El cambio climático existe y sus consecuencias, que padecen a diario cientos de miles en seres de todo el globo, toman formas muy distintas entre sí. Una de las más conocidas es, por ejemplo, el derretimiento de los glaciares.
Estamos hablando de masas de hielo inmensas que están desapareciendo en este preciso instante. Según datos de MapBiomas, 42% de los glaciares andinos ya desaparecieron.
Y aunque esta geografía sea tan lejana que cuesta imaginarlo, no por esto es algo menos real. En esta nota viajamos a través de testimonios a la Patagonia argentino-chilena, desde donde los testigos del derretimiento cuentan cómo es ver y oír al cambio climático.
El sonido del cambio climático
No es común tener la posibilidad de ver a los glaciares de cerca. Algo lógico cuando consideramos que 84% del total está ubicado en la Antártida y el resto en zonas montañosas de difícil acceso. Pero siempre hay excepciones.
La del montañista italiano Andrea Carreta es una de ellas. Este amante de las cimas, tras conocer la Patagonia chilena se enamoró de la zona y eligió mudarse junto a su familia al Parque Nacional Laguna San Rafael. Así es que desde 2016 trabaja como guía en el Glaciar Exploradores.
Después de años en las montañas, Carreta se convirtió en una voz autorizada que puede señalar con precisión sus cambios. Hoy asegura, consultado por National Geographic, que “El glaciar se está muriendo”.
Carreta detalla que el hielo retrocede casi un metro por año (910 cm) y que allí “Donde había hielo ahora hay lagunas”.
Incluso quienes visiten la zona podrán escuchar el sonido del cambio climático. Es decir, el que hace cada desprendimiento de hielo que se separa del glaciar para caer al agua. Un ruido que siempre ha existido, claro, pero que ahora se repite con una frecuencia aterradora en un mundo cada vez más caliente.
No hay misterio. El derretimiento de los glaciares patagónicos (que son 17.300 y están dispersos a lo largo de los Campos de Hielo del Sur y del Norte de Argentina y Chile) coincide con las temperaturas en alza, que a su vez están relacionadas con el aumento de las emisiones de carbono en la última mitad de siglo.
Cada masa helada que se achica trae dos efectos inmediatos. Por un lado, las poblaciones cercanas se ven en peligro porque los desprendimientos causan estragos e inundan pueblos enteros que deben relocalizarse. Por otro, se pierde un recurso escaso como es el agua dulce (los glaciares acumulan más del 75 % de las reservas.)
Así se ve el cambio climático en la Patagonia
Son muchos quienes como Carreta son testigos de los efectos del cambio climático en la Patagonia y alzan su voz al respecto. Hace poco, trascendió el trabajo de 4 estudiantes de la universidad estadounidense de Princeton que pusieron en imágenes esta realidad climática.
Este grupo de amigos decidieron recorrer los glaciares de los cerros Fitz Roy, Río Blanco, Poincenot, Cerro Torre y Ventisquero Viedma en Argentina. La finalidad fue fotografiar su estado actual y comparar con registros de otras décadas para trazar mostrar cómo cambiaron a lo largo de los años, tal como años atrás hicimos desde Greenpeace.
Así hicieron un compendio de retratos como el siguiente del Glaciar Viedma, como era en 1910 y cómo es en 2023:
Uno de los jóvenes que estuvo en territorio, Michael Salama, fue entrevistado por el diario La Nación y describió así cómo es presenciar el derretimiento de los glaciares:
“Recuerdo que bajábamos del primer punto en donde tomamos fotografías para nuestro proyecto, desde allí podíamos ver de cerca el Lago Viedma. Había un pedazo grande de hielo flotando sobre sus aguas. Y mientras seguíamos bajando, ese hielo se agrietó al medio y comenzó a desintegrarse. Más tarde, ese mismo día, pusimos la fotografía al lado de la que recién habíamos hecho. Ahí me di cuenta de que todo ese hielo había desaparecido”.
Trabajos como hacen evidente los cambios que muchos se esmeran en negar. Hay más de lo que pudieron documentar puede verse en este video
Los testimonios de quienes habitan y visitan el sur de la Patagonia son claros: la región sufre los efectos del calentamiento global y esta tendencia sólo está en ascenso.
Es tiempo de entender que somos uno con los ecosistemas que nos sostienen y que salvarlos es cuidar nuestro futuro.