Vecinos y vecinas del barrio Ecoaldea en Lago Pueblo reclaman sin cesar la regularización del servicio de agua, una necesidad anterior a los terribles incendios de 2021 y que sigue sin respuesta pese a las promesas. Mientras tanto, los nuevos incendios de este martes 6 de septiembre preanuncian una temporada de alto riesgo. En síntesis: gran parte de los daños producidos por el fuego en marzo de 2021 siguen sin atender mientras el Estado permanece ausente.
Actualmente las 30 familias del barrio Ecoaldea se abastecen a partir de un tanque australiano que construyeron por su cuenta y que es llenado por el Municipio con una frecuencia cada vez menor. Aldana, vecina del barrio, cuenta que hace una semana no llegan los camiones a llenar los tanques: «Seguimos sin agua, cada vez que traen el camión es como una limosna».
La problemática del abandono del Estado no sólo afecta a esta región: la mayoría de los barrios afectados por los incendios continúan sin acceder a los servicios básicos de luz, agua y gas. Las pérdidas de herramientas de trabajo y vivienda profundizaron una crisis habitacional y de servicios que se palpaba desde hace ya varios años. Así es el caso de Ecoaldea, junto a otros barrios como la Parcela 26, Bosques al Sur y El Pinar.
«Lo que nos dicen hoy es diferente a lo que decían antes de los incendios», comenta Aldana, vecina de Ecoaldea, en diálogo con El Extremo Sur: «Había un plan de regularización, se armaron Juntas Promotoras con representantes de cada barrio, desde el Municipio se instó a que nos organicemos de ese modo. Pero las obras de agua nunca llegaron por parte del Estado».
Burocracia y soledad
Explica que «lo que se prima es lo burocrático, los tiempos administrativos, la entrega de papeles. Cosas que, en resumen, hicieron que el agua nunca llegara al barrio».
Tras el incendio, que agravó el acceso de los y las vecinas a los servicios básicos, se privó el uso de un tanque de la Brigada, que recién ahora pueden volver a utilizar. «De todas formas, hace una semana que no vienen a llenar los tanques», comenta Aldana.
«Antes del incendio, con mi familia teníamos un carro viajero en el que llevábamos un tanque hasta Cerro Radal y lo traíamos al barrio cargado. Así vivíamos», explica, y recuerda que la problemática del acceso al agua es un tema recurrente desde el inicio del proyecto barrial hace aproximadamente unos ocho años.
«No nacimos de una toma»
«Este barrio no nace como una toma, a diferencia de otros, sino que nace con la firma de un intendente, que era [Iván] Fernández en ese momento. Nos iban a dar el espacio para el proyecto de Ecoaldea. Tres días antes del cambio de mandato, [Raúl] Ibarra nos mandó acá, y quedamos abandonados. Son anecdóticas las promesas de cada Municipio», relata.
El odio contra los «ocupas»
Aldana cuenta que a raíz de la exposición de sus problemáticas en medios locales y regionales, recibieron numerosos comentarios malintencionados: «Vimos muchos comentarios dolorosos para los vecinos. Más allá de que quieran ver esto como una toma, se trata de una emergencia habitacional que no está siendo asistida por el Estado desde hace muchos años. Si hay un asentamiento, es porque no hay otra alternativa. A nadie le gusta vivir sin luz, sin gas, sin agua. Nos gustaría estar organizados, cómodos, pero hay una emergencia que no se está asistiendo.
«Creo que tiene que ver con lo que está pasando a nivel nacional, una suerte de patología social. Esto de mirar al pobre y enojarte, no depositar el enojo donde tiene que ser depositado, en quienes nos representan, pero que juegan a otro juego», opina.
«Es difícil mediar entre lo socialmente aceptado y lo real, que es vivir en una toma. Sin embargo, no hubo otra alternativa del municipio para comprar o alquilar», expresa sobre la imposibilidad de regularizar la situación de las viviendas. «No hay alternativa, hay una condena social a la persona que hace lo único que puede hacer, a quien no quiere abandonar el lugar donde se siente pertenecer, pero no hay planes de acción».
«Me anoté en todos los planes»
Y agrega: «Me anoté en cada plan que estuvo, pero los planes de Nación no tienen alto impacto en provincias. Hay muchos comentarios malintencionados. Después del incendio, la gente se «humanizó», pero eso duró un ratito. Después se les pasó. Hoy volvemos a leer todo lo que es fruto de ese odio y rencor, mientras muchísimos barrios seguimos sin ningún tipo de asistencia».
El paradigma de las tomas también proviene de los dirigentes. Es el caso del jefe de la Delegación Noroeste de Servicios Públicos de Chubut, Mauro Palma, quien el año pasado, en el marco de los reclamos por el restablecimiento de los servicios, dijo: «Una cosa son los legítimos usuarios, que pueden certificar la posesión de las tierras y otra, los ‘okupas’, usurpadores y delincuentes del estado».
Falta de respuesta desde septiembre
Ya en septiembre de 2021 los vecinos de distintos barrios de la región reclamaban la falta de respuestas y la necesidad imperiosa de contar con la regularización de los servicios. Al igual que en la actualidad, denunciaban ayudas que se asemejaban más a la caridad y llegaban cada dos o tres semanas.
«Toda persona tiene derecho a un suministro eléctrico continuo y suficiente y al acceso gratuito a agua potable para satisfacer sus necesidades vitales básicas», indicaban los damnificados en una carta dirigida al gobernador Mariano Arcioni, y agregaban: «Pedimos poder contar con el servicio y abonarlo. Y así poderles mejorar la calidad de vida a muchas familias que estamos siendo vulneradas, discriminadas y excluidas».
Caridad versus justicia social
«No sería justo decir que no hicieron nada. Han hecho actos de caridad, pero en realidad debería haber justicia social», opina Aldana. «Han venido a llenar los tanques, pero al no tener luz tenemos que terminar llenándolos nosotros, turnándonos con la motobomba», cuenta.
Además, relata que «previamente al incendio, desde el Estado nos propusieron que seamos los mismos vecinos quienes vigilemos si hay una canilla abierta o no en el barrio, si alguien corrió una manguera o abrió algo. No creo que sea nuestra tarea. Hay conflictos de agua que nos exceden, para eso uno vota a un representante.»
Desde el Municipio de Lago Puelo les hablan de un «proyecto grande» para regularizar el servicio, pero los vecinos aún no ven avances: «Tienen gente contratada para mejorar el caudal de la red a la que aún no accedemos. Pero hace poco estuvieron trabajando y rompieron la fibra óptica y la manguera. Hace más de una semana que estamos sin agua. Trajeron un par de camiones, pero no alcanzan para nada.»
Aldana relata que con donaciones y compras hechas por los mismos vecinos, construyeron un tanque Australiano, ya que el tanque brindado por la brigada no alcanzaba para las 30 familias: «La idea era que la municipalidad conectara la red a ese tanque, pero si no hay agua en la red, es lo mismo que si no existiera el caño. No sé qué sucederá al interior de la organización del proyecto, pero desde el barrio da la impresión de que no están haciendo nada. Seguimos sin agua y es como una limosna cada vez que traen un camión».
Manotazos de ahogado
La situación de otros barrios es ligeramente diferente pero «no hacen a la cuestión principal», opina Aldana, «en La Parcela tienen tanques nuevos y cisterna, pero son 300. Creo que son manotazos de ahogado para salvar un conflicto en el que todavía no han metido mano».
Reconoce que no son el único barrio ni el único municipio con problemas de agua: «Estamos muy cansados de esto, son inviernos y veranos muy duros. Tenemos la posibilidad de tener invernadero, huerta, pero es imposible si no hay ni agua para bañarse».
Pérdidas productivas
La falta de servicios por parte del Estado también afecta las actividades de la economía local, que ya había sido fuertemente golpeada durante los incendios, con la pérdida de huertos, plantaciones, galpones y materiales de trabajo: «Toda la gente de los barrios se quedó sin nada de producciones y materiales. Es un montón empezar de nuevo, y para eso es fundamental el agua».
Para Aldana, la problemática específica del agua se suma a otros conflictos: «Como pasa en todas las cuestiones conflictivas, no es una sola cosa, son varias al mismo tiempo. No hay una buena gestión, eso está claro. No ha habido quien pueda solucionar este conflicto. Seguramente sea complejo».