Cuando asumí el cargo de Delegado Regional de la Oficina Anticorrupción en Puerto Madryn lo hice con el firme convencimiento de que mi labor debía estar despojada de todo color político, al punto que, de haber coincidido mi gestión con algún gobierno radical, mi comportamiento hubiera sido estrictamente el mismo.
Siempre considere que los grandes flagelos de nuestra sociedad son la corrupción y la inseguridad ciudadana.
Y en mis cortos años en la política trabajé intensamente en esos aspectos.
Lo venía haciendo en la Oficina
Anticorrupción, al punto que casi toda la dirigencia política de la legislatura de la provincia se unió para desplazarme del cargo en un acto de arbitrariedad patético, inmoral, doloso, antirepublicano.
Apelaron a un defecto subsanable de mi designación para no subsanarlo, movidos por otros intereses, de forma de evitar que siga investigando posibles hechos de corrupción o de incumplimientos funcionales en todos los órdenes de la labor del estado.
Ahora todo está en manos de la justicia. Espero volver a la función para continuar la labor que veníamos haciendo con la colaboración de un equipo de excelentes empleados de la delegación.
Para lograr este objetivo necesito el acompañamiento de la gente de bien, de aquellos que como yo aspiran a una sociedad mejor, con políticos honestos, transparentes.
Quiero agradecer a la gente que me apoyó, a la militancia radical de toda la provincia que repudio la maniobra política. También al PRO que tuvo el gesto de pronunciarse en defensa de la institucionalidad. Lamento, no por mi sino por los afiliados radicales, que el comité provincia de la UCR no haya dicho una sola palabra. Será que piensan que son jueces de la controversia, imbuidos de la más alta moral, y yo un imperfecto funcionario provincial.
Quiero agradecer a los medios que se atrevieron a difundir la noticia de mi remoción, y que además reflejaron las críticas.
Finalmente, si vuelvo al cargo, continuaré el trabajo sin reparos ni contemplaciones con nadie, ratificando lo dicho al principio. Mi trabajo no tiene color político.
Y si no vuelvo, me abocare a denunciar ante la Oficina Anticorrupción central todos los hechos que tengo presente, exigiendo con absoluto rigor a la conducción el cumplimiento de su elevado rol institucional.