La ciudad seguía hoy con los cambios drásticos en su fisonomía, a partir del cierre de sus más de 200 iglesias y los cada vez menos turistas en sus calles. Es el segundo día de cierre total de bares, restaurantes y locales comerciales.
En el segundo día de las medidas que disponen el cierre total de bares, restaurantes y locales comerciales en toda Italia por el avance del coronavirus, Roma seguía hoy con los cambios drásticos en su fisonomía, a partir del cierre de sus más de 200 iglesias y los cada vez menos turistas en sus calles.
Solo farmacias, quioscos y supermercados se mantienen abiertos al público, aunque las góndolas de los alimentos no perecederos muestran faltantes en varios productos de conservación prolongada, según constató Télam.
Así se vio por ejemplo en la sucursal del céntrico Trastevere de la cadena Conad, donde conservas y arroz encabezan los espacios vacíos en los puntos de venta.
A pocas cuadras, en el Carrefour de Via delle Fornaci, una de las calles que desemboca en la Plaza San Pedro, ya es difícil encontrar más de la mitad de las más de 20 variedades de pasta seca que se encuentran habitualmente.
Los supermercados y los pocos rubros que pueden abrir aplican con rigurosidad las distancias mínimas de un metro entre personas: en el Agora de Via Gregorio VII, a cuadras de la residencia papal de Casa Santa Marta, trazos de cinta negra en el piso muestran las ubicaciones que deben tener las personas que hacen fila en las cajas.
En todos, además, se dispuso que los clientes esperen fuera de las sucursales y el uso de guantes dentro de las instalaciones.
Las largas filas fuera de los supermercados y farmacias contrastan con el vacío total de las iglesias de la capital italiana, que desde hoy tienen la recomendación de cerrar sus puertas al público y fieles hasta el 3 de abril, según una que emitió hoy el cardenal y vicario general de Roma, Angelo De Donatis, en reemplazo del cierre total dispuesto ayer.
Si bien el jueves De Donatis había ordenado los cierres, este viernes corrigió la ordenanza dejando la decisión final en manos de sacerdotes y párrocos para también «tener en cuenta ese bien precioso y único que es la fe».
«Es una disposición para el bien común», la defendió hoy De Donatis en diálogo con Télam, y precisó que la decisión solo incluye a los lugares de culto de la capital y no a todo el territorio nacional, para el que cada diócesis deberá decidir si mantiene el funcionamiento normal o no.
Un ejemplo es la Basílica de Santa María Trastevere, en el corazón de uno de los barrios con más turistas de la ciudad, y donde las pocas personas que circulaban a pie se encontraron hoy con la iglesia cerrada.
«Es una buena decisión», destacó Carina Rosa, una italiana que trabaja en el barrio en temas de capacitación y que aún no se plegó al trabajo domiciliario que avaló el gobierno.
Otro rubro que permanece abierto es el de los quioscos de diarios y revistas, a los que el subsecretario de gobierno para la información, Andrea Martella, definió como «fundamentales para hacer frente a las fake news».
«Los diaros son una brújula para salir de esta situación y tienen un rol esencial, por eso no se cierran», agregó en declaraciones a Télam.
Aunque, como el resto de los negocios abiertos en la capital, cumplen de forma estricta con las medidas: distancia mínima de un metro, máximo de tres personas y recomendación para «evitar al máximo posible» el intercambio de efectivo, señaló Télam.