A fines de 2021 Mariano Arcioni transitaba uno de los peores momentos al frente del Ejecutivo provincial y su gobierno tambaleaba. La oleada de manifestaciones que recorrió a Chubut contra la zonificación minera lo puso al borde de la renuncia y de una salida en helicóptero de la humeante Casa de Gobierno. Después de atravesar el estallido antiminero y encaminar a medias la conflictividad salarial con los estatales, la gestión arcionista mejoró su imagen en 2022 y, con la ayuda de Sergio Massa y el Gobierno nacional, no sólo consiguió sobrevivir sino que además se ubicó casi milagrosamente entre los políticos que discuten en la mesa chica del peronismo chubutense.
Ahora su desafío será enfrentar el año electoral y mantener el barco a flote en una provincia que perderá el 30% de sus regalías para pagar la deuda en dólares y verá como se achican los ingresos, producto del ajuste massista, si la inflación no retrocede. También afronta la posibilidad de que una alianza entre Luque y Sastre acentúa su orfandad política en la provincia y si carencia de estructura propia
Año caliente y electoral
2023 será un año de grandes desafíos para la gestión de Arcioni, no sólo porque es un año electoral, en el que debe definir si anticipa el llamado a las urnas e intenta conformar una fuerza electoral competitiva dentro o fuera del peronismo; sino porque económicamente será un año altamente complicado y deberá sobrevivir para no pagar los costos antes de traspasarle el mandato a un aliado o a un opositor que deberá lidiar con un endeudamiento enorme.
Los vencimientos de la deuda en dólares que consumirán este año el 30% de las regalías que cobrará la provincia no es constituyen el único problema a transitar en este 2023. Se sumarán las dificultades que ya se evidenciaron en el final del 2022 con los ingresos por Coparticipación Federal de Impuestos y los de recaudación propia, que crecieron a ritmos menores que la inflación.
Los años electorales suelen provocar alta conflictividad, tanto en el terreno estatal como en el privado. A este último se le suman las dificultades que se están generando en el ámbito petrolero como consecuencia de la emigración de inversiones de las operadoras hacia Vaca Muerta y la consiguiente merma de producción petrolera que golpea los ingresos de la provincia.
El efecto del estancamiento con elementos de retroceso en el petróleo no solamente repercute en los yacimientos y los puestos de trabajo del sector, sino que se expande a las Pymes y un montón de otras actividades conexas y comerciales de la provincia, especialmente en la zona sur.
El panorama para 2023 no parece tan complejo a primera vista, pero cuando se escarba más a fondo se observa que todo parece estar atado con alambres, con una fragilidad extrema.
Cualquier sacudón más o menos fuerte en la economía o en el sector productivo puede hacer desmoronar un castillo de naipes que se fue edificando a lo largo de todo 2022, dejando el espejismo de una provincia que se encuentra saludable y en buenas condiciones para afrontar lo que se viene.
2022 cerró con señales preocupantes
El año que pasó fue uno de los mejores en cuanto a ingresos para la provincia de Chubut. La mayoría de los tres principales rubros de recaudación que tiene el Estado provincial cerraron con porcentajes muy superiores a los de 2021, dejando completamente atrás la debacle de 2020 y de 2021, impactados por la pandemia.
Más allá del silencio informativo que sigue manteniendo el Gobierno provincial desde hace un año al no publicar los datos de las cuentas públicas y entorpeciendo el análisis mensual, lo cierto es que en 2022 casi todos los rubros de ingresos se movieron más o menos al ritmo de la inflación. Sin embargo, cuando la suba de precios se disparó en la segunda mitad del año comenzaron a verse desajustes significativos que encienden las alarmas para 2023.
Los datos que se van recopilando muestran que el año pasado el mejor resultado frente a la inflación lo tuvieron los ingresos de recaudación propia (Ingresos Brutos, Sellos, Regalías Hídricas, Inmobiliario Rural, Canon Pesquero y otras tasas), que especialmente en el segundo semestre se mantuvieron por encima de la inflación.
La proyección incluye el supuesto de que los ingresos aumentaron más que la inflación, que aún tampoco se conoce, y treparon 7%, superando a la suba de precios que rondaría entre el 4 y 6%. Si eso se confirma, los ingresos quedarían apenas el 1,2% por arriba de una inflación interanual que sería aproximadamente del 94%.
En lo que respecta la Coparticipación Federal de Impuestos el panorama fue bastante más oscilante ya que 2022 arrancó equilibrado con la inflación y tuvo una disparada muy favorable entre mayo y julio con aumentos por encima del 20% sobre la inflación; pero en la segunda mitad del año tuvo variaciones bruscas, en su mayoría favorables.
El dato más preocupante fue que a lo largo de todo el año pasado la Coparticipación interanual quedó cerca de 12 puntos por debajo de la inflación y marcó una tendencia decreciente en diciembre.
Si se consolida el ajuste del ministro de Economía Sergio Massa habrá que esperar que 2023 sea desfavorable para la provincia, mucho más si se avanza con el esquema de reparto que reclama la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El problema de las regalías petroleras
La situación productiva del petróleo en Chubut fue negativa en 2022 y se dejaron de producir entre enero y noviembre casi 410 mil barriles de crudo Escalante respecto de los que habían sido extraídos en 2021. El año habría cerrado con cerca de 500 mil barriles menos producidos.
Las operadoras a pesar del enorme beneficio que les significó la suba del precio del barril, que en el caso del Escalante promedió los 76 dólares y llegó a cotizar en 84,5 dólares para superar el récord de diciembre de 2011, no produjeron más cantidad de crudo en Chubut.
La merma productiva seguramente se consolidará cuando la Secretaría de Energía de Nación revele el dato de la producción de diciembre.