Numerosos videos de vecinos llorando por el fuego se viralizaron en la jornada de ayer y fueron compartidos en las redes, aquellos que vieron destruirse en unos segundos sus sueños.
Uno de los testimonios más emotivos fue el que compartió Gretel Reguiló, en nombre propio y de su esposo, Facundo Albat, y de sus hijas. Ella vive en Cerro Radal. Este es su relato:
«Cada día salía de casa y agradecía el bosque, el aroma de la tierra húmeda, el canto de los pájaros, los mates en la escalerita de la casita… acá fuimos felices muchas personas. La casita acogió a mucha gente hermosa y estaba llena de recuerdos y risas y llantos e intensidades. Tenía unas ventanas hermosas por donde entraba el sol y las gatas cuando las corrían los perros vecinos. Tenía mucha madera, tenía alma. Tenía todas las cosas de una vida armada paso a paso, recuerdos, fotos, libros, pelis, juegos, juguetes preferidos de mis pipis, sus cuadernos, su historia, sus dibujos, ropa, comida, amor a montones. Las mascotas Garras, Michina y Fefa. Tenía máquinas de coser, heladera, lavarropas, microondas, cafetera, pava eléctrica, impresora, guitarras, bici… un montón de cosas materiales que ya siento que ni vale la pena mencionar. Toda, pero toda la vida que había construido estaba ahí.
«Tenía nuestro nuevo proyecto de fermentos que estábamos encarando con todo el amor y aprendiendo con mucho entusiasmo con mi cumpa de vida el Facu, que por suerte no se despega de mi lado».
«Tenía. Ya no tengo más. A alguien se le ocurrió que estaba bien arrasar con todo sin importarle nada. Y hoy eso. No tengo nada. De nada. Ni mis mascotas. Con mucho dolor suelto mi casita templo de Cerro Radal, y toda la belleza natural que la rodeaba.
«Estamos en pampa y la vía, nos quedamos sin nada. Así que acá estamos para recibir todo lo bueno que venga. El detalle: el 15 de marzo cumplo 36 años. Es una gran manera de arrancarlos. Completamente despojada de todo, empezando de cero».