Una diminuta rana que apenas supera los cinco centímetros se convirtió en protagonista de un ambicioso plan de conservación que ha sido reconocido a nivel mundial.
Se trata de la ranita del Valcheta (Pleurodema somuncurense), una especie única en el planeta que habita en las cálidas aguas del arroyo Valcheta, en la meseta de Somuncurá, Patagonia argentina. El proyecto liderado por el biólogo Federico Kacoliris fue galardonado con el prestigioso Premio Whitley para la Naturaleza, consolidando su trabajo como un ejemplo global de protección de especies en peligro.
Un ecosistema aislado que permitió la evolución de especies únicas como la ranita del Valcheta
La meseta de Somuncurá, cuyo nombre en lengua tehuelche significa “roca que habla”, abarca parte de las provincias de Río Negro y Chubut. Este territorio de condiciones extremas alberga una cuenca endorreica —sin salida al mar ni contacto con otros cuerpos de agua— con temperaturas inusuales para la región, lo que permitió el desarrollo de especies microendémicas.
Una de ellas es la ranita del Valcheta, una de las 100 especies EDGE (Evolutionarily Distinct and Globally Endangered) más importantes del mundo, y la única argentina en esa lista, según la Sociedad Zoológica de Londres, según información recogida por el diario WIRED.
Su rareza evolutiva es notable: su linaje se separó del resto de los anfibios hace 55 millones de años, lo que la hace tan emparentada con otras ranas como una mangosta con un oso polar, según describe la misma institución.
Truchas invasoras, ganado y poblaciones en riesgo
La especie se encuentra en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde hace más de 15 años, Kacoliris y su equipo trabajan para evitar su desaparición. Uno de los factores más amenazantes fue la introducción de la trucha arcoíris, una especie foránea incorporada para fomentar la pesca deportiva. Esta trucha actúa como depredador, afectando tanto a la ranita como a otras especies locales como las mojarras desnudas.
“Fue como meter un león en un campo con ovejas”, grafica Kacoliris. Hoy, las ranas sobreviven gracias a zonas protegidas por saltos de agua que impiden el ingreso de los peces invasores.
También influyen negativamente las pisadas de ganado que destruyen el hábitat húmedo que necesita la especie para reproducirse. De las nueve poblaciones identificadas en los últimos años, dos ya se han extinguido localmente, y el resto presenta diferentes niveles de aislamiento, lo que complica aún más su preservación genética y ecológica.
Un plan de rescate para la ranita del Valcheta con impacto global
Desde la Fundación Somuncurá, que preside Kacoliris, y con apoyo del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata, el grupo desarrolló un plan integral de conservación. Este incluye la restauración del hábitat, la exclusión del ganado, el control de especies invasoras y la reproducción en cautiverio de las ranas.
El punto de partida fue la tesis doctoral de la bióloga Melina Velasco, quien cuantificó las poblaciones y detalló las amenazas a la especie.
Gracias a este esfuerzo sostenido, el proyecto fue reconocido recientemente con el Premio Whitley para la Naturaleza, uno de los más prestigiosos a nivel internacional en conservación ambiental.
El trabajo de Kacoliris y su equipo demuestra que los grandes logros en conservación pueden comenzar con una especie diminuta y poco conocida. Desde la aislada Patagonia argentina, el rescate de la ranita del Valcheta se convirtió en un ejemplo mundial de cómo la ciencia y el compromiso pueden revertir el curso de la extinción.