Primeras ballenas. La llegada anticipada de las primeras ballenas francas australes al Golfo Nuevo ya comienza a notarse en las costas de Puerto Madryn.
Explicó Miguel Bottazzi en una charla con Paola Brossy, este fenómeno, que años atrás era ocasional, hoy se observa con más frecuencia gracias al crecimiento sostenido de la población de cetáceos en las últimas décadas, según publicó LA17.
“Ya empezamos a ver algunas madres con cría”, comentó Bottazzi, quien recordó que las ballenas francas permanecen aproximadamente un año junto a sus crías antes de que estas inicien su vida independiente. En esta etapa, muchas hembras vuelven a la región para completar el proceso de destete, lo que explica la presencia temprana de grupos en el área.
El especialista señaló que el aumento en el número de ejemplares se debe en gran parte al cese de la caza, que afectó gravemente a la especie hasta fines de la década de 1960. “Se cazaban cerca de 3.000 ejemplares frente a nuestras costas. La protección lograda en los últimos 40 años permitió que la población comenzara a recuperarse”, explicó.
Bottazzi también detalló que las ballenas francas realizan extensas migraciones entre la zona antártica, el sur de Brasil y la plataforma continental argentina. Gracias al uso de dispositivos de rastreo satelital, se pudo confirmar que, si bien algunas madres con cría permanecen cerca de Península Valdés, los juveniles son más audaces y recorren mayores distancias.
Sobre su alimentación, indicó que estas ballenas se nutren principalmente de krill y copépodos, pequeños organismos del plancton marino. Durante la temporada de amamantamiento, las hembras pierden gran cantidad de reservas de grasa para sostener la producción de leche, por lo que recurren a los abundantes copépodos del golfo como una fuente de alimento rápida antes de emprender el viaje hacia zonas más ricas en nutrientes.
La geografía particular del Golfo Nuevo —con costas protegidas, corrientes favorables y baja intensidad de oleaje— ofrece condiciones ideales para el nacimiento, amamantamiento, entrenamiento y posterior destete de las crías. “Es un lugar único en el mundo para esta especie”, afirmó.
El ciclo reproductivo de la ballena franca comprende un año de gestación, un año de crianza junto a la madre y, tras el destete, un nuevo embarazo, repitiéndose el proceso cada tres o cuatro años. Bottazzi destacó también que las ballenas jóvenes, una vez destetadas, suelen formar pequeños grupos de dos o tres ejemplares, mostrando comportamientos curiosos y sociables.
Finalmente, el especialista recordó el origen del nombre “ballena franca austral”: los antiguos balleneros la consideraban la “ballena correcta” para cazar debido a su comportamiento costero y su naturaleza curiosa, características que hoy, en tiempos de conservación, permiten a visitantes y residentes disfrutar del avistaje desde las playas de la región.