Wado de Pedro fue clave en el acuerdo con Massa y también tejió un vínculo fuerte con Alberto Fernández. El Ministerio del Interior será un centro permanente de procesión política.
Wado de Pedro volverá a tener despacho en la Casa Rosada. No en el primer piso como en 2015, cuando fue secretario general de la Presidencia al final del segundo mandato de CFK, sino en la planta baja, donde residen desde siempre los ministros del Interior. Entrando por la explanada de Rivadavia a la izquierda, después del Salón de los Bustos.
Es fácil imaginar una procesión permanente de gobernadores, intendentes y legisladores. Ya conoce y trató a la mayoría. Wado manejará un Ministerio del Interior a secas. Sin aditamentos, como diría Juan Perón. No incluirá Transportes, como en tiempos de Florencio Randazzo. Ni Seguridad, como le correspondió a Aníbal Fernández entre 2004 y 2007. Tampoco obras públicas, como le tocó a Rogelio Frigerio con Mauricio Macri. Será un ministerio dedicado a la construcción política y la relación con las provincias. Un ministerio de la rosca y de los cablecitos entrelazados, a veces cruzados, de la coparticipación federal y la deuda de las provincias. Sobre todo de una, la provincia de Buenos Aires, donde el Frente de Todos ya en el Gobierno jugará una parte importante de su destino político nacional.
De Pedro viene fogueado en los diálogos largos. Una noche él y otros negociadores vieron una luz extraña, como suspendida sobre la casa de San Telmo. Lo miraron bien hasta que descubrieron que era un dron. Entre risas, supieron que tanta discreción no había sido suficiente. Gran Hermano había ordenado filmarlos o grabarlos también desde el aire. De todos modos ya estaba avanzado el 2018 y Máximo Kirchner, Raúl Pérez y Wado de Pedro, el dueño de casa, habían alcanzado a tejer las bases del acuerdo entre Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa.
Máximo y Wado venían conversando desde el 2016 con el propio Massa y con Pérez, un veterano negociador del peronismo bonaerense. Pérez siempre estuvo convencido de que las fuerzas separadas en 2013, cuando Massa se abrió de Cristina y terminó construyendo el Frente Renovador, debían volver a unirse. Si no, habría macrismo para rato y, en sus palabras, “la gente se va a joder más todavía”. En 2018 el propio Alberto Fernández llegó a la misma conclusión. “Cada uno ya hizo su aventura y no funcionó”, empezó a decir AF, que también construyó vínculos de confianza con Wado.
Como Pérez y Máximo, Wado tiene una idea de la política que incluye la dimensión personal. Cree que la confianza siempre acaba por edificarse cara a cara. Que lleva mucho tiempo y mucha conversación. Incluyendo, naturalmente, mucha conversación sobre la vida. Y humor. Él mismo se lo autoaplica. Sabe de su dificultad para hablar y en su cuenta de Twitter dice: “Mercedino. Militante. Peronista kirchnerista. Diputado nacional por la provincia de Buenos Aires Frente de Todos. Acá sí soy @wadodecorrido”. Y después viene el signo de la V. Omite un dato importante: como buen natural de Mercedes, hace salame.
Asimilados a veces a una categoría, la de “políticos profesionales”, los cultores de este tipo de vínculo personal deberían ser considerados, simplemente, políticos. Políticos a tiempo completo, capaces de combinar el dominio territorial con el tejido diario. Escuchar al otro permite ponerse en su lugar y superar rencores. Es un requisito básico para cualquier arreglo duradero.
En el caso de Eduardo “Wado” de Pedro, la historia podría autorizarlo a sentir desconfianza. Nacido en Mercedes el 11 de noviembre de 1976, abogado por la UBA, con un posgrado en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés, su padre fue asesinado en 1977 cuando militaba en la Juventud Universitaria Peronista.
Su madre, Adela Révora, fue secuestrada. El chiquito, Wado, fue retenido, pero gestiones de la familia en Mercedes hicieron posible que en 1979 el nene fuera entregado a un sacerdote, que a su vez lo entregó a su tía, Estela Révora, y a su compañero Javier Ustarroz. Wado es uno de los fundadores de H.I.J.O.S. Luego, en 2006, sería uno de los fundadores de La Cámpora. Lleva ocho años como diputado nacional, conoce el paño judicial desde su puesto de representante en el Consejo de la Magistratura y es apoderado del PJ bonaerense.
“Néstor y Cristina nos dieron lugar a los que integrábamos esa generación que tenía ganas de participar y no sabía ni dónde ni cómo”, dijo este futuro ministro que el 20 de diciembre de 2001, mientras era militante de la agrupación de Derecho NBI, Necesidades Básicas Insatisfechas, se fue a Plaza de Mayo y fue secuestrado. Como a los dos años.
Wado lleva encima esa biografía. En 2012 declaró que rescataba de Kirchner “no haber reprimido la protesta social y haber elegido un peronismo nacional, popular y democrático”.
En el Twitter colgó el último discurso de Máximo Kirchner, flamante presidente del bloque, cuando dice que la diversidad actual del Frente de Todos “proviene de una arquitectura electoral trabajada, discutida y debatida”. Por eso el dron de Gran Hermano estaba tan curioso.