Un grupo de especialistas de la Universidad Estatal Immanuel Kant (Rusia) y de la Universidad de Warwick (Reino Unido) han descubierto que llevar un estilo de vida activo y reducir las calorías ingeridas puede frenar el envejecimiento del cerebro, según un comunicado de la universidad rusa, que recoge el estudio publicado a finales de mayo en la revista Frontiers in Cellular Neuroscience.
La investigación, que se centró en las neuronas, las sinapsis y las células gliales, concluye a medida que una persona adquiere experiencia, sus sinapsis cambian: se fortalecen o se debilitan. «El proceso de fortalecimiento o debilitamiento de las conexiones sinápticas puede ser regulado por las llamadas células gliales», explica el investigador Alexánder Bogdánov, precisando que estas células «proporcionan energía a las neuronas y regulan la transmisión sináptica, liberando el adenosín trifosfato (ATP). Todos estos procesos influyen directamente en las funciones cognitivas del cerebro«, afirmó.
Los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos con ratones, de tal forma que a un grupo fue sometido a un estilo de vida activo, con juguetes, túneles, una rueda para correr y mucho más espacio; mientras que a otro grupo se le redujeron las calorías.
«Descubrimos que en los ratones viejos la señalización sináptica mejoró y la señalización de calcio en las células gliales fue más activa», sostiene Bogdánov. «En consecuencia, la capacidad de las células gliales para liberar el ATP aumentó, por lo que los ratones que viven en un entorno enriquecido mantienen un alto nivel de habilidades cognitivas. A nivel de sinapsis, el cerebro parece más joven en comparación con el cerebro de otros ratones sin estilo de vida activo y una nutrición moderada».
Ahora el objetivo de los investigadores pasa por encontrar una forma farmacológica para combatir el envejecimiento del cerebro, sobre todo para aquellas personas que no puedan realizar la actividad física o tengan dificultades con dieta.