Científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y médicos del Hospital de Gastroenterología Udaondo identificaron mutaciones genéticas que permitirían explicar por qué la radioterapia y la quimioterapia funcionan en algunos pacientes con cáncer de recto y en otros no, lo que podría ser de gran utilidad para evaluar la estrategia de tratamiento de cada persona.
En el estudio, que fue publicado recientemente en la revista «Cancers», los científicos de la FIL y profesionales de la salud del centro de salud porteño realizaron análisis genéticos de muestras de 50 pacientes con cáncer de recto localmente avanzado, dentro de una cohorte de más de 100 pacientes de distintos estadios que aceptaron participar.
A los datos moleculares los compararon con los registros clínicos, para evaluar su relación con el comportamiento del tumor y la respuesta al tratamiento.
«Lo que encontramos es que varios pacientes que no respondieron a los tratamientos con quimioterapia o radioterapia tenían mutaciones simultáneamente en dos genes (KRAS y TP53), lo que no se verificó en ninguno de los que respondieron», indicó hoy a Télam Andrea Llera, líder del estudio y directora de la Unidad asociada de Genómica en Cáncer «Genocan», que funciona en la FIL.
Llera, quien también es investigadora del Conicet, señaló que «este hallazgo es factible de trasladarse a los centros de salud porque la evaluación de estas mutaciones forma parte de los estudios que hoy se realizan para otros fines y que cada vez son más accesibles; entonces lo que hace es sumar información a la que ya reciben los oncólogos».
La investigadora destacó que «esta información es muy valiosa para el médico porque puede pensar una terapéutica alternativa y no exponer al paciente a la radioterapia o a la quimioterapia, teniendo en cuenta los efectos sobre la calidad de vida de las personas».
Otro de los hallazgos del grupo de investigación fue que «los tumores que sí responden a la terapia poseen un mayor contenido de linfocitos B (un tipo de célula del sistema inmunológico) dentro del propio tumor».
«Sin embargo, en este caso consideramos que hace falta un estudio con una cohorte mayor, es decir, con más cantidad de pacientes para que el resultado sea concluyente», señaló.
En caso de que nuevos estudios validen este hallazgo, «la información sería también muy fácil de trasladar porque es un tipo de estudio que es fácil de realizar en cualquier hospital».
El cáncer de recto es el tercero más frecuente en la Argentina y presenta más del 90% de probabilidad de cura si se detecta tempranamente.
Sin embargo, cuando ya está diseminado el escenario se vuelve más desafiante: en promedio, sólo un 15% de los pacientes con estadios avanzados logra una respuesta completa al tratamiento estándar, que consiste en radio y quimioterapia seguida de cirugía. El resto alcanza respuestas parciales, o bien no responde.
Llera comentó que la idea de esta investigación surgió de la articulación con los profesionales del Udaondo, ya que «la inquietud del grupo médico era, justamente, por qué algunos pacientes respondían a los tratamientos con quimioterapia y radioterapia y otros no».
«Desde el principio, el objetivo fue traslacional, es decir que los resultados que encontráramos pudieran ser utilizados luego en las decisiones que toman los médicos sobre las estrategias terapéuticas», recordó.
Más allá del beneficio para el paciente, que no se ve expuesto a tratamientos invasivos que no van a mejorar su situación, la investigadora remarcó que «también implica optimizar los recursos del sistema de salud, porque los tratamientos de radioterapia y quimioterapia son costosos y a veces difíciles de instrumentar, y de esa manera se utilizarían con quienes tienen mayor probabilidad de que sean efectivos».
«El tratamiento de los pacientes con cáncer de recto localmente avanzado persigue una intención curativa», afirmó por su parte Soledad Iseas, también primera autora del trabajo y oncóloga clínica del Udaondo.
La especialista aseguró que el avance no hubiera sido posible sin la participación voluntaria de más de 100 pacientes y sus familiares, «quienes empatizaron con la importancia que requiere la donación de muestras de plasma y tejido para avanzar en un mayor entendimiento de esta enfermedad».
La investigación contó con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) a través del Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec).
Del estudio participaron otros profesionales de la salud y científicos: Enrique Roca, también líder del proyecto y oncólogo clínico del Udaondo; Juan Martín Sendoya, becario doctoral del Conicet en la FIL y primer autor del estudio; Osvaldo Podhajcer, Julieta Viglino y Cecilia Rotondaro, de la FIL y del Conicet; Mariana Coraglio, Ana Cabanne, Ubaldo Gualdrini, Guillermo Mendez, Stella Hirmas, Mirta Kujaruk, Vanesa Mikolaitis y Mariana Rizzolo, del Hospital de Gastroenterología Carlos Bonorino Udaondo.
Además de otros investigadores y profesionales del Conicet, el Intergrupo Argentino para el Tratamiento de los Tumores Gastrointestinales (IATTGI), el Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas (CIDIE) y del Centro de Investigaciones Inmunológicas Básicas y Aplicadas (CINIBA), que depende de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.