atadas, codazos, puñetazos de frente o en cualquier parte del cuerpo y fuertes impactos contra el piso, son parte de un día de entrenamiento o competencia de una persona que practica un deporte de combate -boxeo, MMA, entre otros-.
Así como pueden ser divertidos para practicar y entretenidos para los espectadores, lo cierto es que pueden traer consigo una serie de consecuencias para la salud, todas ellas derivadas de los golpes que reciben los participantes.
En este contexto, la cabeza es una de las partes más expuestas, a pesar de tener protección, al tiempo que se constituye como una de las más importantes del cuerpo humano. Es así que una carrera como peleador, boxeador o luchador puede causar gran cantidad de traumas. Algunos de ellos pueden tener ser de menor gravedad, mientras que otros pueden ocasionar daños tan graves como para acortar la vida de los deportistas o deteriorarla significativamente.
Desde los años ´80 se sabe que los deportes de combate pueden estar relacionados a la encefalopatía traumática crónica (CTE), un trastorno que antes se conocía como demencia pugilista. Esta relación se estableció a partir de su aparición en en algunos boxeadores y jugadores de fútbol americano a partir de la década del 1970.
Se trata de una patología crónica que se manifiesta como consecuencia de la acumulación de lesiones cerebrales, que en el caso de este tipo de deportistas se dan a lo largo de toda su vida activa. A medida que evoluciona puede comenzar a provocar una serie de síntomas que se asemejan a algunos tipos de demencia, pero es distinta en su origen. La manifestación de esta afección incluye trastornos afectivos, síntomas psicóticos, inestabilidad social, comportamiento errático, la pérdida de la memoria, síntomas iniciales del Parkinson, la disfunción cognitiva en general progresando a demencia, así como anomalías del habla y de la marcha.
Pero la encefalopatía traumática crónica no es la única patología que pueden sufrir los deportistas que practican boxeo, lucha o fútbol americano, entre otras disciplinas. Este grupo de personas también se expone a lesiones como contusiones y conmociones cerebrales; se trata de lesiones que pueden ir de leves a más graves, incluso en algunos casos pueden incluir sangrado cerebral, lo cual puede repercutir severamente en la salud.
Esta última consecuencia se conoce como hematoma subdural, algo que puede aparecer por cualquier contusión, no está únicamente relacionado a los deportes de combate. Para que se forme un hematoma subdural tiene que haber habido un sangrado significativo y haber llenado la cavidad intracraneal de manera rápida. Esto causa una compresión muy fuerte sobre el tejido cerebral, dado que el cráneo no tiene la capacidad de expandirse como sí la tienen la piel y los músculos, por ejemplo. Si esa presión no se libera y se evacúa el hematoma, las consecuencias pueden ser diversas, pero en general severas, incluso al punto de llevar a la persona a la muerte.
Hay un segundo tipo de hematoma que también puede aparecer a partir de un traumatismo, y se conoce como extradural; se produce cuando se forma un coágulo de sangre debajo de los huesos del cráneo, pero por encima de la membrana resistente que cubre el cerebro. Por lo general, provienen de un desgarro en una arteria que va justo debajo del cráneo, llamada arteria meníngea media. En la mayoría de los casos está asociado con una fractura de un hueso craneano luego de un traumatismo.
En casos más leves puede aparecer un hematoma más pequeño, que no comprima al cerebro de manera excesiva y que, en consecuencia, pase desapercibido. En este caso se los conoce como hematomas subdurales crónicos, pero son más comunes en adultos mayores que en personas jóvenes y deportistas de combate.
Este tipo de lesiones, tanto a corto como largo plazo, pueden causar varios problemas como la falta de sensibilidad y control de las extremidades, problemas del habla, memoria, convulsiones y hasta la muerte.
Por todos estos motivos es que se insiste en la protección de los deportistas de combate y particularmente en la protección de sus cabezas. Ellos también se exponen a lesiones en su cuerpo, que incluso pueden ser muy graves, pero la exposición y la sensibilidad del cráneo y el cuello hacen que sea específicamente necesario el uso de dispositivos de seguridad.