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Silencio y lágrimas: Cómo reaccionaron los padres de los rugbiers al pedido de prisión perpetua

Los familiares de los ocho rugbiers acusados por el asesinato del estudiante ocuparon tres bancos en los tribunales de Dolores, detrás de sus hijos, separados por una fila de policías. En silencio, con lágrimas en los ojos y la cabeza gacha, recibieron con conmoción el pedido de prisión perpetua en calidad de coautores para sus hijos.

“Se ha acreditado la materialidad ilícita que debe ser calificado como homicidio doblemente agravado por alevosía. Habiendo participado Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Ayrton Viollaz, Lucas Pertossi, Matías Benicelli, Blas Cinalli y Enzo Comelli, en su calidad de coautores se pide la prisión perpetua”, detalló el fiscal Juan Manuel Dávila.

Según publicó TN, el papá de Enzo Comelli se comía las uñas, su esposa se mostró muy conmovida. La madre de Luciano y Ciro Pertossi también se veía muy afectada, al igual que la mamá de Ayrton Viollaz, que lloraba. Los rugbiers, en tanto, no expresaron ninguna emoción. Tan solo siguieron mirando para adelante.

Durante toda la audiencia, los papás de los imputados se mostraron conmovidos. Apenas entraron los rugbiers, el padre de Luciano y Ciro Pertossi se secó unas lágrimas. A medida que los fiscales Gustavo García y Juan Manuel Dávila iban nombrando a sus hijos y ubicándolos en la escena del crimen, los papás de los acusados parecían caer en la cuenta. Se tapaban la cara para no ver los videos de la golpiza a Fernando Báez Sosa que incriminabana a sus hijos, negaban con la cabeza.

Los papás de Luciano y Ciro, como el de Matías Benicelli y el de Lucas Pertossi se quedaron completamente tirados para adelante, con la cabeza gacha, escondida en el brazo apoyado sobre le borde de banco delantero.

De los familiares, la única que se mostró entera fue Emilia Pertossi, la hermana de Ciro y Luciano y prima de Lucas. La joven abogada y asistente del defensor Hugo Tomei tomaba notas en su computadora. Escuchaba y escribía, y contestaba preguntas que le hacían los imputados.

Del otro lado de la sala, Silvino Báez y Graciela Sosa, los papás de Fernando, manifestaban una entereza impresionante. Se mantuvieron estoicos, viendo una y otra vez cómo le pegaban a su hijo.

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