A Alberto Fernández lo recibieron en México con los colores celeste y blanco. El secretario de Asuntos Latinoamericanos de la cancillería mexicana, Maximiliano Reyes Zúñiga, lo fue a esperar al aeropuerto con las réplicas de la camiseta y de la pelota que consagraron a la selección en el mundial realizado aquí en 1986, aquella inolvidable de Diego Maradona. Fue un gesto de bienvenida para un viaje en el que tanto de parte de Fernández como del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador hay depositadas expectativas de que funcione como el inicio de la reconstrucción de aquella integración regional de carácter progresista que años atrás encaminaron Néstor Kirchner y Lula, desbaratada partir de la llegada de gobiernos de derecha como los de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro. En la comitiva argentina también quieren escuchar las propuestas económicas que AMLO le comentó a Fernández que deseaba plantearle, con el objetivo de incrementar el escaso comercio bilateral.
Fernández ya conocía a Maximiliano Reyes porque lo fue a visitar a sus oficinas de San Telmo la semana pasada, donde terminaron de confirmar el viaje. Alberto Fernández quería encontrarse con López Obrador desde la campaña. Quien funciona de nexo entre ambos es el ex senador chileno Marco Enriquez-Ominami -también anda por aquí-, que colabora con el presidente electo con sus contactos en la política internacional y busca alentar las muchas coincidencias que dice ver entre las posiciones de AMLO y de Fernández.
Fernández salió de Ezeiza el viernes en un vuelo de Aeroméxico y arribó a primera hora del sábado en el aeropuerto Benito Juárez del DF. Por primera vez viajó con él su pareja Fabiola Yáñez, además de Felipe Solá, Miguel Cuberos, la economista Cecilia Todesca y el vocero Juan Pablo Biondi. Otro que los fue a recibir fue el embajador argentino en México, Ezequiel Sabor, de conocida adhesión al macrismo.
Después de Trump
El viaje se produjo pocas horas después de haber recibido la llamada de felicitación de Donald Trump, con quien Fernández se comprometió a mantener una relación «madura y cordial». Nadie en la comitiva se animaba a analizar si el llamado del presidente estadounidense justo un día antes de la partida había sido adrede o casual, pero se preocupaban en descartar cualquier posibilidad de conflicto futuro. «Nuestra idea es armar un grupo de ideas progresistas, pero no hay un ánimo de hacer política contra Estados Unidos. Si la preocupación del Departamento de Estado es lo que podemos hacer López Obrador o nosotros, que se queden tranquilos», respondía ayer uno de los integrantes de la comitiva en el hotel Camino Real, decorado con arreglos florales y esculturas alusivas al Día de Muertos, que se celebró justo ayer.
La cita con López Obrador será mañana en el Palacio Nacional a las 11. Luego compartirán un almuerzo. No hay nada pautado de antemano en la agenda. Cerca de Alberto Fernández comentaban que cuando López Obrador lo llamó para felicitarlo por el triunfo electoral y cerraron la reunión, no se mencionó a Venezuela como uno de los temas a tratar. Ambos tienen una posición muy parecida en cuanto al respeto al principio de no injerencia en los asuntos internos en los países, por lo que sostienen la no intervención y la continuidad del diálogo como solución. En definitiva, no coinciden con las posiciones del Grupo de Lima, que ambos países integran pero a instancias de otros presidentes.
El Grupo de Puebla
En cambio, AMLO y Fernández vienen trabajando en la continuidad del Grupo de Puebla, que integran una treintena de líderes progresistas y que se reunió por primera vez en julio pasado y ahora tendrá su segundo capítulo en Buenos Aires el próximo fin de semana. Alberto Fernández considera importante que el gobierno de una potencia regional, como es México, vuelva a dirigir su mirada hacia América Latina. Especialmente en momentos en que el otro país de peso, Brasil, de la mano de Bolsonaro se dedica a torpedear cualquier iniciativa de integración.
Pero también habrá temas económicos en la charla, de ahí la presencia de Todesca y de Matías Kulfas, quien llegará el mismo lunes. Ellos mantendrán reuniones aparte con el canciller de México y con el viceministro de Industria. Buscarán revisar los vínculos comerciales, tal vez revivir algún rubro que en algún momento funcionó bien como fue el de la industria automotriz.
Mañana también, por la tarde, Alberto Fernández se reunirá con el empresario Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo. Durante el kirchnerismo, Slim supo construir una buen relación con Cristina Kirchner y con Fernández, que ahora buscarán revitalizar. Más tarde, recibirá a diez empresarios top mexicanos con inversiones en el país, que buscarán escuchar de su boca cuáles serán sus primeros pasos. En la comitiva había buen ánimo respecto a las negociaciones con el FMI después del diálogo con Trump, que le dijo que había instruido a sus representantes en el organismo para que continuaran respaldando al país.
El fin de semana Alberto Fernández se lo tomará de descanso, para recuperarse un poco del trajín de la campaña. Anoche, invitado por la ministra de Cultura de México, fue a visitar la famosa Casa Azul de la artista Frida Kahlo, en el centro de Coyoacán. También lo llevarían para que viera algunas de las carrozas con calaveras que desfilaron por el Paseo de la Reforma por la celebración del Día de Muertos.