Cuando China admitió que necesitaba importar mascarillas de manera urgente para franar el coronavirus, nadie pensó que la creatividad iba a convertirse en una aliada para salir del paso.
“Necesitamos urgentemente mascarillas y otros insumos médicos, como gafas y trajes de protección, para enfrentar la epidemia”, había declarado la directora y portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying. Francia, Reino Unido, Japon y Corea del Sur, entre otros, respondieron de inmediato y enviaron mascarillas.
Pese a la ayuda internacional, las unidades no alcanzan. Actualmente, con el objetivo de evitar la propagación del virus, todos los ciudadanos deben usar barbijo de forma obligatoria.
La alta demanda provocó falta de stock y sobreprecios –en muchas farmacias los venden al triple de su valor original. Por eso, para poder cumplir con la norma, varios chinos tuvieron que improvisar y fabricar barbijos con sus propias manos.
La estrategia y la invención es asombrosa: cáscaras de frutas, botellas de plástico, toallitas femeninas y peluches, entre otros elementos, se han convertido en grandes aliados para prevenir el coronavirus.
Otras personas optan por reutilizar las máscaras quirúrgicas. Sin embargo, las autoridades instaron a dejar de hacer eso: al hervirlas y colgarlas para que se sequen, pierden efectividad.
“El mundo enfrenta una escasez crónica de trajes, máscaras, guantes y otros equipos de protección en la lucha contra la expansión de la epidemia del coronavirus”, admitió el jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Adhanom Ghebreyesus.