Durante las últimas semanas, las temperaturas en Argentina fueron extremas, y se esperan picos altísimos los próximos días. Realizar ejercicio físico de forma regular es algo que recomiendan los especialistas para un mejor bienestar del cuerpo y la mente, pero ¿que sucede con el calor y el corazón?. No son un buen equipo si se trata de salud cardiovascular.
«El clima invita a entrenar y mucha gente toma sus vacaciones como un punto de partida. Pero la exposición en los días de mucho calor puede jugar una mala pasada. Muchas veces nos exponemos de manera inconsciente y no reconocemos nuestras propias alarmas«, comenta el Dr. Mario Boskis, cardiólogo y miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología.
«Hacer ejercicio sin los debidos cuidados frente a un día agobiante, temperaturas extremas, alta humedad y sin protección puede resultar un combo explosivo aún en una persona joven sin antecedentes cardíacos, puede hacerlo colapsar. Es una de las primeras causas de muerte en atletas jóvenes y su incidencia está en aumento, probablemente debido a que el cambio climático está generando que las olas de calor sean más largas, más extremas y más frecuentes», explica.
Sólo en los Estados Unidos se reporta un promedio de 10.000 fallecimientos al año en jóvenes practicando deporte en el secundario durante las olas de calor. Pero hay que tener en cuenta que también puede suceder en personal militar durante su entrenamiento o hasta en trabajadores expuestos a la intemperie. Este cuadro se ve más frecuentemente en personas que no se han aclimatado suficientemente al calor, utilizaron alcohol previo a la actividad o consumieron sustancias estimulantes, cocktail que lamentablemente se ve con mayor asiduidad.
El mecanismo último que desencadena este cuadro, es que el organismo, debido al alto calor ambiental asociado a la propia generación de calor que genera el ejercicio, es incapaz de disipar el calor del cuerpo que aumenta en forma importante su temperatura interna, pudiendo llegar hasta los 41 grados centígrados.
Los mecanismos de adaptación, como la vasodilatación de las arterias para incrementar el sudor y perder calor por la piel, llevan a una desproporcionada caída de la presión arterial. Si a esto se le asocia un daño térmico directo sobre la fibra cardiaca, más la pérdida aguda de sales y la deshidratación asociada, dan como resultado la posible aparición de arritmias, infarto de miocardio y hasta muerte súbita.
«De no ser tratado rápidamente el cuadro tiene una elevada mortalidad. Es importante saber reconocer síntomas tempranos como una excesiva ‘taquicardia’ para el esfuerzo realizado, sensación de debilidad, mareos, transpiración muy profusa, cefalea intensa y hasta náuseas vómitos y calambres. Acá, sin duda es donde hay que detenerse», finaliza el Dr. Boskis.
Algunos “tips” para prevenir estos cuadros:
- Beber abundante líquido, aunque no tenga sed. Tener en cuenta que con la edad sentimos menos necesidad de hidratarnos, pero nuestro organismo lo sigue necesitando.
- No hacer actividad física en horarios de mucho calor.
- Vestirse con ropa liviana y clara, preferentemente de algodón. Usar sombrero y anteojos de sol.
- Tratar de estar en ambientes con buena ventilación o aire acondicionado, no exponerse de forma directa al sol, especialmente entre las 10:00 y las 16:00 o si hay temperatura muy elevada.
- En caso de amamantar, hacerlo con más frecuencia.