Con el impulso de nuevas operaciones, Argentina se consolida como uno de los países con mayor potencial para proveer minerales críticos en un escenario global signado por la transición energética y la disputa geoestratégica por recursos clave.
La reciente entrada en producción del proyecto de litio que opera Eramine en Salta, junto al avance de otros emprendimientos de cobre y uranio, refuerza la posición argentina como un actor emergente en el mapa mundial de los recursos energéticos del futuro, según publicó LA17.
Argentina ya cuenta con cuatro proyectos de litio en producción, y otros dos iniciarán operaciones en 2025. Además, hay al menos once iniciativas en distintas etapas de desarrollo. Este crecimiento acelerado fue reconocido por la consultora CRU, que proyecta al país como el segundo productor mundial de litio para 2027, solo por detrás de Australia. En paralelo, se destacan más de diez proyectos de cobre, cinco de los cuales podrían generar ingresos por más de USD 47.000 millones entre 2026 y 2040.
El litio se posiciona como la joya de la corona. Su rol en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos lo convierte en una pieza central de la transición hacia una economía descarbonizada. Mientras tanto, el cobre, esencial para las redes eléctricas y la infraestructura de energía renovable, encuentra en los yacimientos argentinos un enorme potencial a desarrollar. El uranio, por su parte, vuelve al centro de la escena con el Plan Nuclear anunciado en diciembre de 2024, que apunta a abastecer la demanda local y posicionar al país como exportador neto.
El debate sobre las «tierras raras» añade una capa más a esta nueva geopolítica. Estos elementos, esenciales en imanes, pantallas, baterías y dispositivos de defensa, tienen una relevancia estratégica creciente. Aunque Argentina aún no ha desarrollado su producción, estudios del SEGEMAR estiman que el país podría contar con hasta 3,3 millones de toneladas de tierras raras potenciales.
Este potencial se convierte en ventaja competitiva si se compara con las tensiones globales, como la dependencia occidental de China en el suministro de estos elementos. La disputa por el dominio de los minerales críticos marca una «guerra fría mineral» que empuja a países como Estados Unidos a buscar proveedores confiables. Argentina, por su alineamiento político y su riqueza geológica, podría consolidarse como socio estratégico.
En este contexto, Chubut ocupa un lugar destacado dentro del mapa minero nacional. Ocho de los diecisiete proyectos uraníferos identificados en el país se encuentran en esta provincia patagónica. Aunque la actividad minera está restringida por la legislación provincial, los recursos identificados y las inversiones proyectadas, como el caso del proyecto Ivana en la vecina Río Negro, despiertan interés nacional e internacional.
Más allá del uranio, Chubut posee antecedentes en prospección de tierras raras y minerales estratégicos. Su potencial geológico está siendo reevaluado a la luz del nuevo escenario internacional, y las discusiones sobre el marco legal para permitir el desarrollo sustentable de la minería crítica podrían reabrirse en el mediano plazo.
La posibilidad de convertir a la Argentina en proveedor mundial de minerales para la transición energética no solo responde a una demanda externa, sino que también representa una oportunidad para diversificar la matriz productiva del país, generar empleo, fortalecer las exportaciones y mejorar la recaudación fiscal.