Un policía baleado en las piernas por sus propios compañeros que le atacaron a balazos el auto al confundirlo con el vehiculo de un delincuente que perseguían sin lograr detenerlo.
Cinco tiros impactaron en el coche de la víctima y al menos cuatro en los del malviviente que terminó detenido tras estrellarse contra un poste de luz después de, literalmente, llevarse por delante a un policía en moto.
Ahora, el sargento que recibió los balazos quiere que la “ART” (la aseguradora laboral) le reconozca su situación, las lesiones que sufrió por las que hoy está convaleciente, sin poder ir a trabajar.
Él, por lo que se conoció, se involucró en la persecución usando su vehiculo particular y en medio de esa acción su rodado recibió los disparos con los que unos policías en motocicleta pretendían detener al auto en el que, un gitano de reconocida trayectoria delictiva, se les escapaba.
En el hecho, otros dos empleados policiales que viajaban también en el automóvil del policía que resultó herido, se salvaron de milagro: por poco no fueron alcanzados por ninguna de las balas que ingresaron al vehiculo.
El caso ocurrió el fin de semana pasado, concretamente el sábado a la noche, pero en la información oficial divulgada a todos los medios no se dijo la verdad, se lo presentó como la persecución de alguien que había escapado al momento en que una patrulla intentó identificarlo y que durante la fuga había embestido a un policía motorizado para terminar estrellándose contra un poste de luz.
El individuo no resultó herido, y al policía que presuntamente atropelló, lo llevaron al hospital –se decía—con lesiones de carácter leve. Pero nada se dijo del sargento al que sus propios compañeros le balearon el coche y fue alcanzado por algunos de esos tiros que lo hirieron a la altura de las rodillas, de acuerdo a lo que se pudo conocer.
Ahora, dicen que hay una investigación de Asuntos Internos que debería terminar indefectiblemente en la Justicia con la intervención de algún fiscal. Ciertas autoridades consultadas por Crónica aseguraron que hay un protocolo que le prohíbe al personal policial efectuar disparos durante una persecución, porque pondrían en riesgo la vida de terceros inocentes.
Ya ha pasado, por ejemplo en Buenos Aires, que en un hecho así, una bala perdida ha terminado matando a alguien ajeno al suceso o que llegó a introducirse en una vivienda, hiriendo a alguno de sus moradores.