Son más de 200 los brigadistas que combatieron y combaten el fuego en la cordillera.
El contexto es extremo: las llamas superan los 15 metros de alto en algunos casos, el viento cambiante obliga a conservar una distancia prudente y el calor sofocante afecta de muchas maneras a cada uno de los brigadistas que prestan servicio en El Bolsón.
Luego de una larga jornada, muchas con temperaturas superiores a los 35 grados vistiendo un voluminoso equipamiento, quienes combaten el fuego son asistidos por el espacio de contención especial destinado para ellos.
Allí sumergen los pies en agua, ya que pisaron por horas restos que dejó el incendio y hasta cenizas activas, provocándoles quemaduras y heridas.
También se les proporciona una solución especial para los ojos, donde pueden ingresar cenizas o incluso brasas activas, además de la resequedad que provoca el humo constante.
Otros necesitan vendaje y platsul, la crema especial para quemaduras. Mientras, algunos de ellos permanecen acostados debido a la distancia que caminaron portando el equipamiento, al tiempo que permanecieron parados o a algún golpe que hayan tenido por resbalarse en un terreno para muchos desconocido.
El espacio de contención es atendido por voluntarios que se ofrecen a ofrecer sus servicios. Se trata de personal de Salud y ciudadanos que realizan el acompañamiento o tareas más simples.
Todos en El Bolsón se articulan para lograr de una vez apagar las llamas que atañen a la ciudad hace más de dos semanas. Las tareas están dando resultados, ya que los incendios están controlados, pero no extinguidos, que es el objetivo que se persigue por estos días.
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