El menor, según el padre, no estaba haciendo nada; tomaba mate con unos amigos en una plazoleta al momento en que llegó la policía y los echó del lugar. Cuando se estaban yendo cayó otro patrullero del que bajaron varios uniformados, los interceptaron, hicieron que se pararan contra una pared con las manos arriba y ahí a algunos los golpearon. Al hijo del denunciante “lo cachetearon y le dieron patadas. Tiene clavos en las piernas, se está recuperando de un accidente que tuvo corriendo en bicicleta”, se quejó el hombre, al asegurar que en el hospital cuando lo revisaron le encontraron hematomas en las piernas que tiene en recuperación”.
Encima, dijo que después no quisieron tomarle la denuncia en la comisaría a la que pertenecerían los que maltrataron a su hijo. Vale recordar que por un caso similar el ministro de Seguridad Massoni tiene una denuncia que aún anda dando vueltas en la fiscalía de Trelew.
Ahí se lo acusa de golpear y amenazar a un adolescente de la misma edad, en un hecho que incluso tuvo relevancia nacional y que ocurrió a principios de este año en el barrio INTA.
En aquella ocasión, el violento de Massoni y un grupo de sus policías interceptaron a la víctima cuando iba a comprar a un negocio y se vengaron aparentemente con él de la denuncia que les había hecho el padre, Gabriel Fredes, el albañil que recibió un balazo de goma en la cara por el que casi perdió un ojo, en un ataque desquiciado de un miembro de la Guardia de Infantería, que aún goza de impunidad y continua trabajando en la fuerza como si nada hubiera hecho.
Massoni, está a las claras que protege a los policías violentos, a los que actúan como él, abusando de la autoridad que les confiere el Estado; entonces, los uniformados salen a la calle a atacar o a provocar, buscando la excusa perfecta para justificar la golpiza.
En el caso de las últimas horas, quizás pasó eso con el grupo de chicos que fueron expulsados de la plazoleta en la que –según el padre de uno de ellos—no estaban molestando a nadie.
“Voy a ir a hacer la denuncia a la fiscalía porque no puede ser: me lo agarraron diez policías, lo trataron como cualquier chico, como un pibe de la calle y él no se droga ni nunca cayó preso. Ninguno de mis hijos tiene antecedentes”, aseguró Mario Pulgar, al denunciar también que los agresores policiales amenazaron a su hijo diciéndole que “si volvían a encontrarlo en la calle lo iban a recagar a palos y que después le iban a matar a toda la familia. Nosotros no somos delincuentes, somos gente de trabajo”, insistió Pulgar.
“Encima fui a hacer la denuncia a la (comisaría) Tercera y el oficial salió haciéndose el pesado, no me la quiso tomar y tampoco quiso llamar al médico para que revisara a mi hijo”, contó.
Escuchá la denuncia del padre: