El Gobierno provincial pasó sin demasiados sobresaltos su primera prueba de fuego política desde que reasumió el 9 de diciembre y logró aprobar el viernes en una sesión extraordinaria gran parte del paquete económico que necesitaba Mariano Arcioni para arrancar 2020. No es suficiente para garantizar la tranquilidad del primer semestre pero es un buen comienzo al lado de la aridez por donde le tocó transitar en los últimos dos años.
Mejor armado en términos parlamentarios que en la gestión anterior, no sólo porque tiene un bloque de dieciséis manos para intentar sostener su gestión sino -sobre todo- porque tiene a su principal aliado, Ricardo Sastre, llevando con rienda corta los destinos de la Legislatura, Arcioni brindará el martes a la noche con algo más de holgura que en tiempos recientes.
“No hubo mayores inconvenientes”, sintetizó Sastre el viernes luego de que en apenas diecisiete minutos lograra aprobar casi todos los proyectos del Ejecutivo y evitara cualquier atisbo de los grupos que se oponen a la minería y que se habían apostado afuera de la Casa de las Leyes esperando una sesión larga que les permitiera amplificar su postura.
Fue todo tan rápido que algunos aseguran que hacía décadas que el timbre del llamado a sesionar no sonaba antes de las 9 de la mañana. Es más, cuando algunos defensores del agua llegaron a media mañana con caras de dormidos a aportar su presencia se enteraron que la sesión ya había terminado hace rato.
Negociación
Arcioni tenía los votos suficientes para sacar todos los proyectos que ingresaron la semana pasado (trece en total) pero decidió bajar un par, entre ellos el polémico aumento salarial para la planta política. Fue una movida razonable que evitó algún ruido interno y le sacó argumentos a los opositores de adentro y de afuera de la Legislatura, que hubieran puesto el grito en el cielo.
El vice habló con el gobernador y ambos coincidieron en que no estaban dadas las condiciones para avanzar con el aumento en medio de una situación económica tan complicada y habiendo conseguido fondos nada más que para pagar el medio aguinaldo de los jubilados.
“Las prioridades pasan por otro lado”, se convencieron ambos. También, hay que decirlo, el proyecto habría salido pero con algún que otro voto en contra o abstención del propio bloque oficialista, algo que hubiera terminado siendo una victoria pírrica. Mejor desensillar hasta que aclare, a pesar de que algunos ministros ya hayan dicho por lo bajo que si no salía el aumento salarial preferían dejar sus cargos. “Las puertas están abiertas para los que quieran sumarse al proyecto y también para los que prefieran irse porque piensan más en sus bolsillos que en la gestión”, criticó un estrecho colaborador del gobernador.
La vigilia del agua
Al gobernador no le gustó ni un poco que algunos grupos políticamente minoritarios hayan utilizado la extraordinaria para llevar agua para su molino. Con la excusa del agua, precisamente, consiguieron la adhesión de muchos otros ciudadanos sin banderías políticas que salieron a expresar con naturalidad su posición sobre la minería. Muchos de ellos, inclusive, creyeron todo el tiempo que entre los trece puntos a tratar el viernes había algo vinculado a la actividad minera.
Pero los que armaron la “vigilia” en las redes sociales sabían que no había nada. Sólo la posibilidad de reinstalar el tema. Y lo aprovecharon. Fue una buena jugada política, hay que reconocerlo.
En el Gobierno –en este y en todos los anteriores desde 2003 a la fecha- siempre hubo temor a entrarle al tema minero. Todos, en mayor o menor medida, pensaron en la explotación de otro recurso natural para ampliar la matriz productiva. Pero siempre le tuvieron más temor a los costos políticos que a las consecuencias de no diversificar la economía provincial, que ahora hay que pagarlas con creces.
Ni siquiera Mario Das Neves en el cénit de su carrera política pudo abrir la puerta para dar el debate. El discurso que el entonces gobernador dio en junio de 2008 –durante su segundo mandato- en la Embajada de Canadá en Buenos Aires ante empresarios petroleros y mineros fue usado en su contra durante muchos años por las distintas organizaciones ambientalistas.
Para cuando regresó al poder a finales de 2015 muchas cosas habían cambiado y su remozado discurso en contra de la minería le hizo ganar votos muy necesarios en la zona cordillerana que le sirvieron para recobrar el poder por muy escaso margen.
Como muchas otras veces, Das Neves pareció haber visto antes que nadie lo que se venía. Y actuó en consecuencia.
El mayor drama
El jueves pasado, el Ministerio de Trabajo de la Nación le puso números a una de las mayores tragedias económicas que dejó Mauricio Macri: la destrucción masiva del empleo en la Argentina.
Chubut no fue ajena a esa situación y los datos oficiales indican que los cuatro años de Cambiemos se perdieron casi 7 mil empleos privados registrados (o sea, “en blanco”). El dato es demoledor, se lo mire con el cristal que se lo mire.
Sin dudas, gran parte de la crisis nacional y provincial la pagaron –y la seguirán pagando- los empleados del sector privado. Si se reconoce que casi 7 mil personas perdieron su empleo “en blanco”, con casi 25% de empleo “en negro” en la provincia –dato oficial del INDEC- se puede deducir que son muchos más los que se cayeron del carro laboral. La zona del Valle, sobre todo, puede dar fe de esta debacle.
Es un problema que algunos sectores políticos y sociales analicen la realidad con anteojeras y quieran convencer al resto de que el mayor problema por resolver que tiene la provincia es el pago escalonado de la enorme planta de empleados públicos. Hay otros dramas que afectan a miles de chubutenses que nadie parece estar mirando con la suficiente y respetuosa atención.