El tire y afloje entre el Fondo Monetario Internacional y los acreedores privados con el Gobierno argentino recién comienza. Esta semana llegará la primera misión técnica para revisar los números de la economía del nuevo gobierno. Y para analizar el posible desenlace que puede tener esta disputa, iProfesional entrevistó al economista argentino Claudio Loser, que trabajó durante 30 años (entre 1972 y 2002) en el propio FMI.
Este experto se desempeñó como director del Departamento del Hemisferio Occidental, por ende fue responsable de las negociaciones con la Argentina durante sus funciones.
Con un doctorado en la Universidad de Chicago, atendió a este medio desde Washington, ciudad en la que reside, para hablar de los principales temas coyunturales del país, como la compleja renegociación de la deuda, el fallido intento de Axel Kicillof por aplazar el pago a los acreedores de la provincia de Buenos Aires, y qué puede ocurrir con el tipo de cambio, entre otros aspectos claves.
-¿Qué análisis realiza del impacto que puede tener la gira de Alberto Fernández por Europa en la renegociación con el Fondo Monetario?
-Fundamentalmente, el Presidente fue bien recibido. El hecho de que él haya ido a Europa a hablar con los principales líderes es muy positivo, especialmente en un mundo en el cual Europa se siente un poco dejada de lado por Estados Unidos y China, pero los países de la gira tienen mucha importancia en términos de los mercados financieros. Las señales han sido buenas en sentido que Argentina va a ser apoyada.
El tema es ver cómo puede interpretarse este apoyo. Uno puede pensar que el Presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán quizás hayan leído de forma demasiado positiva ese respaldo en términos de reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario. Ya que, por otro lado, las autoridades de los países europeos quizás han sido más cuidadosas. Evidentemente, es una muy buena señal en el sentido que el propio Presidente ha dicho que quiere moverse dentro del esquema institucional que existe, y eso será favorable.
-¿Y cuál es su opinión respecto del acuerdo que propone el país?
-La idea de modificar los plazos de vencimiento sin cambiar el programa es algo que no se puede hacer. En mi experiencia y en lo que conozco del FMI (que es bastante), no ha existido nunca una reestructuración dentro de un mismo programa, puede haber uno nuevo, lo cual requeriría nuevos compromisos de parte de Argentina. Para modificar los plazos de lo ya acordado, habría que hacer una modificación de los estatutos del Fondo, y eso generaría mucha oposición.
De todas maneras, eso no quiere decir que la condicionalidad que se establezca a un programa nuevo sea tan terrible. Porque, mal o bien, el Gobierno de Macri hizo gran parte del ajuste que era necesario. Y ahora, en la parte macroeconómica, el Presidente Fernández ha continuado con el ajuste fiscal, más allá que hay temas monetarios por ver. Pero creo que no habría un problema muy serio en llegar a un acuerdo con el Fondo, y que así se pueda modificar la estructura de pagos.
-¿Qué salida cree que puede ser viable para una Argentina que dice que no tiene dinero para pagar ahora?
-Siempre un deudor va a decir que no tiene fondos (se ríe), quizás suene un poco cínico de mi parte, pero, de alguna manera, lo que pasó en la provincia de Buenos Aires indica que no es tan así como se dice.
Pueden decir que se necesita crecer primero y después pagar, es una formulación, pero por otro lado puede estar el pedido que se pague primero para que se otorguen nuevos dólares. Va a haber mucha desconfianza del exterior y puede eso, entonces, afectar el crecimiento de la economía.
Respecto del acuerdo con el Fondo mismo, la Argentina puede negociar un programa a más largo plazo, con una visión de ajustes estructurales, que son siempre más flexibles. Y, dentro de eso, el FMI puede dar un préstamo nuevo que cubra los vencimientos y, básicamente ahí, lo que se hace es que se otorguen los cerca de u$s15.000 millones que vencen y se tienen que pagar el año que viene. Esa deuda se puede correr a un plazo de 10 años, en eso no veo que haya problema.
-¿Dónde estaría el problema entonces?
-El programa con el Fondo puede estar sujeto a que se llegue a un acuerdo con los acreedores privados, es lo más probable. Es decir, el Gobierno puede hacer en paralelo los acuerdos tanto con el FMI como con los acreedores, donde se puede negociar y dar señales al mercado de que se está trabajando. En eso el Fondo puede ayudar mucho, porque va a sentarse del lado argentino una vez que se llegue a un acuerdo de ese tipo entre sí, para ponerle presión a los acreedores privados a acordar. Van estar del mismo lado, aunque parezca desde afuera que pueda ser al revés.
Es decir, en una negociación el FMI es un adversario, pero una vez que se llega a un acuerdo ahí es socio de los países. Pienso en lo que ya pasó en Grecia, Portugal, entre otros.
-Supongamos que se le da un nuevo préstamo a Argentina por 10 años, ¿qué condiciones puede pedir el Fondo?
-El ajuste fiscal y monetario propuesto por el Gobierno para llegar a un superávit primario este año y una reducción importante del déficit, creo que es aceptable y que le van a decir que siga en ese rumbo, no sólo para este año sino para un poco más adelante también, para que el resultado primario sea más fuerte. Pero diría que la mayor parte del recorrido ya está hecho.
Por supuesto, el cambio estructural debería ir por el sistema de pensiones y la legislación laboral, que pueden sonar complicadas para esta gestión pero donde, probablemente, tenga que llegarse a un entendimiento de posibles cambios que se vayan a hacer. Tengo entendido que el Gobierno, en realidad, está pensando en muchas de estas cosas. Asimismo, va a haber pedidos respecto al tipo de cambio, sobre el impuesto del 30%, donde el FMI manifieste que se haga algún sistema más transparente. Puede discutirse la estructura del mercado cambiario.
-¿Qué podría pedir el Fondo Monetario sobre el tipo de cambio?
-Podría pedir que se unifique el tipo de cambio, y en vez de tener 30% de recargo para los viajes o compras al exterior que se cuente con un tipo de cambio menos favorable para los importadores, al ponerles algunos impuestos. Puede haber discusiones sobre cuán flexible es el sistema cambiario, el Fondo Monetario va a empujar para volver a eso. Pero hay grados y grados de flexibilidad, yo sería lo más flexible posible, aunque hay distintas posibilidades.
-En cuanto a lo que le pasó a Axel Kicillof con la renegociación «fallida» de la deuda de Buenos Aires, ¿qué conclusiones tiene?
-No soy mago, ni tengo la bola de cristal, pero para mí siempre fue muy claro que se estaba jugando muy fuerte y que Kicillof sobreestimaba su capacidad de negociación. Quizás ya había un acuerdo con el gobierno nacional, el gobernador sabía que debía mucha plata y por ahí dijo de largarse por su cuenta para asustar a los acreedores. Y los acreedores, por más que Argentina es un deudor importante, hoy en día deben tener menos miedo que el país como un todo vaya a un default, porque los bancos tienen una cartera grande y están en otra posición fuerte.
Son negociadores muy astutos, poniéndolo en términos de imagen: era una partida de poker donde Kicillof quiso poner cara de piedra pero se encontró con gente que tenía mucha más cara de piedra. Probablemente, él estaba negociando con una visión de casino marplatense y los acreedores negocian con una visión de casino de Las Vegas o de Macao.
Kicillof se equivocó muy fuerte y, por otro lado, estos fondos de inversión no sólo tienen estos títulos de la provincia de Buenos Aires, sino deben tener de otras provincias argentinas y de la Nación, entonces no pueden mostrar una mano floja respecto a Buenos Aires porque eso genera un antecedente que los pone ante una defensiva en una negociación con el gobierno argentino. Por otra parte, para el Gobierno es una señal muy fuerte que esto tiene que negociarse de forma firme pero con cooperación de todos los actores.
-En todo este contexto complicado, ¿cómo ve de acá a unos meses el futuro de la Argentina?
-Primero que nada, aparte de las políticas que pueden haberse puesto ahora, había ya una leve tendencia a la mejora de la situación. Creo que la economía va a ir mejorando, pero hay gran incertidumbre y un apretón fiscal muy fuerte a la clase media y al campo, y eso no genera un aumento de demanda, sino una reducción. En resumen, la tendencia general es positiva, aunque el mundo está complicado y eso puede ir en contra. Además, a nivel local, hay medidas de apoyo social que son importantísimas, pero con otras me parece que el Gobierno se pasó al otro lado, como los aumentos a los impuestos en el campo o el recargo del 30% a las transacciones internacionales o a la compra de dólares. Es que estas medidas crean más problemas y distorsiones, porque generan mercados paralelos que hacen que la efectividad de las medidas económicas se reduzcan.
Si el Gobierno trabaja bien con el Fondo y con los acreedores -no entregándoles todo pero con la idea clara que se necesita reestructurar y que se llegue a un acuerdo en el primer semestre-, va a ser un elemento muy positivo para que las cosas funcionen. Pero si la negociación con el Fondo y/o los acreedores se complica, ahí veo dificultades, porque se podría llegar a un default y eso sería muy negativo para Argentina.
-En el Gobierno muchos piensan que la salida de la crisis es apostar por el mercado interno, ¿es tan así?
-Guzmán tiene muy en claro que si se quiere impulsar el mercado interno eso tiene un efecto muy negativo sobre la balanza de pagos, a menos que se promuevan las exportaciones. Todas estas medidas de expansión monetaria tienen un impacto sobre la parte externa, entonces es un poco contraindicado para los que dicen que primero hay que ir por el mercado interno para poder pagar, porque se está gastando lo que tendrían que ahorrar para pagarle a los acreedores. Debería haber un balance entre todas las variables, señaló IProfesional.