucho. Si bien falta trabajar algunas cuestiones, estamos muy bien”, dice a este medio Mariana Holgado, secretaria de la Asociación Celíaca Argentina. Asegura que creció la oferta de productos, el rotulado y la accesibilidad. También, que tenemos más conciencia. “En nuestro país todos saben, en mayor o menor medida, lo que es la celiaquía. No pasa en otros países, donde a veces no tienen idea”, diferencia.
En el mercado, los ejemplos abundan. Carrefour acaba de lanzar un pan rallado y unas tostadas bajo su línea sin gluten, con los que suma una oferta de 21 productos. También Día cuenta con más de 75 alimentos sin TACC de su marca propia. Arcor y Mondelēz vienen ampliando su portfolio y Molinos lanzó una línea de fideos. Los aeropuertos argentinos tienen menús en las cafeterías, mientras que las estaciones de servicio de YPF ofrecen una vianda especial. Como novedad, este año la feria Caminos y Sabores –que se hará del 6 al 9 de julio en La Rural- incluirá el Paseo de los celíacos, con la participación de unas 20 empresas que comercializan productos para ellos.
El gran problema es económico. «Cada vez tenemos más empresas, pero los precios son altos», se queja Holgado. En algunos productos, la diferencia es de un 300% más. “Esa relación siempre fue más o menos la misma. No es que este año, con la inflación, aumentaron más. Aumentan los alimentos con gluten y también los sin gluten”, señala.
La diferencia de precios se debe a que, por lo general, son productos a pequeña escala, las empresas son chicas, algunas materias primas son importadas, y el envase es diferente para evitar la contaminación.
Por ejemplo, en Walmart, el paquete de fideos Matarazzo comunes cuesta 37 pesos, pero los libres de gluten -de igual marca- están casi 100 pesos. Casi el triple. La harina Blancaflor vale 49 pesos, mientras que un kilo de premezcla Santa María (apta para celíacos) está 145 pesos. El pan lactal sin gluten cuesta entre 200 y 240 pesos, aunque uno tradicional se consigue desde 80 pesos.
“Hay una diferencia grande y el celíaco lo sufre. Encima los precios varían muchísimo de una cuadra a la otra”, sostiene Dana. “Algunas cosas hay en la lista de Precios Cuidados, como los lácteos con el logo, pero las harinas y premezclas no”, continúa.