La inflación de la canasta básica acumula 123% anual mientras que los sueldos subieron sólo 113,4%. La canasta básica es de $232.427 mientras que el salario mínimo en agosto fue de $112.500 y llegaría a $118.000 en septiembre.
El poder adquisitivo de los salarios perdió 10 puntos en el último año frente a la suba de artículos de consumo masivo y servicios claves, según un estudio privado.
La inflación de la canasta básica acumula 123% anual mientras que los sueldos subieron sólo 113,4%.
Según el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), ligado a la CTA, estas diferencias muestran el deterioro del poder de compra y se repitieron en todas las ramas salariales, inclusive en el sector público, que tuvo un ajuste anual del 121,4% y se ubicó 1,6 puntos por debajo de la canasta.
La canasta básica es de $232.427 mientras que el Salario Mínimo, Vital y Móvil en agosto fue de $112.500 pesos y llegaría a $118.000 en septiembre.
Las personas gastan casi todo su salario en cubrir las necesidades básicas y a otras ni siquiera les alcanza.
Por ejemplo, si en una familia tipo ambos adultos ganan el sueldo mínimo, el ingreso mensual sería de $ 225.000. Contra la CBT de $ 232.427, el ingreso no sería suficiente y solo alcanzaría para cubrir la canasta básica alimentaria, que es de $ 104.227.
Según el CIFRA, el poder adquisitivo del salario mínimo, vital y móvil ha mantenido una tendencia negativa desde 2012.
Indicó que “entre 2021 y 2022, en un contexto de inflación creciente, existieron siete instancias de actualización del salario mínimo, que no lograron una recuperación de su poder de compra. El 2022 cerró con una caída promedio del salario mínimo real del 1,3%, que lo ubicó 33% por debajo del nivel de 2015”.
Los trabajadores más perjudicados fueron los informales, con una caída promedio del 1,1% real mensual (-12,4% en un año) en contraste con los trabajadores registrados, que presentan una caída real del 0,2% por mes en promedio (-2,4%).
El gran inconveniente para los próximos meses, en un contexto de incertidumbre electoral, sumado a la expansión monetaria que se generará en septiembre y octubre, será el intento de contener la caída de poder adquisitivo del ingreso, que sufrirá mayores pérdidas en forma posterior a las elecciones, según analistas.
Para la consultora LCG, “una inflación elevada y errática no esperamos una mejora real de los salarios para el promedio del año, dado que estos presentan mayor rigidez al momento de un ajuste que el promedio de los precios”.