Un proyecto impulsado por un grupo de profesionales ha hecho realidad un proceso inimaginable. Un “dejá vu” que desafía los tiempos y las temperaturas a partir de una investigación y un proyecto que seguramente trascenderá por su originalidad: desde la empresa Chill it se avanzó en una máquina que permite enfriar bebidas en apenas treinta segundos. Ya fue presentada en el exterior con buen suceso, está patentada y hasta podría tener aplicación en otros ámbitos.
“Un día me propusieron trabajar en una máquina que enfriara bebidas en forma rápida. Primero me sorprendí con el proyecto y después me insistieron tanto, que terminaron convenciéndome”, explicó Luciano Cismondi, radicado en Capital Federal pero formado en los talleres del colegio salesiano Deán Funes.
Respecto a los detalles técnicos del proyecto, indicó que se apunta a mejorar la eficiencia energética. “Es una máquina que enfría bebidas a demanda y con la que buscamos mejorar los tiempos de espera. Por eso hoy estamos ofreciendo frío prácticamente instantáneo para enfriar latas de bebidas ya sean gaseosas, cervezas o agua en treinta segundos”, detalló a Jornada.
“Nos pusimos a estudiar –indicó Cismondi- cómo era el proceso que sucede dentro de un envase cuando se empieza a enfriar, lo traducimos en ecuaciones matemáticas y después buscamos maximizar la eficiencia de éste proceso”. Y quien transitara su formación por las aulas salesianas de Km. 3 destaca el “cambio de paradigma” y los hábitos de quienes eligen, disfrutar de un momento de esparcimiento o distracción. “Cuando vamos a un kiosko o a un almacén para buscar una bebida cuando tenemos sed o queremos refrescarnos, siempre estamos pensando en ir y abrir la heladera, tocarlo y sentir esa sensación de que todo esté fresco. Que parezca que nos aliviará esa sensación”, describió.
“Hoy parte de esto con Chill it en un principio no va a existir porque se puede ir a cualquier góndola, tomar una lata que esté caliente y a través de la máquina, esperar esos pocos segundos para que una bebida esté a la temperatura óptima de consumo. Eso es el cambio que la gente y nosotros mismos nos tenemos que acostumbrar. Puede ser distinto y de otra manera pero sin sacrificar el resultado final”.
“Todo surgió como la idea de un grupo de amigos que ahora pudimos desarrollar. Teníamos que hacer un trabajo práctico donde cada uno tenía que inventar una innovación. No había que materializarla, simplemente había que crear un modelo de negocios. A nosotros se nos ocurrió enfriar una bebida en pocos segundos. Nos dimos cuenta que era súper rentable”.
Cismondi indicó que luego de presentar la máquina “enfriadora de bebidas” en Johannesburgo, Sudáfrica se tiene la posibilidad de replicarlo en otros países interesados. “El proyecto no es algo que esté atado a un país determinado sino que justamente hoy estamos viendo posibilidades de crecimiento inclusive con la posibilidad de fabricar no toda la máquina pero si determinados componentes en otros países y porque no ensamblándolos en Argentina”.
Marcos Condomí Alcorta, Nicolás Kolliker Frers y Santiago Schmidt, ex estudiantes de la Universidad del CEMA representan junto a Cismondi, las caras visibles de ésta innovación que en términos prácticos representa el modelo de un microondas “a la inversa” con aplicación inclusive en otros campos de la industria. “Nos han acercado otras propuestas y abarcando otro tipos de mercados ya sea farmacéupticos o de Salud. Nos han consultado específicamente por vinos que es un sector que todavía no hemos profundizado. Estaría bueno comenzar a trabajar en este rubro también para poder aplicarlo”.
“Gonzalo es nuestro inversor semilla. Es quien creyó en nosotros desde el principio cuando había muy poca estructura. Gracias a él estamos donde estamos. Gracias a los que creyeron en nosotros y nos apoyaron en las locuras que hicimos para llegar a tener esta máquina que hoy tenemos”, finalizó Luciano, ahora radicado en Capital Federal.