Este domingo comenzará una edición de Roland Garros muy particular. Esta vez, el Grand Slam francés será el tercero en jugarse en la temporada (luego del Abierto de Australia y el US Open) a raíz de las modificaciones que hubo en el calendario del circuito por la pandemia de coronavirus. Pero habrá otro condimento que sumará polémica: la decisión de la organización de utilizar un nuevo tipo de pelotas.
Hace ya un tiempo desde el abierto parisino anunciaron que a partir de esta edición dejarían de usar después de casi diez años las pelotas de la marca Babolat para dar paso a un nuevo acuerdo con Wilson. Aquellos tenistas que han podido probarlas, han asegurado que las nuevas bolas son más “duras” o “pesadas” y que afectan negativamente el juego.
El español Rafael Nadal, doce veces campeón de Roland Garros y uno de los grandes candidatos a alzarse con esta edición, fue uno de los más grandes detractores de las nuevas pelotas. “Creo que la organización debe revisar este tema de cara a los próximos años por la salud de los jugadores», dijo el número dos del ranking ATP.
Luego, señaló: «Una pelota tan pesada puede ser peligrosa para los hombros y los codos”. El nacido en Mallorca contó, además, que probó las nuevas bolas en Mallorca y que le parecieron “súper pesadas” para jugar sobre una superficie de polvo de ladrillo. «Con un clima cálido eran lentas, aquí son una piedra”, sostuvo.
Las declaraciones de Nadal resonaron en la tenista rusa Sofia Shapatava (150° de la WTA), quien aseguró que sufrió una lesión a causa del cambio en este elemento tan central para el juego. “Jugué con estas bolas por tres semanas y ahora tengo una lesión en mi hombro. Son terriblemente pesadas, sobre todo cuando la cancha está un poco húmeda”, escribió en su cuenta de Twitter.
Quien también dio su opinión sobre la polémica fue el austriaco Dominic Thiem, reciente campeón del US Open. “Las pelotas van a ser, sin dudas, la mayor diferencia. Las Babolat eran mis bolas favoritas, eran cómodas y bastante rápidas, perfectas para mi juego al igual que para el de Nadal», consideró el número 3 del escalafón. También agregó que las nuevas bolas “son un poco más lentas” y afirmó que «está claro que eso cambiará los resultados un poco”.
Al dilema de las pelotas se suma el del clima: el Grand Slam francés suele disputarse hacia fines de mayo o principios de junio, durante la primera. Este año, por el reordenamiento del calendario, se jugará en otoño, con temperaturas más frías. Las lluvias también han afectado los entrenamientos de los jugadores en los últimos días.
“Las condiciones son por ahora extremas. A nueve grados de temperatura, un torneo al aire libre, lloviendo casi cada día. Es una realidad, estamos al límite”, denunció Nadal. El español consideró que el clima -sumado a las nuevas pelotas- podría afectar negativamente su desempeño en el certamen en el que es el Rey absoluto. “He tenido mucho éxito en esta superficie, pero estoy ante una situación especial y las condiciones más negativas que haya tenido nunca”, sentenció.