Precisamente, las urgencias del Tesoro llevan a que el gobierno deba ser medido en su política de subsidios, de donde la fórmula en la que están trabajando las autoridades para cuando comience el descongelamiento de las tarifas, es aplicar esquemas en los que los aumentos sean más que proporcionales para los consumos elevados, como forma de contrapesar ajustes de menor magnitud en las restantes escalas. También se analiza el tema de la ubicación geográfica de los hogares, es decir que se intenta aplicar “sintonía fina” en los aumentos tarifarios.
Admiten que el trabajo aún está en etapa de estudio pero que se lleva a cabo bajo la directiva presidencial “la cuenta de la luz o el gas no debe ser un problema para la gente”.
En el caso de los combustibles la propuesta quedo en manos de las petroleras. El gobierno hace un par de semanas atrás les pidió que presenten cuál sería el esquema ideal del ajuste en los combustibles pero teniendo en cuenta que el aumento “no tengo un fuerte impacto inflacionario”. Esta propuesta empresaria aún no fue acercada a las autoridades.
Equilibrio fiscal
También los futuros aumentos tendrán que tener en cuenta el tema fiscal. El posible acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la propuesta que se les ofrezca a los bonistas tendrá que contemplar mesura en el gasto público.
Cabe recordar que una de las primeras conversaciones que mantuvo Alberto con la titular del FMI, Kristalina Georgieva le anticipo que “en la situación en la que se encuentra la economía argentina es difícil propiciar un mayor ajuste”.
Esta línea de pensamiento fue la expresada durante la gira europea y se dice que en líneas generales los países tuvieron una mirada comprensiva sobre este punto. En este sentido, el ministro de Economía, Martín Guzmán siempre remarca la necesidad de la sustentabilidad de la deuda que implica también tener un plan consistente de la macro para que este sea posible.
Un tema que sorprendió a más de un analista internacional, es que el cambio de administración vino acompañado de especulaciones en cuanto a que el nuevo gobierno podía llegar a llevar adelante una “política populista” con despilfarro en las cuentas públicas.
Llamados matinales
La realidad, al menos hasta ahora, es distinta. En la Casa Rosada se comenta que el presidente Alberto Fernández sigue cotidianamente una práctica que caracterizó a Néstor Kirchner cuando era primer mandatario. Señalan que, al igual que el fallecido presidente, Fernández se comunica a primera hora del día con los responsables de áreas críticas para saber “cuánto entra y cuánto sale” de las cuentas del Estado. Así, el primer mandatario pregunta a su ministro de Economía, Martín Guzmán sobre la situación del Tesoro, a Mercedes Marcó del Pont, titular de la AFIP, sobre la marcha de la recaudación impositiva, y con Miguel Pesce, presidente del Banco Central, para que informe sobre el nivel de las reservas en divisas.
De la conversación con los colaboradores más cercanos al primer mandatario, resulta evidente que Fernández intenta en buena medida repetir las políticas implementadas por Néstor Kirchner y que permitieron al país crecer a “tasas chinas”. No obstante, el punto de arranque de la actual administración es más complejo. Sólo por citar algunos aspectos, el dólar oficial a unos 60 pesos está bastante lejos de los cerca de 100 que llegó a cotizar (a precios de hoy) la divisa norteamericana (en la época de Néstor Kirchner), las finanzas públicas se encuentran más comprometidas porque aumentó la asistencia social y el número de jubilados y el boom precios de las materias primas quedó atrás.
Dudas de inversores
Otro tema no menor, que excede a la administración de Alberto Fernández, es que la Argentina ha seguido acumulando tanto incumplimientos en sus compromisos externos como frustraciones en su proceso de crecimiento, ya que no ha logrado salir del estancamiento económico – hoy el producto bruto interno es equivalente al del 2011 –.
Si le caben algunos antecedentes específicos. Como comentan en círculos empresarios hoy ya es bastante complicado el girar divisas para el pago de derechos de representaciones comerciales y el temor de más de un industrial, es que puedan volver “las restricciones y controles que implementó en su momento, el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno”, que no solo complicó sino que también frenó la dinámica de la actividad productiva.
Lo que está fuera de discusión, es que con estos antecedentes, Argentina es un territorio en el que los inversores tienen muchos más reparos que en otros lugares del mundo y en particular de Latinoamérica, a la hora de pensar en enterrar capital.
De acuerdo con lo que han señalado a Ámbito fuentes del Ministerio de Producción, en el Gobiernos son conscientes de la necesidad de alentar inversiones pero sin perder de vista la necesidad de ser competitivos en el plano internacional. En este sentido, adelantan que los subsidios y protecciones que implemente el gobierno tendrán como norte la necesidad de desarrollar sectores con capacidad de competir en el mundo y no sólo abastecer al mercado interno, como fue, agregan, el resultado de políticas del pasado.
En cuanto a la orientación de las políticas, en la mesa chica del Presidente se señala que “son las anunciadas por Alberto (Fernández)”. Comentan que su estilo de conducción es “radial”, es decir no es amigo de las reuniones multitudinarias de ministros, sino que tiene contactos personales con sus colaboradores a los que les da autonomía para actuar, lo cual no implica –aclaran- que no haga un seguimiento de los temas.
Relaciones fluidas
También rescatan la “fluida” relación que el presidente tiene con el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Al respecto, recuerdan que tras lograr la aceptación de Alberto a la candidatura propuesta por Cristina Fernández de Kirchner que lo llevaría a la presidencia, la ex mandataria le planteó que “trabaje codo a codo” con Kicillof, quien es visto en el entorno de kirchnerismo no sólo como el principal referente económico de Cristina, sino también como su “delfín”.
De esta manera desautorizan a los que sostienen que existan diferencias entre la provincia de Buenos Aires y el Poder Ejecutivo, como asimismo descartan también que pueda haber desavenencias entre Cristina y Alberto, “hay coordinación permanente”, explican.