Los primeros pingüinos de Magallanes comenzaron a llegar «sanos y fuertes» a las reservas de Punta Tombo, Cabo dos bahías y Península Valdés, sobre el litoral marítimo de Chubut, pero este año quedaron fuera de la mirada de los turistas por las restricciones que impuso la pandemia de coronavirus.
«Estuve recorriendo Península Valdés y ya se observa mucha actividad en la reserva, con animales de buena talla y peso, lo que nos haría tener una temporada óptima si no fuera por la circunstancia de la pandemia que estamos atravesando», contó el ministro de Turismo y Áreas Protegidas de la provincia patagónica, Néstor García.
En las colonias, los pingüinos de Magallanes darán inicio en breve a la etapa de apareamiento, incubación y adiestramiento de las nuevas generaciones, pero a diferencia de lo que ocurre cada año, todo quedará fuera de la vista de los turistas ya que la reserva está cerrada por la situación sanitaria.
Sin embargo, García consideró que impulsarán que se permita la visita de los habitantes de la comarca «porque desde nuestro ministerio estamos convencidos que haría bien incluso para desconcentrar la gente que los fines de semana concurre a los espacios próximos al mar, sobre todo en las playas más concurridas como Puerto Madryn y Playa Unión».
La reserva tradicionalmente más visitada es la de Punta Tombo, ubicada 100 kilómetros al sur de Rawson, la capital del Chubut, con una superficie de 210 hectáreas que llega a ser la más poblada del continente con más de un millón de pingüinos cuando la familia se completa.
Los ejemplares de «Spheniscus magellanicus», tal su nombre científico, son muy amigables y permiten que se les tomen fotografías, filmen o simplemente contemplen desde muy cerca, lo que representa un valor agregado muy importante para los turistas, que previo a acceder al área de los nidos, pasan por el centro de interpretación.
Al atractivo central de los pingüinos se suma la coexistencia con una variada fauna de aves marinas como cormoranes, gaviotas cocineras, gaviotas australes, gaviotines, skúas y ostreros.
También merodean la reserva otras aves propias de la estepa patagónica como choiques, martinetas, chingolos y calandrias, y completan el cuadro de la activa colonia ecológica los mamíferos de la zona como guanacos, maras, zorros, piches y peludos y otros carroñeros atraídos por los huevos.
Los primeros ejemplares en llegar fueron los pingüinos machos que comenzaron de inmediato a reacondicionar sus nidos y luego iniciaron su «desembarco» las hembras, que en pocas semanas más comenzarán a poner dos huevos y tras 40 días de incubación compartida con el macho, vigilarán el nacimiento los pichones.
Tanto las hembras como los machos preservan el nido y alimentan a las crías con anchoitas y calamar.
Estos pichones nacen cubiertos de un plumón gris oscuro que en febrero lo mudan por un plumaje juvenil que les permitirá realizar sus primeras incursiones en el mar para buscar su propio alimento a la espera de adquirir el plumaje adulto que obtendrán -si sobreviven a las duras condiciones- recién el año que viene.
Fuente: Telam